Juventud, dos hijos, un amor. Hoy Lorena –su nombre real es preservado– es feliz con sus 25 años y muchos sueños por cumplir aún. Sin embargo, no siempre sus días fueron tan luminosos. Por el contrario, tuvo una infancia atroz debido a los abusos sexuales a los que fue sometida por su padre, a quien logró denunciar penalmente. La condena que le cayó a 12 años de prisión en 2015 cerró en parte un capítulo muy siniestro pero sobre todo le permitió conocer el extremo de su propia fortaleza.
Rosario3.com publicó entonces su historia de "redención" que comenzó en el aula en la que cursaba su cuarto año de secundario: “Por la Educación Sexual Integral (ESI) me di cuenta que lo que me hacía mi papá estaba mal”, advierte 6 años después de esa clase que le cambió la vida. La docente en cuestión, Vanesa –también es un nombre ficticio–recordó cómo su alumna se acercó y de a poco fue revelando lo que le pasaba. “Lo mejor que puede hacer el Estado es acompañar a los chicos con educación sexual, para que puedan tener una mirada crítica y respetuosa propia y del otro, más allá de poder alertar sobre situaciones de violencia”, apuntó.
Lorena tenía 16 años cuando en las materias de Arte y Comunicación Visual, empezaron a abordar temáticas ligadas a la sexualidad. “Teníamos educación sexual en estas clases y gracias a esto le pude contar a Vane lo que me estaba pasando. Cuando ella y otra maestra empezaron a hablar, empecé a sentir que lo que pasaba en mi casa estaba mal. Hasta entonces, mi papá me decía que lo que me hacía era para cuidarme y prepararme porque iban a venir novios y yo iba a experimentar eso. Con la ESI me di cuenta que era todo lo contrario”, manifestó.
Vanesa llevó al aula el tema sobre el respeto al cuerpo, el propio y el ajeno, y la por entonces adolescente, se alarmó porque advirtió que lo que experimentaba con su papá era todo lo opuesto. “Cuando Vane empezó a hablar y yo sentí que ella me escuchaba y que era tan atenta conmigo pude hablar”, recordó.
También la profesora hizo memoria sobre aquellos días. “Con una compañera docente empezamos a trabajar con grupos, ella estaba junto a otras 5 o 6 chicas con muchas inquietudes, muy amigas entre sí. Ella ya me había comentado algo sobre situaciones de violencia en su casa y fue en cuarto año cuando llevé un material de alerta sobre violencia en noviazgos, abuso sexual, trata, tráfico de personas y embarazo adolescente no planificado y en un momento de la clase las amigas la animan a que me cuente que se había ido de su casa, que no quería volver y que necesitaba ayuda”, precisó.
Ese día inició un tránsito de liberación sin saberlo. Primero, se tendieron puentes con el Instituto de la Mujer de la Municipalidad de Rosario y de a poco pudo ponerle voz al sufrimiento causado por el sometimiento con el que la castigaba su padre, que también incluía maltrato psicológico. Al punto que dos años después, logró reunir fuerza para llevarlo a la Justicia. Es por eso que para Lorena, haber recibido educación sexual en su escuela fue la llave con la que de a poco iría abriendo la celda en la que la había encerrado su agresor.
El Estado debe meterse con los hijos
“La ESI es muy importante. Yo en la escuela era feliz, cuando sonaba el timbre de salida empezaba mi angustia. Hay gente que se opone y es ridículo. El abuso sexual existirá por más educación sexual que se de, pero estar alerta es lo ideal, hay que tener conocimiento”, remarcó Lorena, quien puede dar fe con su propia historia.
“Me llevó 10 años a mí darme cuenta de lo que me estaba pasando porque no tenía enseñanza, mi mamá es un amor pero nunca me habló de sexualidad, de lo que estaba bien o mal, ni siquiera me llevaba al ginecólogo y no es porque no me quería sino porque no le salía. A los padres nos cuesta hablar de estos temas con los hijos pero ellos tienen que saber, hay que explicarles”, ahondó.
Por su parte, la docente apuntó: “Me metí con esta “hija” porque vivía una situación de abuso sexual en su propia casa. El Estado con sus diferentes organismos tiene la obligación de meterse porque lo que prevalece ahí es el derecho de esas adolescentes y hay que intervenir, no queda otra. Me voy a meter para que sea visibilizado lo que está sucediendo y pueda salir de eso”.
“Veo a los chicos y chicas como personas que traen historias, están ahí. Simplemente cuando estamos paradas en el aula hay que ver qué les pasa en la cara, en su forma de hablar, en su ánimo. Hay que preguntar qué les pasa, decirles que pueden contar con una y así se abren los caminos de comunicación”, expresó a continuación.
Sin embargo, no siempre los maestros y profesionales estuvieron a la altura: “Yo creo que sufrí abusos de mi papá antes de los 8 años. Una psicóloga que me atendió en la escuela dijo que sufría por lo que yo le contaba. Si me hubiera escuchado me habría evitado 10 años de sufrimiento”, lamentó la joven. Tampoco le prestaron atención a sus dibujitos infantiles “de chochis y colas” que grababa en el banco. Por el contrario, las autoridades convocaron a los padres para contarles lo que hacía la pequeña Lorena: “Lo único que pasó fue que mi papá me dio una paliza cuando llegamos a casa”, contó resignada.
La ESI en primera persona
Vanesa brindó algunas precisiones acerca de cómo desarrolla temas de educación sexual en sus clases. “Trabajamos con una compañera el tema de estereotipos de género, el amor romántico en publicidades y el cine. Empiezan a surgir inquietudes, las problemáticas que tienen los chicos y chicas en la sexualidad en este significado más amplio, atravesado por lo cultural, lo afectivo, los derechos humamos, la identidad y no el sexo genitalidad”, observó.
“Muchas veces los temas son planteados desde las materias y otras veces son las inquietudes de los chicos, nos consultan por la cercanía que tienen con nosotras, les da confianza para consultar y traer problemáticas personales o de alguien cercano”, continuó.
Para la profesora, que “la ESI esté en la escuela hace que las chicas y los chicos pueden ir creando un buen vínculo con sus docentes, salir de situaciones muy violentas y por otro lado si no existe esto, sirve para crear vínculos saludables, relaciones amorosas, honestas consigo mismo y con los otros”.
Luego, hizo hincapié en que a pesar de que los adolescentes tienen acceso a contenidos en Internet “están llenos de mitos, de información errónea, cosas equivocadas y es por eso que hay que acompañarlos con información y formación, para vincularnos desde el respeto de los derechos”. Finalmente, resaltó que “los chicos y chicas tienen inquietudes, les pasan cosas, viven la sexualidad como lo hacemos todos y todas y por eso lo mejor que podemos hacer como Estado es acompañarlos en esa búsqueda, para que tengan una mirada crítica y respetuosa propia y de los demás”.
Alerta abusos
Desde la Subsecretaría de los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Familia expresaron la necesidad de avanzar en Educación Sexual integral como herramienta para prevenir el abuso sexual en niños, niñas y adolescentes. En este sentido, comunicaron que en la provincia de Santa Fe el área tuvo que intervenir sobre 214 niños, niñas y adolescentes por ser abusados/as sexualmente por su entorno familiar directo ( padre, padrastro, abuelo, tío, primo). Del total 170 son mujeres y 44 varones.
De acuerdo a lo que precisaron, los casos registrados afectan a distintas edades: entre 0 y 5 años a 37 niños y niñas, entre 6 y 12 años a 89 y son 88 los casos cuyas víctimas son chicos y chicas de entre 13 y 18 años.
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