Esta semana la crónica policial contó que una mujer de 71 apareció muerta en un pozo ciego de Villa La Cariñosa. No supimos su nombre, los detalles de su vida y el porqué del suceso. Me quedé impactado por el informe policial. La mujer de cabezas dentro de un pozo lleno de excrementos en el final de su vida. Un verdadero horror. Sin milagros que lo eviten.
Ese mismo día conocí a Leda Bergonzi. En medio de la agenda atravesada por esas oscuridades apareció en el estudio de radio con tres de sus colaboradores para dialogar sobre los enigmas de su impactante aparición en la ciudad. Pregunta lo que quieras, desafió.
Vestía como una mujer sencilla en una mañana de verano. Una solera blanca, sandalias. El cabello oscuro y abundante hacia atrás. Sus cejas delineadas con prolijidad. Leda, es además una mujer coqueta. Los que se encuentran con ella destacan lo mismo.
Detrás de esa persona sencilla, humilde y “demasiado” corriente, algo produce la luz necesaria para atravesar cualquier oscuridad. Y sobre sus dotes, una cuestión de fe deambula como respuesta a los enigmas: ¿cura, sana, vence al mal?
Hablamos mas de una hora. Trató gentilmente de responder paciente sobre las dudas del cronista. En el dialogo la acompañó Federico Arias, el gran Torpedo de los extremos que Central y Velez disfrutaron hace 20 años. Fede, no solo es el ex aguerrido delantero que perforaba las defensas para que el equipo llegara al gol. Hoy asume con humildad y compromiso ser un defensor ante la incredulidad.
¿Puede esta mujer sencilla curar enfermedades? Leda invitó al cronista a participar del último evento del año. Fui con la paciencia de saber que iba a atravesar mucho de lo que no creo. El mundo mágico que propone la fe a aquellos que devotos transitan sus templos.
En el gran salón Metropolitano Fabrizio, el marido de Leda, anunció que más de 9 mil personas estaban ahí, con ella. El hombre con una vieja y desgastada Biblia en la mano le habló con simpatía a los presentes como un pastor a su feligresía. Los detalles de la ceremonia pueden conmover a las tradiciones de la religión católica: lo vi al Padre Juan Pablo Núñez, sacerdote que enfrentó al mundo narco desde su parroquia María Reina, feliz de tocar la batería en las canciones que alaban a Dios en una misa festiva.
Los curas, los fieles, los colaboradores, una misa enorme que sudaba la urgencia de quienes con secuelas de quimioterapia se hincaban ante Leda. Lágrimas reales, sin el artificio de un set de cine, contagiosas también, caían en las mejillas de los que necesitan ver y no ven, los que necesitan caminar y no caminan, de los que necesitan oír y sin saberlo son sordos. Así es. El desierto pide agua y ella dice convencida ser la herramienta para esos lagos de agua dulce.
¿Es ella el puente a los Milagros?
La institución religiosa la celebra. Las religiones necesitan almas para salvar y en esa competencia también hay cosas que apuntar. No dependen de Leda ni su carisma, pero si de una institución que se maneja con la frialdad de los números. El poder es una palabra que determina muchas firmas, muchas inquietudes en el tiempo de “no hay plata” que vive Argentina. ¿Es la fe judía, la evangélica, la católica, la cristiana, el agnosticismo lo que acompaña al que firma el posible confort presente del país?
La ceremonia comenzó a las 12.20 con una gran misa. Siguió parte de la Orquesta Sinfónica de Rosario, las palabras del marido de Leda, que con amabilidad dio un dato impactante. ¿Cuánto tiempo pasa la mujer con cada una de las nueve mil personas que la visitan semanalmente? Seis segundos. Solo seis. Es el tiempo que dedica a atender y tratar de entender a todos. Seis segundos.
Las canciones, los videos de Ricardo Montaner en la larga espera, el sufrimiento de la mayoría de esas personas que van con una mochila cargada de reclamos a ese mismo Dios que no pudo evitar el ingreso del cáncer que los está matando. Para cada puñal, cada reclamo, la sonrisa amplia y generosa de una mujer preparada para esas dudas.
Estuve seis horas el martes pasado, con gripe y un poco de fiebre de verano, entre las filas de un público que fue a verla en busca de esos milagros. A mi Lado, el Pájaro Gómez, cantante de Vilma Palma, me confiesa que fue a buscar algunas respuestas. “Vengo con necesidades porque fue un año duro pero ver tanto dolor alrededor me hace dar gracias”, dijo. A su lado Dai, una joven mujer con dos chupetes, me dice que solo está allí para que Leda le diga que todo va a estar bien. Y eso que es sencillo termina siendo muy potente.
No dejo de mirar las secuelas que la quimio hace en algunos cuerpos. Muchos estamos yendo a la muerte con más velocidad que otros. Es humano creer que se puede postergar ese trámite, creer que Leda tiene herramientas para evitar el dolor, el sufrimiento o el pasaporte para transitar una frontera para verlo a Él. ¿Se cree más en los milagros a la hora del entierro? como cantó una y otra vez Baglietto.
Vuelvo a escuchar la grabación de la entrevista de radio buscando pistas. Quién es esta mujer que tanto bien hace en una ciudad abandonada a la oscuridad del narcocrimen. ¿Es cierta la ficción del milagro?
“Nosotros nos conocemos Caferra. De otro tiempo, de otro lugar”, me dice enigmática Leda al cierre de la entrevista. Quedo rebotando buscando en la memoria detalles de ese rostro, de esa voz. ¿De dónde? repregunto.
Ella gentil da detalles de cómo hace 20 años atrás traía el desayuno diariamente a la Radio en la que trabajaba entonces (LT8). Nos reímos un poco de la anécdota, del bar Barra Dorrego de Córdoba al 1800 y ese viejo aunque fresco recuerdo, porque claro, el tiempo pasa para todos.
Leda, un enigma conveniente.
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