¿Se puede pintar de rosa al cáncer? El color vinculado a la construcción social del universo femenino -con determinados comportamientos, gustos y actitudes estereotipadas atribuibles a las mujeres- es el elegido para promover conciencia sobre el cáncer de mama, una enfermedad que, de acuerdo a estadísticas científicas, sufre una de cada 8 mujeres; una patología que no solo remite a la muerte, sino que, además, carga el dramatismo de la pérdida momentánea de cabello y de la sustracción de las mamas (mastectomia). Sin subestimar su alcance, en este 30 de octubre, Día Internacional de lucha contra el Cáncer de mama, el cirujano mastólogo Eduardo Alvarado, desmitificó, aportó conocimiento científico e instaló una visión diferente: “El diagnóstico de un cáncer de mama no es el final de nada. Lo más complejo es lograr despegarse del miedo y poder seguir proyectando. Encontrar un nuevo sentido y adaptarse al inevitable cambio”, confió, en contacto con Rosario3. La entrevista.

— Es muy frecuente referirse al cáncer de mama como si fuese uno solo, pero sabemos que hay diversos tipos. ¿Qué es el cáncer de mama?

Es la enfermedad generada por la mutación de una célula de la glándula mamaria. Un error en la duplicación celular que genera una nueva que es anómala, que no tiene sentido para el organismo y que, a su libre albedrío, puede reproducirse sin control, invadir primero loco- regionalmente y luego a distancia, generando una disfunción en el organismo que puede desencadenar la muerte. Existen diferentes subtipos con distinta biología molecular y tanta variabilidad como la de cada individuo que lo presenta.

—¿Es una enfermedad muy extendida entre las mujeres argentinas? ¿Hay causas científicas en este sentido?

— Su origen es multifactorial.  Todo cáncer es por un error genético, pero no todos son por causas hereditarias, de hecho, éstos últimos son la minoría. La mayoría de los cánceres de mama son esporádicos, es decir que se dan en un individuo por múltiples razones. En general serían provocados por un desequilibrio en los mecanismos reguladores de la reproducción celular. Este desequilibrio puede estar influenciado por múltiples factores.

 Existen factores de riesgo modificables y no modificables. Entre los primeros el sobrepeso, el tabaquismo, el sedentarismo, el estrés, la radiación, la no lactancia y la mayor exposición a hormonas endógenas o exógenas. Entre los no modificables el hecho de pertenecer al género femenino, envejecer y las mutaciones genético hereditarias serían los más importantes.

—¿Qué implica un diagnóstico de cáncer de mama? Muchas mujeres entran en pánico porque inevitablemente la palabra cáncer remite a la muerte.

—Tenemos que desmitificar esa creencia porque, gracias a la ciencia que nos da herramientas de comprobada efectividad, podemos, en altos porcentajes, torcer el destino natural de pacientes afectados por esta tan frecuente patología.

El mastólogo Eduardo Alvarado

—¿Cómo se puede prevenir?

—En medicina hay dos tipos de prevención. La prevención primaria sería evitar la enfermedad. En oncología, actualmente, esa posibilidad es menor que en otras enfermedades ya que es difícil predecir con alta probabilidad quien va a sufrirla.  Particularmente en mastología, sólo en pacientes consideradas de muy alto riesgo, podrían emplearse prácticas en ese sentido.

Pero la herramienta que en mastología más nos ocupa en la población general es la prevención secundaria. El diagnóstico precoz. Llegar a tiempo y adelantarse a la evolución natural del cáncer. Para eso la utilidad de los controles. La mamografía, la ecografía, la resonancia, el examen físico.  El tamizaje. Para llegar a un diagnóstico certero y poder ofrecer un correcto tratamiento. Y así poder curar a la mayoría de las/os afectadas/os.

—¿Cómo acompañás a las pacientes en el proceso de curación?

—Lo bueno de la actividad como mastólogo es que son muchas más las victorias que las derrotas. Lo primero es no trabajar solo, siempre es mejor el trabajo en equipo. Para nosotros y para nuestras pacientes.  Nuestra prioridad como médicos es que las mujeres afectadas puedan seguir su vida con la mejor calidad de vida posible. Y, como la definición de salud no es la mera ausencia de enfermedad sino la búsqueda de un equilibrio bio-psico-social, intentamos acompañarlas desde diferentes ópticas. Siempre utilizando a la ciencia como eje principal, que es la que nos da herramientas de probada efectividad estadística para aplicarlas en cada caso con el criterio más actualizado posible. 

En lo personal me inmiscuyo mucho con la realidad de cada paciente. Realizo primero un trabajo técnico. Una evaluación médica exhaustiva. Un diagnóstico correcto y preciso es imprescindible para la selección de los tratamientos adecuados.  Pero luego me fijo en el aspecto humano.  Intento reforzar la espiritualidad buscando que la persona se apoye en lo más sólido de su individualidad y la de su entorno.

 Es por eso que cada historia personal me conmueve, y eso me pasa siempre.

—Desde tu experiencia y atendiendo a que cada paciente es un peculiar universo, ¿qué es lo más complejo o pesado de llevar de esta enfermedad? ¿Hay alguna vinculación con las exigencias estéticas ligadas a los modelos de belleza femenina? En ese aspecto, ¿cómo es el abordaje?

Lo más complejo es lograr despegarse del miedo y poder seguir proyectando. Encontrar un nuevo sentido y adaptarse al inevitable cambio. Tanto interno como externo. Y es en ese cambio externo donde pesa la exigencia de lo estético y de los modelos de belleza femenina que, en diferentes grados, van a influenciar en el devenir de esa readaptación en búsqueda del nuevo equilibrio. Para su abordaje contamos con herramientas aportadas por la cirugía oncoplástica y la medicina oncoestética pero siempre trabajando desde lo psico-oncológico. Para no generar expectativas que se basen sólo en lo efímero de la belleza física pero sí que sirvan para poder afrontar un momento bisagra de la vida femenina con una autoestima lo más sólida posible en esta circunstancia.

—¿Algún mensaje o pensamiento que desees sumar y compartir?

 —No te dejes estar... Lleguemos a tiempo. Hacéte tus controles y perdamos el miedo.  ¡El diagnóstico de un cáncer de mama no es el final de nada! Es solamente el principio de un camino que, para transitarlo de la mejor manera, no se debe hacer en soledad. ¡Y no estás sola, eso es seguro!