Científicos de la Universidad de Oxford ya están probando en Brasil un mosquito diseñado en laboratorio para eliminar a su propia estirpe, es decir a las hembras de la especie Aedes aegypti, responsables de transmitir enfermedades como el dengue, que según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) alcanzó en 2019 el mayor número de casos registrados en la historia: 2,7 millones y 1206 muertes.
La polilla OX4318L es una variante modificada cuyo genoma incorpora pequeños fragmentos sintéticos inspirados en los de otros organismos, incluidos los del virus del herpes. https://t.co/0s2H1huodc
— THE NEW SPANISH NEWSPAPER (@new_spanish) March 9, 2020
La empresa, Oxitec, que lleva adelante las pruebas, viene creando seres vivos con capacidades que hasta el momento no existían en la naturaleza: su primera criatura fabricada “in vitro” fue una variante del mosquito Aedes aegypti que llevaba insertado en su genoma ADN de coral marino, bacterias, moscas y polillas, para poder crear así mosquitos machos capaces de aparearse con las hembras y pasar a su descendencia que garantice que toda su descendencia muera.
Esta especie -también responsable de transmitir el zika, la fiebre amarilla y el chikungunya- es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “el principal vector de los virus que causan el dengue. Los seres humanos se infectan por picaduras de hembras infectadas, que a su vez se infectan principalmente al succionar la sangre de personas infectadas”.
Una nueva forma para controlar las plagas de polillas en los cultivos. La variante OX4318L, modificada genéticamente, produce descendientes hembras que necesitan un antibiótico para sobrevivir. Sin él mueren a los pocos días.https://t.co/xLROAli0k1
— Ester Lázaro (@EsterLzaro1) January 29, 2020
Por este motivo, en diferentes experimentos llevados a cabo en Brasil, los investigadores que crearon estos mosquitos diseñados para eliminar a su propia descendencia demostraron que reducen la incidencia del dengue en hasta un 90%.
A su vez, la compañía ya está desarrollando una segunda generación de mosquitos machos transgénicos, incapaces de picar y por consiguiente de transmitir enfermedades. Intentan también esterilizar al mosquito que transmite la malaria, enfermedad que afecta a más de 200 millones de personas en el mundo y mata a más de 400 mil.
La polilla OX4318L es una variante modificada cuyo genoma incorpora pequeños fragmentos sintéticos inspirados en los de otros organismos, incluidos los del virus del herpes. Estas modificaciones permiten que los machos transgénicos les pasen a las hembras un legado genético que las hace adictas a la tetraciclina, un antibiótico. Sin ese compuesto las larvas mueren a los pocos días.
Este truco permite a los investigadores criar en el laboratorio generaciones de la polilla usando ese antibiótico y les asegura de que toda su descendencia muera en los campos sin causar daños.
De acuerdo a los resultados arrojados por el primer experimento en campo abierto con otra de las creaciones de Oxitec, empresa dedicada a la biotecnología, la variante de la polilla Plutella Xyostella -también conocida como polilla de las coles- es una de las peores plagas agrícolas del mundo.
Las larvas de este insecto se alimentan de cultivos como el bróccoli, el repollo o el coliflor y causan cada año pérdidas de unos 4.437 millones de dólares. Lo más preocupante de esta polilla es que se ha vuelto resistente a la mayoría de los insecticidas.
Los expertos emprendieron la primera suelta de estas polillas modificadas en campo abierto: un cultivo de repollos debidamente aislado en Geneva, en el estado de Nueva York. Los resultados fueron publicados en Frontiers in Bioengineering and Biotechnology y demuestran que los machos modificados genéticamente se comportan igual que los salvajes y que se aparean con las hembras con normalidad.
Según publicó Infobae, se liberaron así alrededor de 10.000 polillas salvajes y otras 10.000 modificadas, lo que sirvió para recapturar algunas de ellas después de unos días con trampas que despiden feromonas. El trabajo muestra que la mayoría de los insectos apenas viajan unas decenas de metros desde su punto de suelta. Ningún ejemplar transgénico apareció en las trampas situadas fuera del campo experimental, lo que ratificó la seguridad del ejemplar para un futuro uso comercial.