Dos exploradoras que partieron rumbo al Ártico en agosto del año pasado se quedaron atrapadas en el archipiélago noruego de Svalbard, cerca del Polo Norte, ante la imposibilidad de regresar a la civilización a causa de la pandemia del coronavirus.
La canadiense Sunniva Sorby y la noruega Hilde Falun Strom planeaban volver a sus hogares tras pasar nueve meses en una cabaña, tres de ellos en total oscuridad, recopilando datos sobre el medioambiente y el cambio climático para su fundación Hearts in the ice.
Sin embargo, el barco que iba a recogerlas no pudo salir del puerto por las restricciones impuestas tras el brote de coronavirus, informa la página de la organización.
"Hubo lágrimas. Estás asustado y te sientes pequeño en este gran entorno", contó Strom en una videollamada a la NBC.
Las dos exploradoras deberán quedarse por tiempo indefinido en su cabaña, a unos 140 kilómetros de la civilización, donde tienen electricidad limitada y no hay agua corriente. Antes de salir tienen que ponerse encima 9 kilos de ropa y llevar un rifle para protegerse del frío y de los visitantes no deseados, como los osos polares.
De hecho, durante los 9 meses de su estadía se encontraron con unos 30 ejemplares. "Esto no es un paseo, tenemos que salir preparadas para lo peor", explicó Sorby.
El viaje de Sorby y de Strom es la primera expedición sin ningún miembro varón que pasa el invierno en el Ártico. Sin embargo, las exploradoras no son en absoluto principiantes: ambas cuentan con más de 20 años de experiencia como guías e investigadoras del Ártico, lo que a buen seguro les ayuda ahora superar todas las dificultades que se les presenten.
Cuando entendieron que tendrían que prolongar su estancia, decidieron aprovechar el tiempo para continuar con su trabajo, limpiando de plástico la zona o probando las nuevas motos eléctricas. En sus ratos libre tratan de mantenerse activas, viendo películas, cocinando o bailando.