Prólogo
Charly García iguala. No voy a afirmar que da lo mismo haberlo visto una o veinte veces, pero la sensación previa a un recital siempre se asemeja a la de un estreno.
Pasa que hay un apetito compartido por ese virtuosismo devenido en chispazos en los que García hace posible lo imprevisible: que la música te lleve a otro lugar. Y eso hizo en todos estos años, solista o en banda, con inspiración propia o ajena.
Quizás por ello, por tener ganada una parcela en el Olimpo del rock argentino, es que, pese al final anticipado, el concierto del último miércoles no terminó en queja.
Spoiler
Antes de que al show le cuelguen el cartel de “fin” o, en palabras de la producción, “le subió la presión. Los médicos le sugirieron no seguir cantando. Se decidió preservar su salud”, hubo momentos de mucha música. Y también intervalos en los que el músico era asistido.
“Ya está”, pensás. Qué más le podés pedir a un artista cuyo edificio sonoro es también el soundtrack de tu vida.
Más que un vicio
En la otra margen, los datos duros indican que La torre de Tesla se encendió a las 21.25 y dejó de transmitir en algún momento entre las 22.30 y las 22.50, si es que consideramos a los citados intervalos como parte del concierto.
Que tocó algo más de una hora y 14 canciones. Que la primera fue “El aguante” y la última, “Shisyastawuman”. Que dos generaciones (de los 20 a los 50 y pico) se repartieron en cuatro mil butacas.
En la base de la Torre estuvieron Fabián Von Quintiero, en los teclados; Rosario Ortega, en los coros, Kiuge Hayashida, en guitarra eléctrica; Carlos González, en bajo; y Toño Silva, en batería. El escenario lo coronó García, sentado al piano.
La banda fue creciendo a medida que avanzaba el recital y recién en “Cerca de la Revolución” (cuarta en la lista detrás de "Instituciones" y "No soy un extraño") empezó a mostrar lo que vino a tocar.
Pero algo pasaba: hubo cruces de miradas en el escenario y un Charly que entró tarde en un par de oportunidades. Entonces, se anunció el primer corte.
“Vamos a hacer un pequeño intervalo”, dijo el bicolor que luego pidió “al cortinero” que bajara el telón que lo separaba del público.
La lista de temas encadenó “La máquina de ser feliz”, “King Kong”, “Lluvia”, y“Believe” con nuevas suspensiones. Y ya con Rosario Ortega sentada junto autor de La hija de la lágrima.
“No tenemos cortinero, no tenemos dólares, no tenemos nada”, lanzó García desde el escenario, en una noche en la que en el techo semicircular del predio rebotaron los insultos (cantados) a Mauricio Macri y fue abrazada en aplausos la bandera en rechazo a los ajustes a la educación pública.
Montada en el centro del escenario, la réplica La torre de Tesla emitía señales eléctricas cada vez que la encendían. A los costados, dos pantallas reproducían desde fragmentos de películas –Piscosis, King Kong, El increíble hombre menguante– hasta recortes de recitales del ex Sui Generis.
“Yendo de la cama al living”, “In the city tha never sleep”, “Asesiname”, y “Cuchillos” continuaron en la lista, también con blancos de tiempo entre ellos.
Esos inesperados espacios entre canciones fueron habitados por charlas variopintas. Hipótesis en torno a qué ocurría, formaciones y anécdotas de “los recitales de Charly que vimos” y menciones a quienes ya no estaban: Epumer y el Negro García López. Estos fueron los "trending topic" de una parte de las gradas. Lo que se dice "el aguante."
“No llores por mí, Argentina” –que más que un “pico emotivo” fue el estribillo de la catarsis– y “Shishastawuman” sellaron la suerte del concierto.
Lo que siguió fue, nuevamente, las luces encendidas.
La incertidumbre entre el regreso del bicolor al escenario y intervalo definitivo se saldó con un tuit de José Palazzo, mánager de Charly y uno de los productores del show. En tiempos de redes sociales, un posteo le puso punto final al concierto.
Epílogo
A principios de 1900, el proyecto de Nikola Tesla era generar un sistema mundial inalámbrico capaz de transmitir electricidad sin cables. Y en tren de comprobarlo, construyó la Torre Tesla o Torre Wardenclyffe.
De esta suerte de antecedente del wifi es que Charly tomó el nombre para su regreso al escenario. No es casual. La epicidad es inherente a ambos. La vanguardia es así. Say no more.