Este domingo se llevó a cabo el debate de candidatos a la gobernación santafesina. Y otra vez, como ya pasó en el frente a frente de los candidatos a intendente de Rosario de la semana pasada, el cuerpo habló y dijo mucho. Los de este domingo fueron cuatro candidatos –Maximiliano Pullaro, Carla Deiana, Edelvino Bodoira y Marcelo Lewandowski–, cuatro maneras de vestir, moverse y decir. Y algunos casos, de leer.
La vestimenta. De los cuatros, la candidata del Frente de Izquierda se destacó por el color de su remera, verde manzana que significa juventud, crecimiento y esperanza. En un contexto de formalidad como el debate, un blazer podría haberla equiparado al resto. El más formal –acorde a su mensaje–, fue Bodoira, con corbata incluida. Pullaro, por su parte, usó el saco desabrochado. La regla del protocolo indica que sí debe estarlo cuando el interlocutor está de pie. Quizás fue una estrategia para parecer menos rígido.
Los lentes, fueron todo un tema. Sólo Bodoira no usó. Algunos especialistas afirman que son una barrera que se interpone con el otro. En el caso de Deiana, el marco blanco a veces ocultaba sus ojos.
Si bien son necesarios, es recomedanble quitarlos en algún momento para demostrar cercanía. De hecho, Lewandowski se mostró en un momento dado sin ellos.
La postura. También fue Deiana la que se presentó con más seguridad, contundencia y buen manejo de los tiempos y del cuerpo: sus manos acompañaban lo que decía. Ahora bien, enunciaba algunas afirmaciones en tono de interrogación lo que por momento quitaba contundencia a su mensaje.
Pullaro, por su parte, fue el único que sonrió cuando lo presentaron. Pese a ello, hubo falta de preparación a la hora de expresar las ideas. Por momentos parecía un discurso aprendido de memoria, robotizado y con falta de emoción. Y eso se notó en el cuerpo y el rostro. Fue el claro ejemplo de hablar sin emoción, aún cuando al final se definió como “un apasionado por la función pública”, pero sin énfasis alguno. Generar y jugar con los tonos y matices de la voz, es la primera regla de un buen discurso.
Lewandowski, en tanto, tuvo un “error de principiante” pese a estar totalmente aclimatado a las cámaras por su trabajo como periodista: su cuerpo se movía demasiado. Si bien, jamás se recomienda tener el cuerpo rígido en una disertación, es conveniente mostrar equilibrio en la postura. Se lo vio muy atado a sus papeles, y para mirarlos bajaba y ocultaba su rostro, se sabe, principal fuente de expresividad.
También escondió su cara cuando mostraba los carteles, sumado al error de exponer uno de ellos del lado del reverso.
Con todo, su tono fue adecuado y seguro, aunque por momento se vio cierta incomodidad cuando cuando jugaba con la birome.
Bodoira también se movió demasiado y su mirada, por momentos pareció perdida en el techo, a los costados, o en cualquier otro lugar que no fuera la cámara. Asimismo, no supo administrar sus tiempos y reiteradamente se tocó la nariz, que indica incomodidad y nerviosismo.
Muletillas. Más allá de algunas afirmaciones con tono de interrogación, Deiana no incurrió en errores de oratoria. Lewandowski tampoco. Bodoira, en un claro ejemplo de discurso improvisado y poco preparado, usó y abusó de “eee”; y a Pullaro, por momento, se le cortaba la voz o no modulaba correctamente algunas palabras. Algunas consonantes finales como la “d” –“complejidad” o “salud”– no se escucharon. Cometió, incluso, algunos furcios en su dicción.
De yapa: los soportes y el final. Tanto Lewandowski como Pullaro Y deiana usaron carteles para reforzar sus mensajes, pero en el caso del candidato de Unidos, las luces del estudio se reflejaban en el papel brilloso e impedía ver con claridad gráficos y números. Por eso, se aconseja siempre chequear antes cualquier dispositivo que use como refuerzo al propio discurso, para que se incorpore de la mejor manera. En el caso del candidatos de Juntos y del de la Izquierda, al mostrar los carteles a veces se tapaban la cara.
Y por último, los finales. Los cierres tienen que ser aprovechados al máximol. Es lo último que le queda al público. Y sin embargo, se escucharon muletillas, discursos “aprendidos de memoria”, otros improvisados y golpes de mesa.
*María Alejandra Di Mónaco es licenciada en Comunicación Social, Locutora nacional con más de 30 años de experiencia, y especialista y asesora en oratoria y comunicación no verbal, media training y public speaking.
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