Miles de rosarinas y rosarinos sufren a diario los inconvenientes que presenta el Transporte Urbano de Pasajeros (TUP) de la ciudad. A la falta de frecuencias, que desde el municipio se empecinan en achacarle a la empresa El Cacique, también se le suman la falta de conectividad de ciertos barrios y problemas para conseguir lugares que recarguen la tarjeta Movi.
Si bien la pandemia puede considerarse como el detonante de esta situación crítica, lo cierto es que los problemas del TUP anteceden la realidad sanitaria que afectó a todo el mundo a partir del 2020.
El actual pliego del sistema de transporte fue adjudicado por la intendenta Mónica Fein en agosto del 2018. Para esa fecha ingresó al negocio la empresa El Cacique y se consolidó la fusión de las empresas Semtur y Mixta que se convirtieron en Movi. Ambas firmas se sumaron a Rosario Bus, que ya venía explotando el servicio.
“Nos sentimos muy contentos de que Rosario pueda dar este paso que hace mucho que esperamos. Sabemos que no va a ser sencillo y que hay incertidumbre por cuestiones macroeconómicas, pero hemos encontrado actores del sector público y privado que están dispuestos a seguir soñando con el futuro de Rosario”, manifestó Fein durante la firma de los contratos.
Ese paso al que hizo referencia la ex intendenta tenía que ver con un sistema de transporte innovador que proponía un servicio integrado compuesto de tres grandes redes, una primaria, una secundaria y las líneas barriales.
La red troncal iba a estar compuesta por 9 líneas que circularían por avenidas principales con una frecuencia de seis minutos en horarios picos y que se identificarían con letras y el color celeste.
Le secundaria estaba pensada con 23 líneas que conecten los barrios con el centro de la ciudad. En este caso la frecuencia en horarios pico iba a ser de entre 10 y 12 minutos y se las iba a identificar con números y el color naranja.
Por último, las líneas barriales iban a ser 8 que tenían por objetivo conectar los barrios entre sí, sin la necesidad de ingresar al área céntrica. La frecuencia de estos recorridos estaba pensada entre 12 y 15 minutos y el color distintivo iba a ser el verde.
Además de los recorridos, el pliego estableció la posibilidad de hacer transbordos gratuitos en determinados horarios y la migración al sistema Sube, algo que en principio ya estaba acordado con el gobierno nacional.
Por la magnitud de la transformación que proponía este nuevo sistema de transporte, el municipio dividió su implementación en tres etapas. En la primera se incorporaron nuevas unidades para mejorar la calidad y frecuencias de los recorridos que todavía estaban vigentes.
La segunda etapa consistía en la llegada de la tarjeta Sube. Para esto el Ejecutivo planeaba una convivencia de seis meses con la Movi mientras se avanzaba en el reemplazo de los plásticos y se adaptaba el sistema de franquicia.
Una vez finalizados estos dos períodos, en el segundo semestre del 2019 el nuevo sistema debía estar funcionando en su totalidad con los nuevos recorridos. Pero la situación macroeconómica y los cambios en la repartición de subsidios nacionales al transporte postergaron el cronograma.
El día de la adjudicación del sistema el dólar oficial cotizaba $28,09 en los bancos. Para julio del 2019, la moneda estadounidense ya superaba los 43 pesos y para fin de ese año su valor rondaba los 82 pesos, contando el ya vigente Impuesto PAIS.
A eso se le sumó la decisión del Gobierno de nacional de traspasar a las provincias y municipios la responsabilidad fiscal de subsidiar el transporte público de pasajeros, lo que trajo aparejado una reducción de los fondos que el Ejecutivo nacional destinaba para financiar el costo del boleto.
Como si esto no fuera poco, las condiciones de la llegada del sistema Sube también cambiaron y se quitó del acuerdo la posibilidad de recibir los beneficios que la tarjeta aplicaba a beneficiarios de asignaciones y planes sociales.
Con la imposibilidad de sumar la Sube y las dificultades que plantearon las empresas para invertir y avanzar hacia los nuevos recorridos, el nuevo sistema nunca logró salir de la primera etapa de implementación y el municipio accedió a prorrogar sin fecha estos plazos.
La llegada de la pandemia no hizo más que llevar a un punto crítico la crisis que se venía arrastrando y alejar todavía más la posibilidad de que "el sistema del futuro" que se anunció en su momento se convierta en realidad.