Los cabos sueltos que dejaron los homicidas del bombero retirado José Coelho De Sousa De Melo (84), que fue estrangulado en su casa de la localidad de Pérez el 21 de agosto, fueron clave para su posterior arresto. En pocos días, dos sospechosos fueron detenidos a partir de evidencia muy comprometedora que los ubicó en la escena del crimen, antes y después de concretado el hecho.
Varios testimonios coincidieron en que la relación entre José Coelho y María Luz Hidalgo (39), su empleada doméstica, no atravesaba un buen momento.
Testigos señalaron que una semana antes del desenlace fatal, Hidalgo se había llevado a su perro, que había vivido por lo menos seis meses en lo de Coelho. Además, otras voces indicaron que la mujer y el otro imputado, Daniel David Ramírez (24), atravesaban serios problemas de consumo de cocaína.
El incidente previo
Como si fuera la escena de una serie policial, en la noche del lunes 21 de agosto, la Policía se presentó en la casa de Coelho, ubicada en Rivadavia al 900, cuando el hombre se encontraba discutiendo con Hidalgo y Ramírez en la vereda.
Pero, según consta en la investigación, el dueño de casa dijo que no había llamado a la policía y manifestó no tener intención de hacer denuncia alguna. La mujer dijo que se había hecho presente para retirar su ropa y pertenencias tras ser echada del trabajo. Coelho le recriminó la presencia allí de Ramírez que, al parecer, le guardaba encono, celos y mantenía una postura violenta.
Finalmente, las dos policías se retiraron. Antes, identificaron a Hidalgo, que dio un nombre y DNI falsos. Eran cerca de las 20.30 y, minutos después, Coelho fue emboscado dentro de su vivienda. El hombre fue golpeado en la cabeza y, con un cable Hdmi y una media, le cortaron la respiración hasta la muerte.
“Matamos al viejo”
Al otro día, a un vecino le pareció extraño que las luces de la casa se mantuvieran prendidas. Por lo que anotició al hijo de Coelho. El horror no tardó en ser descubierto. Encontraron el cadáver y de la vivienda faltaban dos televisores, un celular y documentación.
En medio del procedimiento policial, un remisero se presentó decidido a aportar datos. Era un chofer de una empresa ubicada a una cuadra. El hombre contó que la noche anterior, una mujer que vestía una pupera y calza negra se acercó a la remisería y solicitó un auto para la casa de Rivadavia 975. Desde esa vivienda, dijo, trasladó a la misma mujer y a un joven “petiso, robusto, de pelo corto, el cual vestía remera y jeans”. La pareja cargó dos televisores y pidió ser llevada a Vélez Sársfield y Fraga. En el camino, el remisero los notó nerviosos y a ambos se “les trababa la mandíbula”.
Luego, a partir de archivos policiales y de la Central 911, el personal de la División Homicidios obtuvo el domicilio exacto de Vélez Sársfield al 6400, que pertenece a Ramírez, ya por entonces identificado al igual que su pareja.
La entrevista a una familiar de María Luz Hidalgo aportó más certeza. Esta testigo contó que el lunes, Hidalgo le dijo por teléfono: “Tengo que decirte algo: matamos al viejo”. En otro extracto de la declaración, la testigo contó que Ramírez se responsabilizó de cometer el crimen
“Durante la conversación estaba drogada. Hacía como dos días que venía drogada. Yo le pregunté si ya estaba dura [drogada con cocaína] y me dijo que sí. Se le notaba, empieza como hablar como con la nariz tapada, se le caen los mocos, no dice algo coherente. Por eso en un principio no le creí”.
Además, Alejandro, uno de los hijos de Coelho, aportó que el martes dos personas de Rosario se hicieron presente en la casa de su padre para devolverle el DNI de su padre y una tarjeta que encontraron tirados en Cullen y Vélez Sársfield, esto es, a escasos metros de la casa de Ramírez.
El jueves 24, en un segundo allanamiento, los sospechosos fueron detenidos en la vivienda de Vélez Sarsfield al 6400, en la zona donde horas después del homicidio terminaron el viaje en remís que había comenzado en la casa de Coelho.
Ramírez e Hidalgo fueron imputados por el fiscal Matías Edery como autores del delito del homicidio calificado por alevosía y ensañamiento. En la audiencia realizada este domingo, el juez Gustavo Pérez de Urrechu aceptó la acusación y confirmó la prisión preventiva de ambos por el plazo de ley de hasta dos años.