Newell’s pasó del sueño a la realidad en pocas horas. Gabriel Heinze es el nuevo entrenador del equipo y la noticia sacude al mundo leproso. Algo similar, aunque con un impacto diferente, ocurrió cuando el Gringo dejó la Roma de Italia, aún vigente como jugador, para volver a Rosario y ponerse a las órdenes de Gerardo Martino.
En épocas donde otros técnicos del gusto de los hinchas y la dirigencia le dijeron que no al club con la pasión como excusa -tal es el caso de Sebastián Beccacece, quien argumentó no sentirse “preparado” después de irse de Defensa-, la decisión del ex defensor del seleccionado argentino, Real Madrid y Manchester United, entre otros, asoma como un gesto híper pensado y analizado, de parte de un obsesivo y meticuloso. Pero también sentido, desde el corazón.
Porque hace aproximadamente un mes que Heinze viene evaluando el potencial y las falencias del plantel leproso. Observando cada partido, tomando nota y sacando conclusiones. Porque cuando el ofrecimiento llegó, prefirió no apresurarse, tomárselo con la profesionalidad que lo caracterizó como futbolista y, según cuentan, también como DT.
El costado racional fue el que más tiempo lo tuvo carburando. El otro, el del corazón, no necesitaba demasiados cálculos ni especulaciones porque ya pasó por esa situación en 2012, antes de su primera vuelta a la ciudad que dejó muy joven para irse a probar suerte a Europa.
El entrerriano reveló, después de ser campeón en aquel equipo del Tata, que siempre pensó que, después de 15 años afuera, nunca volvería al fútbol argentino, pero que un día, de repente, se le metió la idea en la cabeza: “Tengo que jugar otra vez en Newell’s”.
El Heinze jugador se sentía pleno para competir en Argentina y después lo demostraría con un nivel superlativo dentro de la cancha. Y el corazón fue el que lo terminó empujando. ¿Por qué? “Se tiene que sentir adentro, no se puede explicar”, dijo él mismo.
Una década después de aquel primer regreso, a Sonry, apodo que le quedó de chico en su Crespo natal, se le presenta un desafío con varios puntos en común. Aquella vez eran la Roma o la posibilidad de seguir en Europa, con los millones de euros y una competencia de mayor jerarquía, la opción que le hacía fuerza. Hoy fue el llamado de Enzo Francescoli desde River para reemplazar a Marcelo Gallardo o también esperar otra propuesta, por qué no.
Y Heinze dijo no. No al estatus del fútbol europeo y la continuidad de una vida deportiva resuelta. Y ahora no a la posibilidad de tomar la posta del Muñeco en Núñez. Las dos veces fue para decirle que sí a Newell’s. El gesto, entonces, es racional y emocional. Pensado y sentido.
Al igual que en 2012, los riesgos son grandes, quizás mucho más grandes que las posibilidades de éxito. En contextos diferentes, porque el Gringo jugador se sumó a un plantel que se estaba poniendo en valor pero peleaba el descenso, y el DT, además de no tener construida a esta altura una carrera con los mismos laureles que la del futbolista, se hace cargo de un equipo que no tiene problemas con los promedios.
La segunda vuelta de Heinze es el riesgo y el deseo de estar en el primer amor. Como alguna vez lo pensó cuando jugaba. Como también lo hicieron Martino, Maxi Rodríguez y Bernardi. Era difícil imaginarlo desde la lógica y la razón. Pero no para él. Y para Newell’s, significa abrirle la puerta a un técnico con potencial que puede darle el salto de calidad que necesita.