Tomás Friggeri, tiene 18 años y junto a su madre, Fernanda Ramírez, siguieron a Messi por París, Londres y Pamplona sin saber que el viaje culminaría con el mejor regalo para él. Es que, antes del partido ante Estonia el capitán de la Selección Argentina los vio, reconoció, firmó autógrafos y eso no fue todo, le dio la camiseta de la victoria.
La familia, proveniente de Santa Fe, pensó en emigrar “no por razones económicas, sino por la inseguridad”, contó Fernanda a Infobae. Viajaban a París cuando en el ómnibus conocieron a Yair Yoma, un compatriota que iba conversando con otra argentina, Sabrina. Tomás, es fanático del fútbol y fue su pasión el refugio ante las más de veinte cirugías diferentes a las que se enfrentó debido a que nación con problemas congénitos.
Yair les propuso ir a la casa de Messi, algo que parecía una locura inicial, pero de a poco se transformó en una idea sólida. Fue ahí cuando Fernanda le mostró unas fotos que había tomado su sobrino a partir de utilizar el programa “Street View”.
“Preguntando, dimos con la casa e hicimos guardia y los escuchábamos hablar. En un momento, se para Ciro, el más chiquito, y nos cierra la ventana en la cara. Después sacan la basura de la casa y nosotros nos asomamos. Descubrimos unos cartones enormes y cuando los abrimos, vimos que estaban llenos de dibujos de los hijos de Messi. Ahí te das cuenta lo humanos que son porque se ve que por días les dieron esos cartones a los hijos y les dieron fibrones de colores y dicen cosas como ‘Ciro, ladrón de Navidades, ‘Thiago Messi Roccuzzo’, los nombres de ellos, de los abuelos. Y por supuesto, todo eso lo tengo yo, y va a mi casa, olvidate. Y además, le escribimos una carta a Leo donde le mando fotos de los dibujos porque él no sabe nada de esto”, se entusiasma Fernanda.
Pero la historia no terminó allí: “En un momento-sigue Fernanda- sale Antonella con el auto, para, baja el vidrio, súper atenta, nosotros muy educados, y nos dijo “chicos, no pierdan tiempo porque no está”. Se había ido a Arabia Saudita a filmar una publicidad (en realidad, fue designado embajador del país). Ahí decidimos irnos cuando pasó por nuestro lado un francés que era vecino de la zona y que nos recomendó que no sacáramos fotos de la casa porque a los Messi no les gusta, y aunque aceptamos, sacamos muchas pero no publicamos nunca ninguna en las redes sociales”. En esa odisea por llegar a Messi, la familia se cruzó con la casa de Di María y es allí dónde Fideo le hace entrega de su camiseta.
Al final, ya cuando planificaban el viaje a Pamplona para el partido frente a Estonia, la historia tuvo el final más feliz y esperado: de repente, alguien cruzó la calle Lersundi y les dijo que Messi los esperaba dentro del hotel. Y así se produjo el abrazo postergado.
Pero faltaba algo más: tras el partido, Messi le regaló una camiseta a Tomi. Se la envió con un integrante del equipo técnico de la Selección.