El Arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva dio este 25 de mayo su mensaje a la patria durante la celebración del tradicional tedeum al que asistió el presidente Javier Milei y parte de su gabinete. En su oratoria, el consagrado reclamó que el esfuerzo de la gente se acompañe con más hechos que palabras.

“Hay que acompañar con hechos y no solo con palabras el esfuerzo de la gente”, señaló García Cuerva en el estrado de la Catedral de Buenos Aires. En ese sentido, también convocó a una “alianza social para la esperanza, inclusiva y no ideológica”.

En la antesala del mensaje, el Arzobispo aclaró que el objetivo era “ser un aporte, a la luz de la palabra de Dios, para la reflexión de todos los actores de la sociedad Argentina, convencido que entre todos construimos la Patria”. “Más allá de saber que, luego, puedan ser tomadas frases aisladas para querer alimentar la fragmentación”, reclamó.

“Hoy también nos ponemos delante de Dios como Nación, y le pedimos que nos cure, porque parecemos tener las manos paralizadas para el encuentro que construye fraternidad, las manos paralizadas para abrazar a los heridos por la soledad y la tristeza, las manos paralizadas para ser solidarios con los que menos tienen; y también le pedimos a Dios nos preserve de las manos manchadas de sangre por el narcotráfico, las manos sucias de la corrupción y la coima, las manos en el bolsillo del egoísmo y la indiferencia”, reflexionó García Cuerva.

Sobre eso mismo agregó que “hay parálisis que no se pueden procrastinar porque su postergación, en nombre de un futuro prometedor, generarían consecuencias nefastas por irreversibles en la vida de las personas y, por tanto, de toda la sociedad. Un precio muy alto a pagar que no nos podemos permitir: la malnutrición en la primera infancia; la falta de escolarización y accesibilidad a los servicios de salud; los ancianos y jubilados incapaces de sostenerse diariamente con un mínimo de dignidad, son algunos de esos ejemplos impostergables”.

Enseguida, agregó: “Todos sintamos también hoy sobre nosotros la mirada fuerte de Jesús que nos interpela, que nos cuestiona, que nos alerta sobre nuestra insensibilidad con los más desprotegidos, que nos reclama mayor compromiso y cercanía con los que sufren”.

“Que cada uno, y todos a la vez, desde la responsabilidad que tenemos en la comunidad, podamos dejarnos mirar por Dios, dejándonos cuestionar por la conciencia, y nos preguntemos: en estos tiempos tan difíciles: ¿qué estoy haciendo por los más pobres? Porque fácilmente nos sale reclamar a otros que se comprometan, pero yo ¿qué hago?, ¿podremos mirarnos y responder esa pregunta sin echar culpas como adolescentes, sino desde la responsabilidad de hacernos cargo, incluso si es necesario, realizando una autocrítica madura que tanto necesita escuchar alguna vez nuestro pueblo? Porque nuestra gente está haciendo un esfuerzo muy grande, no podemos nosotros hacernos los tontos”, dijo el Arzobispo porteño.

En ese momento fue cuando dejó el mensaje más fuerte hacia quienes toman decisiones en el país: “Hay que acompañar con hechos y no solo con palabras ese enorme esfuerzo; por eso siguen doliendo algunas acciones de la dirigencia divorciadas de la ciudadanía de a pie, como los tan comentados auto aumentos de sueldos de hace algunas semanas”.

“El pasado nos enseña que todo lo que amamos se puede destruir en base a la instrumentalización y el odio, ya que priva al cuerpo social de las defensas naturales contra la desintegración y la fragmentación social: rédito instantáneo para los saqueadores de turno e incapacidad presente para pensarnos como Nación. Hay pocas cosas que corrompen y socaban más a un pueblo que el hábito de odiar”, añadió García Cuerva.

Al finalizar, el obispo, inspirado en el mensaje de Francisco para la misa por los 50 años del asesinato del Padre Carlos Mugica, invitó a concretar en la Argentina “una alianza social para la esperanza, que sea inclusiva y no ideológica”.
 

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