“Dos pescadores empujaban la ansiedad con un mate amargo demasiado lavado. Atrás, el río escondía un deseo, una angustia y una deuda.
“Más allá, unos hermanitos apuraban la mañana con un desayuno escaso mientras miraban, impávidos, las dos torres de enfrente incrustadas sin pudor en el paisaje y que desentonaban como implante nuevo en una dentadura gastada”.
Así empieza Pobres corazones, la primera novela de Melina Torres. Dos párrafos que marcan el tono de una ciudad sobre el río, llena de desigualdades y sobre la que se mueve la policía Silvana Aguirre quien nació por puro juego.
Una consigna en un taller literario la convirtió en la Hércules Poirot de Torres, periodista, productora audiovisual, escritora, y, por supuesto, gran lectora de policiales.
–¿Es más fácil hacer un policial en Rosario, con todo lo que se está viviendo? ¿O la realidad supera a la ficción?
Creo que no es más fácil, ni más difícil, creo que el grado de dificultad no pasa por un entorno plagado de violencia. Los y las ciudadanas de Rosario estamos acostumbrados a abrir el diario, ver los portales, ya sabemos con lo que nos encontramos, entonces hay que trabajar en otro terreno. Esto es otra cosa, esto es ficción, tiene un monton de datos o de situaciones que se van dando, como balaceras, pero que yo diga balaceras no es algo nuevo, es algo a lo que estamos acostumbrados. Sí tiene un par de cosas, pero en el grado de dificultad no importa.
–Para constuir a Silvana Aguirre, ¿en quién o en qué te basaste, inspiraste?
En absolutamente nada, me encanta recalcarlo. Esto es un personaje de ficción que no está basado en nadie de la realidad. Si alguien cree conocerla es producto de cuestiones mentales que se hagan, pero no está basado en nada. Y para construir a esta oficial de policía, es una policía de un departamento inventado, el Departamento de Criminología de Rosario, su coequiper es Ulises Herrera. Ella es futbolista, mal hablada, lesbiana, malhumorada, no está basada en nadie.
Es raro lo que sucedió porque vino a mí como un personaje, como que se me presentó entera. En 2011 y 2012 fui al taller de cuentos de Maxi Tomas en Buenos Aires, los martes. Llegaba a Retiro, hacía el taller, y otras cuatro horas de vuelta a Rosario, mis lumbares todavía se están acordando.
Maxi Tomas, que nunca daba consignas, cada uno llevaba un cuento y ahí lo mutilábamos, dijo, “para final de año, cada uno tiene que escribir un cuento policial”. Y esa fue una consigna, fue rarísimo, éramos muy pocos, ocho personas. Es muy obsesivo Maxi, se leía un montón, se producía un montón y dio bastante material teórico, más allá del material que ya contaba cada cual del género. Desde contemporáneos hasta los pesados, dio un montón de material bibliográfico: Elvio Gandolfo, Mempo Giardinelli.
Y cuando me pongo a preparar ese cuento que era para el taller, para el final de clase, para reírnos, nos ibamos a votar, una cosa muy de nerd, de taller. No había escrito nunca un cuento, ni nada cercano al policial, sale Silvana Aguirre, como de un plumazo, y sale un cuento que está en Ninfas de otro mundo, que se llama así, muy chiquito, en la ciudad de Rosario, y salió como si hubiéramos estado predestinadas a encontrarnos en este plano. Lo leímos y después votamos, y Aguirre salió campeona del taller.
Me acuerdo que Maxi Tomas me regaló un libro que es Vida y destino, de Vasili Grossman, que no tiene nada que ver con esto, pero el título... Me gusta mucho la palabra destino, me gusta mucho jugar con la palabra destino, me parece que es una palabra literaria.
–¿Qué tiene Aguirre de vos?
No tiene absolutamente nada de mi, le encanta comer carne, soy vegetariana; está todo el dia paranoica, que alguien la persigue, yo hago yoga meditación. No tenemos nada que ver, es como mi opuesto, me servía para reirme de mi.
En Ninfas de otro mundo, la narradora dice que Aguirre cree que hay un hilo muy pequeño entre meditar y estar al pedo, que es lo que puede creer alguna gente. Yo practico meditación, no tenemos absolutamente nada que ver.
–Sos productora de documentales y asesora de contenidos audiovisuales, ¿cómo te llevas con esto de trasladar la imagen a la palabra, tenés algún truco?
La devolución siempre es que se les presenta la imagen. Va a salir un podcast, con actores y actrices que interpretan a Aguirre, para la plataforma Contar, y las devoluciones tienen mucho que ver con que están escuchando y la pueden ver, es un trabajo que no se si es buscado, no se si cuando una se pone a escribir, busca intencionalmente las cosas. Escribir es abismarse, es ver lo que viene, no hay planes, y si hay alguno, generalmente se rompe. Algo de mi trabajo con la imagen está ahí, deben ser en referencias, o en el modo de narrar.
–¿Para vos es diferente leer que escribir? Entendiendo la escritura como una necesidad de contar algo, y la lectura, como placer.
No sufro en ningún monento. Sí he leído de escritores y escritoras que sufren. Sí es un trabajo enorme como cualquiera: implica mucha voluntad y tiempo, el armado han sido 10 a 11 horas diarias, el cuerpo tiene que estar. En algún punto empieza a doler todo, pero no por sufriente, sino o porque estas sentada ta, ta, ta (tecleando).
No tengo sufrimiento, es puro disfrute y la palabra entretenimiento me gusta porque en algún punto escribo algo que me gustaria leer, y cuando me dicen (que a Pobres corazones) “la leí en una semana”, es un montón porque son 360 páginas. Significa que les pasó lo mismo que a mi.
Después hay otros planos en la escritura. Ésta es una trama policial, Aguirre y Herrera tienen que resolver varios casos en un período corto de tiempo, dos semanas, se puede leer en un tirón, yo me detengo no en la trama, sino en los pequeños pliegues, pequeñas cositas que exceden a la trama policial.
–¿Por qué decidiste sacar a Silvana Aguirre del cuento, de pasarla a novela?
En Ninfas de otro mundo había una nouvelle, o un cuento largo, son tres piezas, una nouvelle y dos cuentos, es como otro tiempo, ya venía con la idea de que Aguirre y Herrera tuvieran algo de largo aliento. Soy lectora de sagas, de cascotes, (como) los tomos de Elena Ferrante, y quería tomarme ese tiempo. Hay un tiempo que necesitaba para estos personajes y justo que estaba escribiendo,
Tenía 80 páginas que las trabajaba con Leo Oyola a modo de clínica y llegó la propuesta de Random de hacer la novela. Cuando me contactó mi editora me dijo “¿tenés algo?”, “sí, tengo”. Nos reunimos en 2019, antes de la pandemia, le mostré y ahi firmamos contrato y fue como trabajar libre, y en esa libertad y proceso salieron las otras 300.
–¿Qué estas leyendo ahora?
Ayer empece a leer éste, Te compré girasoles, de María Angélica Vicat. Leo varias cosas, leí Alejandra Zina (Distancia z), me encanta. De hecho es quien termina mi biblioteca: la empiezan y la terminan dos amigas, entre ellas, Selva Almada y Alejandra Zina. Me gusta la forma de leer de Ale, es como literaria, encuentra en vecinos historias que yo no encontraría de ninguna manera, me gusta mucho.
Éste lo cerré el lunes, Jamaica Kincaid, Autobiografía de mi madre, muy recomendado, tiene una prosa muy sensual, poética, mezcla de géneros, relatos, de una niña mujer que muere la madre.
–¿Quiénes son tus referentes del mundo policial?
Me gusta mucho Martín Sancia, de hecho hace un cameo y no lo sabe. Me encanta, Hotaru, se reeditó, es buenisimo. Leo Oyola, me encanta, los lei a todos, voy a recomendar el último, Ultratumba es tremenda.
Después me encanta María Inés Krimer, es una escritora de policial. (Horacio) Convertini, ese es un pendiente porque sacó librito nuevo. De género leemos mi compañero y yo, así que tenemos autores fetiche.
–¿Tenés algún libro que te haya marcado?
Tengo libros que son tesoros. (Hebe) Uhart, Relatos reunidos, y es un tesoro porque tiene “Para Melina, que escribe, baila y produce”. ¡Me encanta!
Otro tesoro, el último libro que sacó Liliana Bodoc (Elisa, la rosa inesperada) está dedicado, la presenté en una charla, en una entrevista pública en Santa Fe que fue hermosa, había muchos escritres y lectores, era super amorosa. Cuando me firmó, me puso el mail, le había regalado Ninfas y a la semana recibí un mensaje.
–¿Te econtraste en la vida real con alguien que tenga el nombre de tu protagonista?
No, pero seguramente debe haber porque es un nombre muy común y un apellido más común, pero no creo que tenga las particularidades de Aguirre y si las tiene no me acercaría nunca, y no le caería bien a Aguirre.
–¿Es importante la gastronomía para vos, que parece bastante en el libro?
Aparece para Aguirre y ese tipo de gastronomía, nombramos bares y restaurantes de Rosario super conocidos, que el lector y lectora de la ciudad reconoce enseguida. Un restaurante que a Aguirre no le gustaría ir es el que me gustaría a mi, donde hay que apagar el celular, te dan comida orgánica, y ella hace chistes con el chef, son chistes que me hago yo.
–Creo que Silvana y Ulises son la primera dupla gay que leo en la literatura argentina, ¿fue algo que te planteaste deliberadamente, hay un posicionamiento político ahí o surgió?
Aguirre salió primera, después necesitaba un par para que pudiera reflexionar sobre las cuestiones policiales, el ida y vuelta en voz alta. El diálogo es algo que me gusta trabajar mucho. Al principio no estaba escrito, en Ninfas no estaba escrito, y después lo metí, como dios al revés: primero la mujer y después, por pura necesidad, lo puse al tipo.
Cuando salió Ninfas, una devolución fue que era la primera dupla policial gay de la literatura argentina, algo que no fue buscado, si existe alguien más, ya lo maté porque lo digo un montón de veces en las entrevistas, pero no me lo inventé, me lo dijeron, creo que es bastante disruptivo.
–No te lo planteaste...
A veces las cosas que hacemos no tienen que ver con una estrategia, pero sí en ese momento que estamos habitando y latiendo y me parece que Aguirre, que es feminista, sin esta lectura o recorrido que puedo tener yo como periodista o a nivel personal, Aguirre llega a una ética similar y si bien no fue una estrategia, seguramente salió por algo y también porque tengo muchos amigos con los que hago algunas bromas. Hay amigos que me dicen “Está inspirado en mí”. No está inspirado en absolutamente nadie.
–¿Hay algún libro que te hubiese gustado haber escrito?
Sí, La hija única, de Guadalupe Nettel, me hubiera gustado escribirlo yo. Ese libro lo escribí yo porque hay un mundo que conozco mucho, nada que ver con la escritura que yo tengo, sino un mundo personal que transito, con medicina alternativa, con otras búsquedas y acá hacen referencia; y digo, ¿cóm que nunca escribí de esto que tanto conozco?.
Debe tener que ver con esto, de abismarse, con entrar a un terreno poco conocido, de aventurarse a algo, como en las lecturas.
Algo más sobre Melina
Melina Torres nació en 1976 en Santa Fe y actualmente vive en Rosario. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Rosario y especializada en Políticas Culturales por la Universidad de Barcelona. Desde hace más de veinte años colabora en diferentes medios periodísticos locales, es productora de documentales y asesora de contenidos audiovisuales.
En 2016 publicó Ninfas de otro mundo (Iván Rosado), con las primeras aventuras de la oficial de policía Silvana Aguirre.