“La fe es la que sana”. Un rosarito de decena enroscado en la mano de Federico Arias.
La metáfora futbolera lo vale: un ex delantero de Rosario Central que es un jugador de toda la cancha cuando se trata de ser colaborador de Leda Bergonzi. Así define “Torpedo”, quien pateó el mundo con distintas camisetas, su labor en Soplo de Dios Viviente, el grupo espiritual que lidera la mujer a quien se le asignan múltiples sanaciones, modificaciones en el estado del cuerpo y del ánimo, y que desde junio pasado incrementa más y más el número de sus seguidores y seguidoras.
Es martes 19 de septiembre y la primavera se resiste. La amplitud verde del predio de la ex Rural de Rosario no ofrece ningún refugio contra la brisa fría; sólo la contención espiritual de la oración cantada que brinda Leda en sus pabellones desde hace 3 semanas atrás. Sobre el mediodía, Arias va y viene con el termo y el mate a cuestas, organizando a miles de personas que aguardan, algunos desde la noche anterior, el inicio de la ceremonia. El también técnico de fútbol profesional con campeonatos ganados y ascensos logrados en su espalda, se transformó en colaborador del grupo Soplo de Dios Viviente en julio pasado y desde entonces, se lo puede ver muy cerca de Leda en el momento de la bendición sosteniendo a quienes se desvanecen, atento a los requerimientos de los participantes, mientras sus labios susurran una plegaria recurrente.
En contacto con Radio 2 y Rosario3, contó cómo conoció a la mujer cuyas bendiciones son requeridas por personas de todo el país, los motivos por los cuales se unió al grupo y el lazo que une su presente de “entrega” espiritual con el hecho de que uno de sus hijos haya despertado de un coma tras ahogarse en una pileta en 2004, cuando tenía un año y medio.
—¿Qué hace “Torpedo” Arias en Soplo de Dios Viviente?
—Primero -corrige- ¿qué hace Fede acá?, porque la exposición que he tenido en el pasado no tiene nada que ver con la entrega que uno hace cuando entra a Soplo. La he conocido a Leda, y he conocido a la gente del grupo en un momento de mi vida, en el cual venía con baches en el camino, tratando de avanzar, pero con dificultades y creo que Leda llegó en el momento justo y por su bendición, el Espíritu Santo entró en mí de una forma que siempre describo como una escopetazo en el pecho, pero ese escopetazo es de amor, que me abrió, que me hizo dar cuenta lo bien que estoy independientemente de la búsqueda de sanación, porque todo el mundo tiene necesidades. Pero, lo más lindo es haber conocido a este grupo que está el servicio de la gente, conocer a Leda que es un instrumento de Dios y del Espíritu Santo para poder acompañar en este camino el tiempo que me toque estar y poder irme cada martes viendo la felicidad de la gente cuando sale de esa bendición.
—Los encuentros son multitudinarios y se extienden hasta la madrugada. ¿Cómo hacés para estar colaborando tantas horas?
—Es una entrega, lo nuestro es un servicio, no es un trabajo porque no es remunerativo. Lo que ganamos es simplemente la gracia de poder estar al servicio de otro hermano que viene con necesidades, entonces lo nuestro no termina nunca. Durante la semana estamos organizando todos los martes los retiros espirituales que hace el grupo, las visitas a pueblos, estamos todo el día pensando en cómo poder mejorar el servicio a la gente para que cada vez esté más cómoda, porque cada vez estamos más desbordados, pero a su vez, sabiendo que la entrega la hacemos desde primera hora rezando mucho para que podamos ser las personas indicadas en el acompañamiento. Son muchas horas de espera, porque la necesidad de la gente es muy grande y porque Leda es un instrumento de Dios y del Espíritu Santo, pero también es una persona como nosotros que tiene su vida, entonces también en el acompañamiento de poder estar apoyándonos unos a otros.
—¿Y qué pone a prueba en vos?
La paciencia. La vorágine del fútbol me llevó a ser impaciente y el venir todos los martes acá es todo lo contrario, es tratar de ser cauto, de ser tranquilo, de poder estar al servicio, de poder entender las necesidades y la impaciencia de la gente y nos pone a prueba nosotros entonces. Por eso es que necesitamos estar en oración, necesitamos saber que esta gente viene a buscar lo mismo que nosotros vinimos a buscar en un momento y queremos que ellos puedan vivir lo mismo que vivimos nosotros cuando conocimos a Leda.
—Estás muy cerca de Leda. ¿Qué te pidió que hagas?
—Te lo voy a llevar al plano futbolístico. Para mí son importantes los arqueros, los mediocampistas, los defensores, los delanteros, inclusive los que están en el banco de suplentes, porque a lo largo del partido necesitas de todo el equipo. Entonces, si un día me toca estar en el baño o en la fila o estacionando autos para mí va a ser la entrega de igual forma de que si estoy pegado a Leda.
Tengo la gracia de poder estar muy cerca de Leda en lo que son las bendiciones, pero ella lo que pide por sobre todas las cosas es que no dejemos de rezar. Estamos siempre con un rosario en la mano siguiendo la oración, así que, por martes, debemos estar rezando entre 50 y 60 rosarios, desde que a las cuatro y media que empieza la misa, la prédica de Fabricio, la oración cantada de Leda y luego las bendiciones hasta las 4 de la mañana que nos vamos. Entonces lo primero que ella pide, justamente, es que estemos en oración, en ese momento de entrega, que estemos pendiente de las necesidades de la gente y siempre predispuestos para con el grupo. Yo creo que Soplo de Dios viviente es algo que se viene gestando desde hace mucho tiempo, que está creciendo. Nos hemos sumado y ahora nos toca guiar a los nuevos.
—¿Cómo conociste a Leda?
—La conocí en un momento de mi vida, en el cual, si bien siempre fui muy católico practicante y de una familia muy creyente, en los últimos meses venía bastante cascoteado. La encontré a ella en General Gelly, muy cerca de donde vivo yo, un sábado a la tarde en el cual ella fue a dar bendiciones. La verdad primero fui un poco reacio porque no estaba viviendo un buen momento personal. Pero cuando ella me dio su bendición, el Espíritu Santo se clavó como un escopetazo en el pecho, lo que me dijo fue muy fuerte, fue algo que me abrió mucho más el corazón y que claramente era un mensaje muy pero muy puntual, tal vez era lo que yo estaba yendo a buscar y a partir de ahí no me pude separar. Terminé estando pendiente de Soplo prácticamente todos los días desde ese día hasta hoy.
—¿Cómo ves a Leda?
—Al principio, esperaba que se aparezca una señora canosa de mucha edad, de una pollera muy larga, con un rosario en la mano y tal vez más con pinta de abuela que “teenager”. Al principio dije «wow, parece una Rockstar», pero después te demuestra que es que una persona simple que tiene que correr con la crianza de sus hijos, que tiene que trabajar todos los días y levantarse temprano, con problemas iguales o mayores a nosotros, pero a su vez, con carismas tan especiales puestos para toda la comunidad. Creo que el amor que le dedica a la gente es lo que a ella la hace diferente. Entonces, la admiración que nosotros tenemos a través de su simplicidad, de su don de gente y, lógicamente, a través de sus carismas hace de que uno no esté cansado, de que uno trate de seguir para adelante y que se apoye también en ella que no deja de ser nuestro bastón. El Espíritu Santo la acompaña a ella, entonces por ende, nos guía a nosotros.
—¿Cómo analizás esta inmensa convocatoria?
—Hoy la necesidad de la gente es muy grande. Estamos muy mundanos, en vez de ser más simples y tener más amor con el hermano. Cuando empezó a hacerse conocida Leda todo empezó a crecer y la gente está viniendo desde cualquier parte del país e inclusive del exterior, tratando de buscar una solución mágica y esto, en realidad es un acompañamiento espiritual. Quienes vienen a buscan una sanación, no tiene que ver siempre con lo físico tiene que ver también con el alma, quienes vienen a agradecer solamente por estar bien, se llevan algo más y cada vez se acerca más gente producto de esta necesidad. ¿Hasta cuándo se va a dar esto? No lo sabemos porque seguramente es un mensaje de Dios que se lo va a transmitir a Leda. Nosotros estamos solamente para servicio, donde tengamos que ir hasta donde tengamos que acompañar y hasta el horario que sea, tratando de que la gente se lleve una sonrisa y encuentre esa paz que busca a través de la bendición de la Leda.
—¿Federico es una persona que está sanando?
—Todo el tiempo, no dejó de ser un tipo con problemas, un padre con dos hijos adolescentes que viven en Buenos Aires y son producto de una pareja anterior. Tengo mi nueva pareja desde hace muchos años, tengo inquietudes internas, miedos, deseos, ambiciones, entregas, problemas como todo el mundo, pero la sanación es permanente. El tema es no desviarte del camino, aunque sabés que hay inconvenientes. Entonces, cuando uno tiene claro el horizonte el resto lo deja en manos de Dios. La fe es la que sana.
—Ustedes como familia tuvieron un momento muy difícil con uno de tus hijos, ¿tiene que ver con que estés hoy cerca de Leda? (En 2004, Franco de entonces un año y medio se ahogó en una pileta y sobrevivió a 40 días en coma).
—Claramente, luego del accidente de Franco uno tuvo mucha más oración en comunidad, tuvo mucho apoyo de gente, inclusive desconocida, que venía a rezar a la puerta del sanatorio, y toda esa demostración de fe a nosotros nos llenó e hizo en definitiva, que Franco pueda sortear muchos de sus obstáculos y estar hoy entre nosotros con una vida hermosa. Sigue siendo parte del agradecimiento que yo tengo hacia Dios entonces, ¿cómo no voy a estar al servicio de una persona que viene a buscar esa sanación hoy si yo en su momento necesite mucho más de lo que necesito ahora y tuve hermanos que me apoyaron? Obviamente mi entrega tiene que ver con eso, con estar en Soplo, con ver cómo la gente se va con paz y con amor, luego la bendición de Leda.
Hoy, él tiene una discapacidad, un retraso madurativo y algunos problemas de movilidad motrices, pero con una calidad de vida hermosa, tiene una vida prácticamente normal con sus dificultades, pero muy bien, es más, es un nene muy creyente. Mis dos hijos conocen a Leda.
—Es una experiencia contundente y radical para cualquier persona.
—Cuando Franco que estaba en coma y hace muerte cerebral, había que dejar pasar varias horas para corroborar que el cerebro no tenía actividad a través de los estudios. Me acuerdo que me fui a misa en (la parroquia Nuestra Señora de) Lourdes y ahí le dije a Dios que, si Franco no iba a poder estar entre nosotros, iba a donar los órganos. Cuando llegaron del Cudaio (Centro Único de Donación, Ablación e Implante de Órganos) al sanatorio, el cerebro Franco empezó a tener nuevamente actividad. El haber puesto a mi hijo que era lo más preciado en ese momento en manos de Jesús y decirle que era suyo, tal vez hizo de que esa misericordia de Dios me lo devuelva. Entonces, la calidad hermosa de vida que tiene Franco hace que yo sea un agradecido de esa misericordia de Dios y nunca voy a poder devolverle a Dios todo lo que me da, pero sí puedo estar al servicio de Dios a través de Leda y llevarle la paz que la gente viene a buscar.
—¿Qué busca la gente en esta ceremonia?
—Muchos vienen sin saber qué buscan. El tema es que se vayan de acá sabiendo que encontraron paz, que encontraron al Espíritu Santo, el camino de Dios y un mensaje de Leda. A mí me pasa algo particular cada martes. Desde el lunes me cuesta dormir por la ansiedad de venir acá. Los martes empiezo el servicio después de la una de la tarde y sin embargo, a las 8 de la mañana, estoy acá porque tengo ganas de estar acá y son las 4 de la mañana y por más que uno esté cansado tiene ganas de seguir estando. Y se te hace piel de gallina por ayudar a la gente, querés que sea el momento cuando llega Leda y nos da el primer abrazo. Ver el amor de su bendición a la gente y cómo el Espíritu Santo les pega en el pecho. No quiero que termine más el martes, ojalá tuviese 100 horas. Entonces, esto también le tiene que pasar a la gente. Seguramente, muchos se van y vuelven totalmente distintos la próxima semana, porque no importa lo que buscan sino lo que encuentran, que es el Espíritu Santo y ese cambio nos termina cayendo a nosotros como una bendición.
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