“No todos tenemos la suerte de tener hijos rubios y de ojos celestes”. Duro, como cuando jugaba de marcador de punta en Newell's, Daniel Fagiani habla de lo que le tocó atravesar algunos años atrás: no pudo anotar a sus hijos, uno de los cuales tiene un trastorno del espectro autista, en alguna de las escuelas privadas del barrio donde vive, Fisherton.

El Indio, en diálogo con el programa Radiópolis, de Radio 2, contó que el problema lo resolvió gracias a una escuela que sí le abrió las puertas, el Cristo Rey, pero que lo obliga a cruzar toda la ciudad para llevar a los chicos. Ya el domingo, en Zapping Sport, el programa de Luis Ricosa en Canal en el que es columnista, el ex futbolista había roto el silencio sobre el tema, al mandarle saludos a la vicedirectora del Cristo Rey.

Dijo que como casi todo el mundo, su intención era que sus hijos pudieran concurrir a una escuela de su barrio. Fue a la Stella Maris y, según relató, ni siquiera llegó a plantear la problemática: una portera hizo las veces de filtro y le impidió atravesar la puerta. Fue a la Montessori, pero tampoco tuvo suerte. Lo mismo en la Integral, donde al menos dijo haber encontrado una explicación clara y convincente de que no había cupo. En ninguna de las tres escuelas planteó las necesidades especiales de uno de los chicos.

La cosa, continuó, parecía pintar mejor cuando fue al Colegio de los Arroyos. Le tomaron los datos y entonces sí pudo explicar lo que le pasa a su hijo y la necesidad que tiene de una maestra integradora para que lo acompañe “en situaciones donde él no puede comprender” como los otros chicos.

Pero no: “Me tuvieron media hora hablando de Dios y la escuela, y cuando uno dice lo que le pasa parece que Dios ya no está”. El Indio contó que le mostraron toda la escuela, desde los salones a los baños, pero que cuando dijo lo de la discapacidad de uno de los chicos, cambió completamente el tono de la conversación, y lo que parecía un ingreso seguro se transformó en promesas de llamados futuros que nunca se concretaron. 

“La situación no es nada agradable”, dijo Fagiani, pero por suerte se resolvió en el colegio Cristo Rey, institución a la que dijo estar “eternamente agradecido” por el cariño y la contención que le brindan a su familia.

De todos modos, expresó su dolor por lo que le pasó con las escuelas de Fisherton y comentó que “hay muchas familias que pasan por esto”.

“La situación complicada es la indiferencia. No todos tenemos la suerte de tener hijos rubios y de ojos celestes”, enfatizó.