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Actor, escritor, lector. Gonzalo Heredia armó su biblioteca por gusto y a veces a disgusto. Empecinado en lecturas que lo expulsaban, y en contra de la pulsión por comprar más y más libros.
“El 70 por ciento de las veces que empecé a leer algo, salí inmediatamente expulsado”, asegura. Le pasó con “Así habló Zaratustra”, de Friedrich Nietzsche y “El almuerzo desnudo”, de William Burroughs. Y casi toda la Generación Beat.
La cabeza tiene que “abrir algunas puertas” primero, sumar lecturas que dejen “arenilla”. Es solo cuestión de tiempo y de intentar la lectura una y otra vez. De buscar, también, otras puertas para entrar, como biografías, ensayos o diarios personales.
Así se construyó también como escritor, con la disciplina de “la cola en la silla” y la decisión de contar algo sin preguntarse por qué o para qué. Al momento de la entrevista con el Club de Lectura, acababa de entregar su segunda novela, “El punto de no retorno”.
¿Qué novela le costó cinco intentos y al final lo sacudió tanto que lo puso a escribir? ¿Cuál es su situación ideal de lectura?
