Hace muchos meses se había previsto que el sábado a la medianoche se inscribiera una boleta electoral que diga Frente Progresista y llevase inscripto el nombre de Miguel Roberto Lifschitz en el casillero correspondiente al primer candidato a senador nacional. El motivo por el que no se cumplió ese designio es por todos conocido; por el contrario, lo que recién comienza a verificarse son las consecuencias de su muerte en la política santafesina y cómo las partes que actuaban siguiendo una órbita previsible en torno a su centralidad ahora están obligadas a reordenarse y posicionarse en el vacío dejado.
En ese contexto, si algo dejó en claro el cierre de las listas de diputados y senadores nacionales es que casi todos los liderazgos de la política santafesina están en discusión y que los tres grandes espacios electorales van a internas en busca de algo más que candidatos a diputados y senadores nacionales. Se trata de resolver liderazgos, hacer valer capital político, definir orientaciones, posicionarse para 2023, defender cuotas de poder.
Hay interna
Lo ocurrido en el peronismo tiene consecuencias imprevisibles. Finalmente habrá dos listas en las Paso del 12 de septiembre. Una lleva inscripto el nombre del gobernador Omar Perotti (como primer suplente del precandidato a senador Marcelo Lewandowski) y la otra la de la vicegobernadora Alejandra Rodenas (segunda candidata a senadora detrás de Agustín Rossi).
El gobernador intentó infructuosamente imponer sus nombres, impugnar otros y quedarse con el control de las listas. “Es el gobernador, cómo no va a poder armar las listas”, dicen en la Casa Gris. Sostuvo mientras pudo a Roberto Mirabella como su candidato a senador. Se topó primero con la negativa del gobierno nacional y luego con la férrea resistencia de medio peronismo que no entraba en sus planes.
De ahí nació un acuerdo político entre La Corriente (Rossi); Nuevo Espacio Santafesino (Rodenas y senadores peronistas); Frente Renovador (Oscar Cachi Martínez) y el Movimiento Evita, que colocará en el primer lugar de la lista de diputados a Eduardo Toniolli.
Abrazado a CFK
Perotti se anotó un tremendo poroto cuando el viernes a la tarde acordó con Cristina Fernández que Roberto Mirabella se bajase a la lista de diputados y que Marcelo Lewandowski, que no es perottista pero sí un aliado con el que comparte adversarios en el Senado y en Rosario, encabece la lista de senadores.
Para la presidenta también fue negocio redondo. Se quedó con los segundos lugares de ambas listas: su candidata María de los Ángeles Sacnun en la de senadores y la camporista Magalí Mastaler en la de diputados. Cristina ganaba, Perotti retrocedía pero conservaba el protagonismo, y Lewandowski suplía la falta de conocimiento de los otros dos nombres. Hay que prestar atención a esa lista, porque está conformada exclusivamente por nombres del cristinismo y del perottismo, salvo Lewandowski. Dicho al revés: no contemplaba la opinión del presidente de la Nación ni de la otra mitad del peronismo santafesino. Del tercer lugar de diputados para abajo son todos jefes comunales y el senador del departamento La Capital Marcos Castelló. Todos de Hacemos Santa Fe, el espacio del gobernador.
Tras el encuentro con Cristina, Perotti y Mirabella regresaron de inmediato a Rosario convencidos de que habían propinado un golpe de nockout a Rossi y la vicegobernadora. Citaron a Lewandowski a las 20.30 de ese mismo viernes en la sede del gobierno provincial para comentarle el resultado de la reunión y formalizarle el ofrecimiento. Un mes antes Lewandowski había visitado al gobernador para manifestarle que tenía interés en candidatearse para diputado nacional como parte de su estrategia de posicionamiento en Rosario para 2023. Probablemente no imaginó que poco tiempo después sería primer candidato a senador, un puesto reservado para pocos que bien trabajado puede proyectar bastante más allá de la ciudad.
El bigote, Massa y la orden que nunca llegó
Al mismo tiempo que Perotti estaba reunido con Cristina en Buenos Aires, Rossi y Rodenas recreaban en Rosario la foto de unidad de 2017 que marcó el puntapié inicial para la unidad partidaria y el regreso a la Gobernación, y la distribuían por redes sociales. El mismo lugar, las mismas ubicaciones, el mismo mate y el mismo termo. Era distinta la ropa y faltaba el bigote del ministro de Defensa, que ya no lo usa. Lo importante era el mensaje implícito: “Acá estamos dispuestos a ir a la interna”.
Los dos posaron sonrientes y dispuestos a doblar la apuesta. Por esas horas les tocó procesar la sorpresa por el acuerdo Cristina-Perotti, que si bien no cerraba las puertas a una participación secundaria, era más de lo mismo: les restaba protagonismo en la futura campaña, en las decisiones y los condenaba a lugares de la lista de diputados poco expectantes. En especial el cimbronazo lo sintieron Rossi y La Corriente: la vicepresidenta, que es “la conductora estratégica e ideológica” de todos los espacios kirchneristas, acababa de sellar un acuerdo que los obligaba a bajarse a o enfrentar a una lista que llevará su candidata.
Recompuesto de la sorpresa, Rossi se puso al volante de la ambulancia y salió a recoger los heridos que dejaba la movida unilateral de Perotti. Así fue que el Movimiento Evita, que no había estado en la consideración del gobernador, encontró la oportunidad de colocar el primer candidato a diputado.
Rossi también habló con Sergio Massa por teléfono. Acordaron la participación del diputado provincial Oscar Cachi Martínez en el tercer lugar.
Desde las primeras horas del sábado desde el lado de Perotti y Mirabella comenzaron a ver que Rossi, Rodenas y el resto seguían adelante en el armado de listas y que nadie desde Buenos Aires levantaba el teléfono y daba la orden explícita de desistir de la interna.
Cristina no mantuvo contactos con Santa Fe después del encuentro con Perotti. Sí los tuvo el presidente, que según el relato de las fuentes consultadas buceó opciones para que también Santa Fe tenga lista única, pero en ninguna de esas charlas sugirió que se bajara la lista. Ni en nombre suyo ni en el de Cristina.
Entre las 15.30 y 16 del sábado hubo una última charla entre Perotti y Rossi. El gobernador volvió a ofrecerle el tercer lugar de diputados; Rossi contrapropuso conducir él la lista de diputados y que el gobernador se hiciera cargo de la de senadores. Todo siguió como hasta entonces.
La versión del perottismo al cabo de todo un sábado de idas y vueltas es que “a pesar de la insistencia de Alberto y Cristina”, Rossi y compañía siguieron adelante. Esto abrió un mundo de conjeturas: ¿Alberto no pudo bajar al Chivo o no quiso bajarlo?
Esta última hipótesis está relacionada a algunas señales de resistencia del presidente hacia la voluntad del cristinismo. Por ejemplo, haber resistido que el jefe de Gabinete Santiago Cafiero se vaya de candidato a provincia de Buenos Aires, al igual que el ministro de Desarrollo Social Daniel Arroyo, para de esa manera liberar casilleros en el gabinete nacional. El presidente finalmente impuso a Victoria Tolosa Paz en Buenos Aires. De ahí que en las últimas horas en medios nacionales se preguntasen si ahora sí nace el albertismo, o al menos el presidente está dispuesto a generar poder propio. La insistencia desde hace varias semanas en que fuese Rossi quien encabezara en Santa Fe pareciera abonar esa teoría.
Resistiré versión PJ santafesino
Una parte del peronismo santafesino se acaba de plantar frente al gobernador y le disputará poder en las urnas, con el riesgo que implica que salga herido de esa contienda con dos años de gobierno por delante y sin reelección posible.
La interna no debe ser una sorpresa. Incluso desde antes de asumir hay choques entre el gobernador y sectores del PJ que lo llevaron a la Gobernación y que se sienten marginados, no tenidos en cuenta directamente y algunos hasta traicionados. Le achacan haberse encerrado en un núcleo muy pequeño de rafaelinos con los cuales pretende colonizar o someter a todo el peronismo santafesino. La gota que rebalsó el vaso, dicen, es haberse arrogado el derecho de decidir quién puede ser candidato y quién no y hasta “impugnar compañeros con nombre y apellido”. Este es el caso de Agustín Rossi; o los senadores del NES, con los cuales hay un prolongado enfrentamiento en la Legislatura.
En La Corriente sostienen que el gobernador tiene un capricho personal e ideológico contra Rossi a pesar de que recurrió a él y fue su aliado en los peores momentos de su gestión. Recuerdan que, junto con el Movimiento Evita, fueron los que “más bancaron” al ex ministro de Seguridad cuando ni los propios funcionarios del gobernador abrían la boca para defenderlo. También creen que el gobernador quiso impedir que Rossi fuera candidato para cortarle la posibilidad de instalarse como posible candidato a la Gobernación en 2023.
Perotti y Mirabella entienden que Rossi es un actor relevante, pero que después del conflicto por la resolución 125 en 2008 no pueden ir en una misma boleta porque los pone en contradicción con su base electoral, profundamente antikirchnerista. Lo curioso es que Perotti impugnó a Rossi pero terminó abrazado a Cristina y llevando a La Cámpora en su lista.
Es que quizás esa impugnación vaya más allá del sesgo ideológico y tenga un objetivo más pragmático, como evitar que la elección de 2021 posicione a Rossi para su próximo objetivo, que es dar la pelea por la sucesión de Perotti en 2023.
Competencia progresista
También en el Frente Progresista y en Juntos por el Cambio, el voto popular será el gran ordenador interno.
El Frente Amplio Progresista inscribió dos listas. Una de corte frentista con candidatos del partido del intendente Javkin, Radicales Libres, una pata socialista (el sector Bases), el Partido Demócrata Progresista y la candidatura a senador de Rubén Giustiniani, que marca su regreso a la coalición en una tratativa que había iniciado Lifschitz en sus últimos meses de vida y que concretó Javkin. En los otros lugares expectantes habrá radicales: María Eugenia Scmuck secundando a Giustiniani y Fabián Palo Oliver como primer diputado y detrás la socialista de Bases Carina Gerlero.
Una segunda lista es la del socialismo lifschitzta, que hoy es mayoría en la conducción de ese partido. Clara García encabezará la lista de senadores y la ex intendenta Mónica Fein la de diputados, secundada por el ex ministro de Economía Gonzalo Saglione, que por experiencia y capacidad sería una notable incorporación para el Congreso de la Nación. En el tercer lugar aparece Gabriela Sosa, de Libres del Sur. Es la única pata no socialista de esta boleta, evidentemente una apuesta de carácter sectorial destinada, más allá de los candidatos, a disputar capital político y los límites de la centralidad de Javkin como posible referente provincial del Frente Progresista tras la muerte del ex gobernador.
Sin embargo, esa decisión de asegurar posiciones propias tiene costos dentro del PS. En la lista no hay hombres o mujeres cercanas al ex gobernador Bonfatti ni de Fuerza del Territorio, sector éste último que no compartía la idea de enfrentar al intendente en una interna en el segundo año de gobierno municipal.
Tampoco figuran nombres propuestos por el intendente de Santa Fe, Emilio Jatón, que lidera el gobierno municipal más importante que conserva el socialismo y donde Fuerza del Territorio es la columna vertebral. Jatón, que apenas el lifchitzmo lanzó la candidatura de Clara García se sacó una foto con ella como muestra de apoyo, a la hora del cierre de listas se sintió desautorizado cuando no le permitieron poner el segundo candidato a senador. En ese lugar quedó un capitalino, pero no fue un nombre del intendente, sino el concejal lifschitzta Paco Garibaldi.
Jatón ya tiene su plan trazado: se recluirá en su ciudad, a militar la elección local donde consiguió “la hazaña” de ordenar a todo el Frente Progresista en una lista única.
Cuatro es multitud
Si de disputas de cuotas de poder, liderazgos y posicionamientos para 2023 se trata, Juntos por el Cambio, simplemente Juntos a partir de ahora, cumple todos los requisitos. Como fuerza política vuelve a tener expectativas de poder en 2023, y estas elecciones de medio término resultan óptimas para comenzar a pegar las partes de una coalición que la derrota electoral de 2019 demolió.
Macri entregó bastante rápido el liderazgo pero sin retirarse. Rodríguez Larreta asumió el armado electoral ya en plan candidato presidencial. La manija pareciera tenerla ahora el ala que ante la opinión pública aparece como la más moderada.
En Santa Fe, la inscripción de cuatro listas para las Paso suena a exageración, pero al mismo expresa múltiples situaciones que atraviesan a ese espacio. En primer lugar está en juego la disputa sobre quién o quiénes tendrán el control de la franquicia de Juntos en Santa Fe. Durante el gobierno de Macri, esa persona fue Federico Angelini, quien mantiene el respaldo de los popes del PRO e incorporó a Amalia Granata.
En segundo lugar varios de los que compiten en esta interna empiezan a probar si les calza el traje de candidatos a gobernador en 2023. Es el caso del propio Angelini, los ex intendentes de Santa Fe José Corral y Mario Barletta o el ex ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro, que debuta en Juntos tras el salto que la línea NEO de la UCR santafesina dio desde el Frente Progresista a Cambiemos. Esta semana, mientras desde las otras listas se sugería que podía bajarse o buscar un acuerdo con otro sector, Pullaro afirmó su candidatura con el acompañamiento de Martín Losteau y inscribió una lista con mucha injerencia de jefes comunales de la UCR y Gabriel Chumpitaz al frente de la lista de diputados como la pata PRO.
La dupla Corral senador-Roy López Molina diputado completó el casillero que había dejado vacío por si surgía algún acuerdo con otro sector. La segunda en la lista de senadores será la funcionaria de tiempo compartido entre el PRO y el grupo empresario de los influyentes hermanos Guillermo y Fernando Whpei Astrid Hummel, quien ya fuera diputada y titular del Instituto que regula el funcionamiento de mutuales y cooperativas (Inaes) durante el gobierno de Macri.
Este sector se presenta como el único que contiene en sus listas a todas las listas, incluida la Coalición Cívica. El desempeño de Corral, así como el de la lista radical que lleva a la periodista Carolina Losada o de Pullaro, es muy seguido de cerca desde el Frente Progresista, donde creen que si el ganador de esa interna es el único candidato PRO, es decir Federico Angelini, tendrán mayores chances de capturar el voto radical en las generales de noviembre.
En tercer lugar, volvemos al principio de esta nota. Mucho tiene que ver la proliferación de candidatos y disputas en Juntos con la ausencia de Miguel Lifschitz. Hasta el momento de su muerte, el ex gobernador influía sobre todo el arco opositor, más allá de las fronteras del Frente Progresista, y condicionaba los movimientos dentro del propio peronismo. El retorno del espacio de Giustiniani al Frente Progresista es un claro ejemplo: no sólo significó una incorporación sino que le quitó el socio natural al Frente Social y Popular que lidera Carlos Del Frade, quien a diferencia de Igualdad eligió conservar su identidad y seguir adelante con su candidatura a diputado nacional con el frente Soberanía Popular.
Pelea al borde de la cornisa
Quizás el intento fallido del gobernador por quedarse con el control total de las listas haya sido porque interpretó que ya sin la “amenaza” de Lifschitz en el horizonte puede prescindir de la “unidad en la diversidad”, o al menos de los menos dóciles. Hay algo que es real y que probablemente haya pesado en los cálculos del gobernador: si el escenario electoral de tres tercios sobrevive a Lifschitz y el voto no peronista se divide, las chances del peronismo santafesino son mayores.
Como sea, esa jugada terminó con una interna y una situación muy compleja, con el gobernador en una lista y la vicegobernadora en otro. Las cosas parecen haber llegado demasiado lejos, con lo cual habrá que prender velas para que la interna quede como eso, una disputa partidaria, y no se traslade al funcionamiento institucional de la provincia y la termine pagando toda la sociedad. Los márgenes son muy acotados. Cerca de Rossi dan garantías de que eso no va a ocurrir. Aseguran que nadie dejará de trabajar como lo estaba haciendo, que no le quitarán el apoyo al gobierno provincial porque además eso reduce las chances de triunfo electoral y que no se escuchará a nadie de ese sector hablar mal o denostar a los adversarios. En definitiva prometen una interna ordena y respetuosa.
¿Será posible habiendo llegado hasta aquí? El riesgo que en uno de los espacios o en los dos el enojo pese tanto como la estrategia a la hora de las acciones. Ese es el momento en el que hasta el plan más racional corre riesgo de desbarrancar. Ojalá no suceda.