A dos semanas de la segunda vuelta electoral, el sociólogo y asesor en políticas de comunicación Luis Alberto Quevedo consideró que Sergio Massa (Unión por la Patria) “llega mejor posicionado” que Javier Milei (La Libertad Avanza) aunque el debate presidencial del próximo domingo será decisivo: “Los ciudadanos lo mirarán con ojos de detectives y lectores de signos” aseguró. Observó que el candidato del oficialismo logró apropiarse de la palabra “cambio” y mostrarse como “entre un administrador de empresa y un cura párroco” con un “discurso ecuménico” hacia los votantes de las fuerzas que no llegaron a la segunda vuelta. Sobre Milei, sostuvo que deberá convencer tanto a propios como extraños de que “podrá gobernar con un sector de la casta que tanto criticó”, tras el acuerdo con Mauricio Macri. Sobre el desempeño de Juntos por el Cambio (JxC) dijo que no vieron que había una tercera fuerza además de la de Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich: “La de Macri que milita más por Milei que (lo que hizo) por Bullrich”.
Quevedo es investigador del área de Comunicación y Cultura de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) donde dirige varios postgrados en gestión y política en comunicación. También se desempeña como docente en la Universidad de Buenos Aires. Es asesor para diversos organismos públicos y privados, nacionales e internacionales, y autor de numerosas publicaciones sobre sus especialidades. Mantuvo un mano a mano con Rosario3:
—¿Cuál es el escenario político de cara al balotaje?
—Hay que mirar primero los tres tiempos de las elecciones que son muy diferentes. Las Paso, las generales y el balotaje tienen tres lógicas, tres discursividades y tres estructuras distintas. Las primarias presentan una dramática y una escenografía propias, más bien un lógica hacia adentro donde los ganadores tienen mucho para festejar, pero su principal tarea es que el rival interno acompañe en la general. Por eso Bullrich quería al lado suyo a Larreta y otros perdedores de esa primaria. Pasó lo mismo en Unión por la Patria cuando Grabois le ofrece a Massa su programa de gobierno. Las generales adquieren una dinámica muy distinta donde cada uno tiene otra perspectiva que incluye la percepción de cómo será el tratamiento en un eventual balotaje. Esto se vio claramente en los debates, que fueron muy vistos tanto en portales como en las señales de TV, por eso son tan importantes. Allí Massa estuvo tratando todo el tiempo de ser ecuménico con Schiaretti y Bregman, los asentía y hasta los trataba con el nombre de pila. Tuvo la audacia de entender que algo se estaba jugando para el balotaje. En cambio, Milei y Bullrich estaban convencidos que entre ellos estaba el rival de Massa en el balotaje; fueron muy duros, agresivos y ásperos mutuamente. Por eso, para la segunda vuelta aparece un escenario muy marcado por esa gran pelea y que ahora constituye una alianza muy difícil de digerir para ambas coaliciones. Y esos costos se están pagando, en cambio Massa fue muy condescendiente y ahora busca el voto de radicales, cordobeses y de la izquierda. Por eso Massa aparece mejor posicionado.
—¿Cómo puede impactar el debate del próximo domingo?
—El debate será muy visto y muy significativo para los ciudadanos quienes lo mirarán con ojos de detectives y lectores de signos. Hay mucha expectativa. Con respecto a Milei, las dudas son sobre su equilibrio psicológico, si sostendrá o no los tres o cuatro principios que esbozó como la dolarización, el cierre del Banco Central, los vouchers educativos o el fin de la coparticipación. Y en Massa la expectativa estará puesta en ver si podrá mantener ese discurso ecuménico con sus dos promesas: de hacer todo lo que pueda hacer como ministro de Economía también si es Presidente y la otra si dará una noción sobre su futuro político y económico en cuanto a la negociación con el FMI, la reforma impositiva, la redistribución del ingreso y el plan para frenar la inflación. Y lo que vamos a ver todos: si Massa logra sacar de su eje a Milei.
—¿Cómo analiza la irrupción de una figura como la del candidato de La Libertad Avanza?
—En el voto a Milei hay varios componentes. Primero, converge una tradición liberal argentina que viene desde el 73´, siguió en la UCD, el pacto con Menem, con pensadores e historia propios. Segundo, logró captar un electorado disgustado —no con la grieta— con la doble decepción que significaron los fracasos de Macri de ser mejor que el kirchnerismo y de Alberto Fernández a la hora de enfrentar poderes fácticos y contener la inflación. Hay un segmento de varones jóvenes que tienen esa doble decepción y le compran a Milei el discurso de “yo conozco el origen de los males y ese es la casta”. Ahora, le toca convencer que va a gobernar con parte de esa casta. Y en tercer lugar, la decepción con la democracia y allí se inscribe ese discurso de cambio en el régimen institucional, eliminación de la coparticipación, de gobernar por decreto, llamar a plebiscitos, y en definitiva que use la motosierra.
Lo que sucedió en Juntos por el Cambio
—¿Qué explicación hay sobre la caída de Juntos por el Cambio?
—La principal es que dentro de Juntos se creyó que la competencia era entre dos fuerzas. Una la de Larreta, más socialdemócrata y ajustada a la gestión del porteño y otros gobernadores; y la otra la de Bullrich, más de derecha, apelando al orden y al antikirchnerismo. Creo que no vieron la tercera fuerza y era la estrategia de Macri, primero de destruir a Larreta y después, terminar con Bullrich. Fueron muy pocas y austeras apariciones con poco entusiasmo por parte de Macri para con Bullrich. Ahora, se lo ve más activo, aparece en televisión, ofrece a economistas. Macri milita más a Milei que a Bullrich. Había un tercer jugador que jugaba para un tercer candidato. Es un hecho muy simbólico y muy fuerte el llamado pacto de Acassuso: el cierre del acuerdo se hace con Milei yendo a la casa de Macri, es casi una rendición de Milei ante Macri y eso le hace pagar un costo al libertario.
—Ahora, ¿por qué Bullrich pese a ganar la interna de JxC termina saliendo tercera en las generales?
—Porque el posicionamiento, que le dio éxito en las Paso, quedó desfasado de la agenda social para las generales. La sociedad no cree que el problema sea el kirchnerismo, aunque pueda rechazarlo. Es raro acusar a Massa de K cuando hasta los combatió y fundó su propio espacio. Bullrich quedó desubicada con ese posicionamiento, en cambio la contradicción que planteó Milei fue casta versus libertad.
—¿Cómo se entiende que Massa sea el más votado cuando la mayoría de los ciudadanos expresa la necesidad de cambio más que de continuidad?
—Es que hay que ver quién se adueña de la palabra cambio. A nivel nacional, el cambio es una palabra necesaria para responder a ciertas demandas: el nivel de inflación como gran desorganizador de la vida y no sólo económica, el nivel muy magro y desfasado de los salarios con respecto a otros indicadores macroeconómicos que están mejor, y la inseguridad donde sólo basta con mencionar lo que sucede en Rosario. El que viene a cambiar y dar respuestas a estas demandas no es necesariamente la oposición. Massa tuvo la habilidad de ponerse en el lugar correcto y ser también una opción de cambio. Exhibe una propuesta de cambio y no es riesgosa. Se muestra como una mezcla de administrador de empresas y un cura párroco, con gran capacidad de explicar la economía y el Estado a través de un sermón cálido y tranquilo.
Una mirada sobre las campañas
—¿Cuál es su análisis acerca de las campañas en estas elecciones? ¿Las vió más negativas o agresivas que las anteriores?
—Creo que las del 2015 fueron más sucias, con recursos más bajos, una serie de mentiras que fueron más dañinas y a las que los grandes medios concentrados acompañaron. Las de este año fueron con golpes bajos y una gran sorpresa: el caso Insaurralde no produjo los efectos deseados y hasta acusaron a Bullrich por no haberlo atacado a Massa con ello. La sociedad mira lo que tiene que mirar. La inflación es más grave que lo de Insaurralde.
—¿Qué elementos destaca de las campañas de 2023?
—Massa hizo una campaña serena y con novedades comunicacionales como jingles pegadizos, cierta estética diferente en afiches y discursos más relajados. Bullrich hizo una campaña más pobre que no salió del miedo al lobo y la destrucción del kirchnerismo. Y la gran novedad comunicacional fue la de Milei quien creó el personaje del león. No hizo actos políticos sino shows con pogo y donde el público cantaba. Sin embargo, Milei abandonó ese perfil rockero, disruptivo y popular que le dio tantos éxitos y seguidores, se asustó y quiso volverse un economista académico. Hubo algo de humor, pero no tanto, que apareció en los debates como el gatito mimoso de Bregman a Milei y en algunos tramos de la campaña de Massa.
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