La industria láctea afronta un combo letal que pone en jaque a los márgenes, finos y acotados, que actualmente presentan. Con un proceso inflacionario que eleva los costos, un faltante de insumos que se agrava cada día más y un intervencionismo que complica más de lo que ayuda, las empresas surfean (como pueden) la ola en medio de la tormenta.
La visión de Ércole Felippa es contundente. Para el presidente del Centro de la Industria Lechera (CIL) y de la cooperativa láctea Manfrey (Córdoba) la situación “es extremadamente compleja” a la hora de analizar la rentabilidad de la industria. “Estamos en un momento muy complicado”, afirma.
- ¿Cuál es “la foto” del eslabón industrial hoy?
- Con un proceso inflacionario donde los costos aumentan considerablemente más que los precios, yo diría que es una situación muy compleja y creo que el dato objetivo de esta información es el mayor nivel de endeudamiento que se puede constatar a través de información del BCRA. Con una macroeconomía totalmente desquiciada, con un nivel de intervención del Gobierno en materia de fijación de precios (que tampoco se termina reflejando a nivel del consumidor) yo diría que la industria afronta un escenario extremadamente complicado. A eso, hay que sumarle además los problemas que generan la falta de insumos para los procesos productivos (repuesto para maquinas por ej), algo que continúa y se agrava cada día más. Por eso entiendo que estamos en un momento muy pero muy complejo.
- ¿Qué análisis hace de las medidas oficiales para el sector?
- Si tenemos que analizarlas, no solamente no ayudaron a neutralizar los efectos negativos, sino que los agravaron, como por ejemplo la implementación de los dólares diferenciales, con un impacto directo en los costos de producción, pero también los distintos programas de precios. Son todas cuestiones que, lejos de ayudar, han complicado. N siquiera cumplieron con el objetivo de llegar al consumidor con un mejor precio, porque está pagando los lácteos tan caros como los pagó siempre.
- ¿Qué reflexiones tiene sobre el mercado interno y el negocio exportador?
- La realidad es que hay una pérdida importante en el poder adquisitivo. En estos días leí algunos títulos que hablaban de una caída del consumo. Si analizamos datos oficiales, yo diría que no hay caída de consumo. Son datos que se sacan en función de producción más stock inicial, menos exportación y menos stock final, dividido por la cantidad de habitantes, lo que da un consumo per cápita que está igual o levemente superior que el año pasado. En el medio de eso, es real que hay un traslado yo diría hacia productos más básicos y hacia segundas marcas. También, por otro lado, las compras importantes que hace el Estado para programas sociales que en definitiva es consumo interno. Yo diría que en términos globales no hay caída de consumo. Ahora bien, cuando uno analiza un poco la situación exportadora del sector, hay factores ajenos a la cadena e incluso al Gobierno porque hay una caída importante en los valores internacionales de los lácteos que se exportan, pero a niveles históricos no son malos. El tema es que hay un atraso cambiario importante y eso hace que el negocio de exportar sea complicado.
Un sector que aporta “pocos votos”
Si algo tiene claro la cadena láctea es la falta de apoyo gubernamental. Sin distinción de banderas ni ideologías, cada Gobierno que pasa desconoce la realidad lechera y, por ende, carece de políticas efectivas para una actividad que dinamiza las regiones en el interior productivo.
“Probablemente tenga que ver con elpoco aporte de votos que hace nuestro sector”, Felippa con cierta ironía y un tinte de realidad.
- ¿Considera que los Gobiernos no comprenden la importancia de la actividad?
- Lamentablemente no se tiene en cuenta lo que dinamiza las regiones. El sector lácteo es un gran empleador o generador de empleo genuino, de calidad, pero además de una gran cantidad de puestos de trabajos indirectos que genera contemplando transportistas, recolectores, talleres, proveedores de servicios y demás. Con un nivel de exportaciones que el año pasado rondó los 1.700 millones de dólares, que no es poco para un país que necesita divisas.
Análisis sectorial
Para el empresario, la lechería cuenta con una industria “muy atomizada y muy heterogénea”. Al mismo tiempo, reconoce que hay grandes brechas en las calidades de las leches que se producen, a diferencia de lo que pasa en otros países.
“Esa heterogeneidad hace que una empresa priorice distintos atributos que contenga el producto en cuestión y a la hora de hablar de sistemas de pago, cada empresa priorizará en función de lo que necesita por el producto que elabora”, comenta.
Y deja una reflexión: “el 63% de los tambos produce casi el 50% de la leche tipificada en categoría D y E (unidad formadora de colonias y células somáticas). Si vemos eso, es una leche que ni siquiera está dentro de los anones del Código Alimentario Argentino. Nadie puede estar en contra de sistemas que valoricen los atributos de la leche y no que se tenga solo en cuenta el litro, pero ¿qué hacemos con ese 63% de los tambos?”.
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