Los tiratiros o gatilleros son nuevos actores sociales que cobraron fuerza y entidad en estos últimos años en el mundo del hampa. En un informe especial emitido por Telenoche (El Tres), se demostró que son jóvenes y están expuestos a la violencia que ellos mismos ejercen. Responden a la orden de disparar con armas a distintos frentes y blancos que ordenan líderes de organizaciones criminales de alto poder de fuego como las bandas de Esteban Alvarado, Luis Medina, Los Monos, Los Caminos, entre otras.
En los últimos años, en Rosario fueron baleadas casas de jueces con la intención de dar vuelta fallos, el Centro de Justicia Penal, el Concejo Municipal, la sede de Fiscalía, gremios, casas de familias y hasta instituciones escolares.
Escuchas telefónicas mostraron en juicio que son muy violentos, eslabones que se movilizan por lo general en moto y son menores de edad, incluso desde fiscalía informaron que la mayoría no terminaron sus estudios primarios.
Son captados por mandos intermedios de bandas en entornos de extrema pobreza. Algunos de ellos eligen por una cuestión económica ejecutar ordenes de estas bandas y otros son obligados por estos mismos grupos a cumplirlas porque de lo contrario los cabecillas los amenazan con dañar a integrantes de su familia o ventilar en la justicia delitos cometidos por ellos o por sus familiares.
Son jóvenes y con falta de experiencia y esto los conduce a cometer en más de un caso errores con consecuencias irremediables, donde equivocan víctimas, también viviendas marcadas como blanco de disparos y muertes de personas que son ajenas a las disputas territoriales.
Escuchas ventiladas en juicio
Las intervenciones telefónicas y las declaraciones de testigos en juicio muestran la forma en la que trabajan estos grupos. Por un lado, defienden el territorios de las bandas que los contratan con armas de fuego y por el otro lado aparecen los pagos con droga a nivel de menudeo.
Una de las escuchas más resonantes que refleja el modus operandi de estos grupos, es la que se ventiló en un juicio a raíz de un homicidio cometido el 12 de junio del 2020 en el que mataron de 13 balazos a una mujer en la puerta de su casa en barrio Tablada. Su hijo Lucas Espinosa, de 18 años y reconocido en el mundo del hampa por su accionar delictivo, fue el autor de una escucha que refleja la forma en la que operan estas bandas:
“Tiro desde los 13 años... estoy podrido de andar a los tiros, de vivir al límite. Antes yo estaba acostumbrado a estar todo el día en el auto buscando alguien para matar y todo eso. Y ahora no hay nada para hacer. Si ya matamos a todos. A los guachos les batí cualquiera. Manga de giles. Yo los saqué a la calle. Eran míos. ¿Qué onda? Yo los traje a la banda, yo los saqué a la calle. Eran míos. ¿Qué onda? Yo los traje a la banda, yo los saqué a tirar tiros. Que paguen si quieren vender en la zona de Los Berracos. Si no pagan les voy a dejar un retirado en cada bunker afuera, al que cruce nomas, al que cruce: piba, pibe, cualquiera que cruce”, dijo en un audio.
Rosario, única ciudad del país con Fiscalía de balaceras
Los tiratiros son reclutados por narcotraficantes para amedrentar en nombre de organizaciones criminales. La fiscal de balaceras Valeria Haurigot afirmó al respecto que "no hay otro lugar en el país donde suceda lo mismo”. La estructura de las bandas que contratan gatilleros cuentan con al menos 20 personas que trabajan para sus cabecillas.
La fiscal de balaceras aclaró que su unidad de balaceras "se basa en el análisis de escuchas de celulares, buscando llegar a las estructuras más altas”. Además agregó: “No queremos quedarnos con el hecho en si mismo, sino que buscamos averiguar quién financia estos hechos y encontrar los porqué”.
¿A qué se exponen?
Se exponen a la violencia que ellos mismos ejercen. “El patrón de vida se los marca la misma necesidad, la misma marginalidad, porque ellos mismos consideran que lo más legal que les puede ingresar es un plan social”, afirmó Héctor Albornoz, psiquiatra forense.
El especialista explicó el fenómeno haciendo alusión al accionar de los gatilleros y lo adjudicó a que “un alto porcentaje de las personas que están delinquiendo y están en la cárcel tienen un componente psicópata que los hace refractarios a sentir culpa y es por eso que actúan así”.
“En cuanto a las penas que enfrentan están sujetas a la finalidad del hecho cometido. La balacera se utiliza por lo general como un fenómeno de extorsión y en el código penal tanto el instigador como el autor tienen la misma pena, hasta 15 años de prisión”, afirmó el abogado penalista Jorge Resegue.