Los sindicados homicidas del chofer de la línea K Marcos Daloia siguen prófugos y al menos el conductor de la moto está formalmente identificado. El gatillero, se dijo en la audiencia de este martes, sería otro adolescente, de 17 años. Detrás de la organización de este asesinato del 7 de marzo, los fiscales ubicaron a Axel Uriel “Franco” Rodríguez, quien hace una semana fue allanado en Provincia de Misiones al 2200, barrio Santa Lucía.
Su nombre se repite en la causa del crimen de Bruno Bussanich; en la tentativa de homicidio de un chofer de la línea 122, de la noche del 6 de marzo, y en la colocación de un trapo tumbero con amenazas, el día 9, en Oroño y Circunvalación.
Su domicilio fue perfilado como una especie de base logística para la previa de los ataques, encargos que habría recibido de presos de Ezeiza. Axel, dijeron los fiscales, poseía una tobillera electrónica para que la Justicia monitoree sus movimientos, puesto que se encuentra ligado a un proceso penal por homicidio que tramita en el juzgado de Menores.
A Axel lo señalan como alguien ligado a los intereses delictivos de Claudio “Morocho” Mansilla, cuya sombra, como la de Esteban Lindor Alvarado –ambos presos–, sobrevuela detrás de la instigación de algunos de los hechos.
Al igual que a la facción de Alejandro “Chuky Monedita” Núñez, a esta banda le atribuyen usar menores para disparar: el que mató a Daloia, según un testimonio sería un tal Lauti, de 17 años.
Según los investigadores, uno de los cómplices de Axel es su vecino José "Chori" M., que está prófugo y es sindicado como el piloto de la Honda Twister de la que bajó el joven sicario de “gorro piluso y remera blanca” que mató a Daloia con dos tiros de una pistola .380.
La misma moto había aparecido la noche anterior en el ataque a tiros al chofer de la 122 en Cerrito y México. En este caso, el trabajador salvó su vida porque al gatillero se le trabó el arma.
El paradero de la moto se supo gracias a un hombre que, tras el crimen de Daloia, siguió a los autores y aportó el dato al 911, recién a la mañana siguiente, cuando superó el miedo. En un principio, cuando vio huir a los de la moto por barrio Belgrano, creyó que se trataba de un robo.
La Twister estaba en un aguantadero de Nicaragua al 2215, de donde unas 14 personas quedaron presas por encubrimiento. Había también allí ropa de los autores del crimen. Los detalles ya fueron ventilados en la audiencia del 15 de marzo.
En el caso Bruno Bussanich, se dijo que Axel Rodríguez gestionó el encargo y le propusieron como mano de obra al gatillero DMG, el adolescente no punible de 15 años, señalado como responsable de las muertes de al menos un taxista. El aporte del adolescente, dice un testimonio, lo hizo la gente de Chuky Monedita.
DMG llegó a Santa Lucía en un Uber desde el barrio Tiro Suizo. Le pegaron el viaje y recibió instrucciones por videollamada de un recluso de Ezeiza. Una sospecha apunta que el interlocutor podría ser Morocho Mansilla.
Una mujer acercó un cartón vescrito, el mismo que apareció luego en la estación más tarde. Después, un sujeto apenas identificado con un apodo llegó con un Fiat Duna modelo 1993 –robado en diciembre–, y otro ofició de conductor para llevar al menor a la estación Puma de Mendoza y Donado, el punto elegido para “matar a cualquiera y dejar la carta”.
En el coche, había bidones de nafta para luego prenderlo fuego. Toda esa logística rodeó al crimen azaroso del playero.
Después de matar a Bussanich, DMG volvió al domicilio de Misiones al 2200. Allí quemaron su ropa en la vía y el chico devolvió el arma. Al otro día le pagaron 400 mil pesos que le acercaron en un pasillo de Alem al 4000, en barrio Tablada.
Esa plata, contaron en la audiencia, DMG la usó para saldar una deuda con Gustavo “Gusti” Márquez, ya mencionado organizador de la logística de los crímenes de los taxistas. Ocurre que días antes DMG le había perdido una moto que abandonó en medio de una persecución con la policía en barrio Tablada, dice un testimonio.
El rodado terminó secuestrado y, de acuerdo con los fiscales, Márquez vio la oportunidad de cobrarle la deuda con un trabajo tercerizado para la gente del Morocho Mansilla.