Es hombre de radio y se nota apenas comienza a hablar. Sus cadencias y el timbre personal de su voz no ofrecen lugar a dudas: es Héctor Larrea (“Hetítor”, como se autodecía cuando asumía la conducción del maratónico Rapidísimo, Radio Del Plata, Continental y Rivadavia) o la animación del recordado “Seis para triunfar” (Canal 9 Libertad), entre tantos éxitos radiales y televisivos.
El mismo que se reconoce oyente de radio desde que tiene uso de razón; el que entendió que la radio era alegría cuando vio que su madre volvía a sonreír, tres meses después de la muerte de su padre, al escuchar el humor de Jaime Font Saravia en El relámpago (Radio El Mundo).
En diálogo con el programa Punto Medio (Radio 2), en el día de su cumpleaños número 85, Larrea desliza recuerdos –sus comienzos en la propaladora de Bragado, sus primeros trabajos en la administración de un frigorífico y la Dirección General Impositiva (DGI)–, precisa fechas, menciona referentes (“Le escribí una carta a Antonio Carrizo y me dijo que hiciera la secundaria antes de ser locutor”) y desanda los sentimientos al llegar desde su pueblo natal (tras su paso por Pehuajó, donde lo había trasladado la DGI) a la gran ciudad de Buenos Aires. “Eso sí que fue bravo. Si tenés plata no pasa nada, pero si no tenés, como en mi caso, es muy bravo”, rememora y describe pensiones, baños compartidos con muchas personas y poca plata para comer. “Los porteros hacían churrascos y yo no tenía plata ni comida. No sabés lo que es sentir el olor de un churrasco cuando tenés hambre”.
Larrea afirma que siempre hizo programas para la clase media baja y baja porque era la gente a la que él entendía. “Yo me dirigía a la gente como yo” y en relación con la estructura interna de su programa que llegó a durar cinco horas, señala: “Contraté muy buenos artistas y grandes guionistas. Dividía el programa en bloques de medias horas. Teníamos informativo, humor y cuadro musical. Música internacional, tango, folklore, tango, bolero (se repetía el tango).
Una vez en Buenos Aires, aunque él quería trabajar en radio como locutor hizo, por recomendación, el camino inverso y logró entrar a la televisión –visto bueno del empresario Goar Mestre, fundador de Canal 13– para hacerse conocido y así conseguir proponer el programa radial que tenía en mente. “Yo quería trabajar en radio El Mundo; televisión no miraba”.
Pero no fue fácil. Una vez que ingresó a la radio, le dieron apenas un espacio de media hora, en la que él intentaba hacer todo lo que quería, a velocidad. “Por eso le puse Rapidísimo”, cuenta y remarca que el conductor de radio tiene que tener una parte artística. “Ese encanto es necesario para llegar a la gente. Es el arte el que llega”, sostiene.
Después de una vida de radio, afirma con convicción: “No extraño el aire. Hice todo lo que quería hacer en radio, pero sí sigo conectado como oyente. Escuchando, hago la misma barrida que hacía cuando era chico. Escucho todo. Todo tipo de música y también periodismo. Escucho unas 10 radios a lo largo de todo el día”, cuenta Larrea y pide a los periodistas “que no se enojen tanto”.