La inteligencia artificial, una expresión que el diccionario define como la disciplina que se encarga de crear programas informáticos que ejecutan órdenes similares a las del cerebro humano, fue elegida como la «palabra del año» por la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE).
Se trata de una decisión que toma en cuenta la circulación masiva que este concepto ha tenido en los últimos tiempos, derivada no solo de sus alcances específicos sino también de los dilemas éticos que su aplicación genera.
La elección de esta palabra por parte de la institución que regula y legisla el uso de la lengua española se suma a las competencias similares que en las últimas semanas llevaron adelante también distintos diccionarios en lengua sajona como el Oxford o el Collins, entre otros, que consagraron en instancia similar a expresiones como goblin mode, permacrisis, ucraniano, inflación y gaslighting. Al igual que ellas, inteligencia artificial es reveladora de fenómenos que definen el espíritu de la época.
Concepto en medios de comunicación y el debate social
En su fallo, la FundéuRAE sostiene que este concepto se incorporó al diccionario de la Academia en su edición de 1992 por «su importante presencia en los medios de comunicación durante estos últimos 12 meses, así como en el debate social, debido a los diversos avances desarrollados en este ámbito y las consecuencias éticas derivadas».
La ganadora de este 2022 ha sido escogida entre 12 candidatas, varias de ellas relacionadas con la tecnología o las consecuencias derivadas de la guerra en Ucrania: apocalipsis, criptomoneda, diversidad, ecocidio, gasoducto, gigafactoría, gripalizar, inflación, inteligencia artificial, sexdopaje, topar y ucraniano.
El análisis de datos, la ciberseguridad, las finanzas o la lingüística son algunas de las áreas que se benefician de la inteligencia artificial. Este concepto ha pasado de ser una tecnología reservada a los especialistas a acompañar a la ciudadanía en su vida cotidiana: en forma de asistente virtual -como los que incorporan los teléfonos inteligentes-, de aplicaciones que pueden crear ilustraciones a partir de otras previas o de chats que son capaces de mantener una conversación casi al mismo nivel que una persona.
Sus implicancias éticas
También ha estado muy presente por las implicaciones éticas que supone el desarrollo de la inteligencia de las máquinas: las dudas sobre hasta qué punto el trabajo que es capaz de realizar esta tecnología supondrá la sustitución de ciertos profesionales ha sido uno de los grandes debates de este 2022.
Desde el punto de vista lingüístico, la expresión inteligencia artificial es una denominación común y, por lo tanto, lo adecuado es escribirla enteramente con minúsculas. «Es una denominación común y lo adecuado es escribirla con minúsculas», sostiene. Sin embargo, es habitual ver en textos “el empleo de su sigla, IA, que sí se escribe con mayúscula, y es preferible a la inglesa AI (artificial intelligence)”. La excepción, la escritura con mayúscula, “sí es adecuada cuando la expresión forma parte de un nombre propio, como en Instituto de Investigación de Inteligencia Artificial”.
Según FundéuRAE, uno de los desafíos que implica la inteligencia artificial es enseñar a las máquinas cómo emplear adecuadamente el español, a fin de conservar la unidad del idioma que comparten más de 500 millones de personas. Precisamente con este objetivo nació el proyecto LEIA de la Real Academia Española (RAE).
La FundéuRAE, patrocinada por la agencia de noticias Efe y la Real Academia Española (RAE), reconoce que inteligencia artificial no es un concepto nuevo, pero “ha sonado con especial fuerza en 2022 debido a la multitud de aplicaciones de esta tecnología: desde mantener conversaciones a escribir novelas”.
Esta es la décima ocasión en que la FundéuRAE elige su palabra del año, Las anteriores fueron escrache (2013), selfi (2014), refugiado (2015), populismo (2016), aporofobia (2017), microplástico (2018), los emojis (2019), confinamiento (2020) y vacuna (2021).