Este viernes a las 20.30, en Teatro Mateo Booz, San Lorenzo 2243, el filósofo y ensayista Darío Sztanjszrajber presenta Desencajados, el espectáculo en el que dialogan música, filosofía y teatro en un cruce provocador.
Esa articulación “fuera de caja” que comenzó en 2012 lleva ya cinco años recorriendo escenarios fronteras adentro y afuera del país, convocando a un público heterogéneo y diverso. Y este viernes, ofrece la función despedida del presente ciclo.
“Cuando empezamos Desencajados, en 2012, jamás pensábamos en llegar al 2017 con salas llenas, con un público que apuesta a una experiencia realmente experimental, arriesgada; animada por ese deseo de sacar a la filosofía de los lugares clásicos”, explicó Darío Sztanjszrajber a Rosario3.com.
Hacer filosofía es una manera de pensar diferente a las formas de pensamiento normalizadas
La apuesta fue –y es– la de un espectáculo que al mismo tiempo entretenga y haga pensar con el fin de desmontar aquello de que “el entretenimiento es vacuo y que pensar aburre.” Una síntesis desencajada.
A lo largo de dos horas y media, reflexiones filosóficas “irreverentes” junto a canciones de Charly García y Luis Alberto Spinetta logran allanar cualquier resistencia “a esta especie de autorreflexión radicalizada” que pone entre signos de interrogación “nuestras verdades más primigenias.”
“Hacer filosofía es una manera de pensar diferente a las formas de pensamiento normalizadas”, sostuvo Sztanjszrajber. “Esas formas obturan otros formatos posibles que encaran la pregunta por el sentido desde una perspectiva distinta, más animadas por el deseo de cuestionar o de preguntar para desestabilizar las certezas impuestas en el sentido común epocal que por una búsqueda de respuestas.”
Para el también conductor de Mentira la verdad (Encuentro), el ejercicio de interrogar(se) no conlleva la espera de una respuesta sino que tiene como objetivo “destituir las respuestas hegemónicas”: “Toda filosofía es política porque cuestiona un orden establecido que imposibilita otros órdenes tan legítimos como el establecido.”
En esta cosmovisión hegemónica, el conocimiento es el andamio principal. “No hay poder más eficiente que aquel que logra, con la complicidad del conocimiento, instalarse como verdad epocal, como única forma de darse las cosas”, abundó el entrevistado.
Para este orden que ha sido naturalizado, dudar, interrogar y cuestionar socavan sus bases.
“La filosofía es fuertemente subversiva porque es desde el mismo saber que plantea la posibilidad de una implosión de esa complicidad y, entonces, evidenciar que toda verdad es siempre situada, interesada.”
Esa potencialidad hace que la filosofía tenga mala prensa y “empuja a ubicarla en el lugar de lo inútil”, de lo “aburrido” y “solemne” o “como cosa de volados o de drogones” para restarle crédito.
Ese ha sido “el gran éxito del sistema”, ubicar un lenguaje que lo cuestiona de modo radical “en el lugar de la disciplina que no incide sobre lo real.”
No hay poder más eficiente que aquel que logra, con la complicidad del conocimiento, instalarse como verdad epocal, como única forma de darse las cosas
—Estamos en un tiempo en el que parece que existimos sólo en relación con el afuera, con eso que somos y mostramos y que está mediado por las tecnologías y las redes. Si presuponemos que los sujetos y las sujetas cartesianos/as (y analógicos/as) estamos en crisis, junto con la interioridad ligada a la búsqueda del ser, ¿hacia dónde vamos?
—Creo que es muy importante una deconstrucción de la de interioridad que, así como ha generado cuestiones muy negativas, también ha generado dogmatismos muy nocivos. Esa interioridad terminó construyendo una idea esencialista del ser humano que sirvió como forma de exclusión y de clasificación jerárquica. Esa alma, esa interioridad, ese ser moderno propio del cartesianismo siempre fue blanco, burgués, heterosexual, macho; con todas las características propias de un eurocentrismo que, en nombre de la naturaleza de lo humano, logró extrapolar su interés como interés de todos. Me parece que en ese sentido, la conciencia de que el sujeto está sujeto, foucaultianamente hablando, entender que ese Yo está constituido por fuerzas que lo trascienden y lo condicionan, nos permite ir, de algún modo, promoviendo una cultura más crítica.”
Desencajados: con Darío Sztajnszrajber, Lucrecia Pinto, en voz; Chino Capici, en guitarra; Lucas Wilders, en percusión; y Juan Finger, en bajo. La puesta en escena es de Juan Bautista Carreras.