Se estima que uno de cada diez universitarios cambia de carrera cada año durante los primeros cursos, al descubrir que lo elegido no era lo que en verdad les gustaba. La apatía por las clases, la angustia por decepcionar a los padres, la caída de la autoestima al ver que lo que para nosotros es un infierno para otros es sencillo, significan un duro golpe.
Hay veces que por más que nos esforcemos, en nuestro interior lo tenemos claro: no nos gusta la carrera que estamos cursando ni sus salidas profesionales. Por eso ha llegado el momento de tomar decisiones, señaló el blog eTítulo.
- Que no nos guste la carrera no significa que no queramos estudiar: si nos hemos conformado con la segunda o la tercera opción, o hemos escogido el grado por motivos erróneos (como, por ejemplo, por presiones familiares o sociales) o de forma precipitada sin conocer bien el temario de las asignaturas ni el nivel de dificultad y no hay manera de agarrarle el gusto, hay varias opciones, pero dejar todos los estudios no tiene por qué ser una de ellas. No es una cuestión de que no podamos con ello, sino de que no nos gusta.
- Hay que tener claro que lo de cambiar de carrera no obedece a una temporada dura de exámenes, o a la alta exigencia, porque de ser así, no habrá carrera que nos quede bien. Todas tienen un nivel de exigencia mucho mayor al de la secundaria.
- Ahora bien, si la decisión de cambiar de carrera está tomada, hay que hacer los trámites y buscar la mejor opción. La experiencia adquirida servirá para analizar otras cuestiones de la disciplina que antes no se habían tenido en cuenta, como su plan de estudios, su nivel de demanda, las características de los docentes, la salida laboral que ofrece, opiniones de quienes la cursan, entre otros aspectos.
- Comunicárselo a los padres: recién hay que hacerlo una vez que la decisión está madura y que se han consultado todos los trámites necesarios para el cambio. De este modo, no parecerá una decisión impulsiva ni infantil y no temerán (demasiado) que se termine por abandonar los estudios. Es importante escuchar y analizar lo que ellos tienen para decir, y si la primera impresión es crítica, tal vez sea mejor aplazar la conversación y pasarla para otro momento. Los padres también deben internalizar esta situación y puede que al principio no les resulte sencillo, pero con el tiempo probablemente la acepten.