En la noche de su cuarto regreso, Marco Ruben se vistió de héroe para empatar el partido sobre el final y evitar la derrota de Central frente a Lanús en el Gigante de Arroyito. Fue 1-1 por la cuarta fecha de la Liga Profesional. Peña Biafore había puesto en ventaja al Granate, pero el goleador histórico auriazul logró la igualdad con una sutileza de zurda.
El primer cuarto de hora fue trabado y cortado. Central gritó un gol tempranero de Mallo pero fue correctamente anulado por fuera de juego del defensor y, al margen de esa llegada, no pasó demasiado cerca de los arcos.
Si bien el equipo de Russo tuvo más la pelota e intentó ser prolijo para cuidar la posesión, Lanús, con línea de cinco defensores, le tapó bien las bandas y el Canalla no encontró la circulación que necesitaba para abastecer al doble nueve.
A falta de fútbol, en Arroyito sobraron los chispazos y discusiones entre los jugadores. El punto más álgido fue una acción en la que el debutante Copetti golpeó con el codo a Luciatti y generó el enojo de todo Lanús, que reclamaba roja. Sin embargo, el delantero solo fue amonestado.
En su primera aproximación al arco de Fatura Broun, el Granate quebró el cero y se puso en ventaja con un grito de Peña Biafore. El volante, sin oposición, entró por el corazón del área tras un tiro de esquina desde la derecha y metió un cabezazo prácticamente inatajable para marcar el 1-0.
El Canalla sintió el golpe y se animó un poco más a partir de la conducción de Malcorra, que encontró espacios cerrándose de la derecha hacia el medio, pero no pudo penetrar la férrea defensa de Lanús. Sus mejores intentos fueron en pelotas detenidas –ganó casi siempre de cabeza– y con disparos de media distancia, aunque sin puntería.
La más clara para los de Russo en ese primer tiempo fue una bocha que quedó boyando en el área: Komar remató, pero un jugador granate llegó a cubrir casi sobre la línea y después rebotó en otro para salir hacia un costado. La visita se fue al descanso arriba sólo por una cabeza, sin hacer más méritos que Central.
Los cambios del técnico auriazul en el entretiempo reflejaron su disconformidad con el juego del equipo en el mediocampo. Miguel rompió el doble cinco, sacó a Mauricio Martínez y también a Campaz para probar con O’Connor y Lovera en busca de darle mayor volumen ofensivo.
Sin embargo, el conjunto canalla siguió preso de su irregularidad, fue previsible ante un rival que le cerró todos los caminos y fueron pocas las ocasiones en las que llevó peligro al arco de Aguerre. Como en la primera etapa, apenas pudo hacerlo con alguna que otra pelota detenida, como un cabezazo a quemarropa de Mallo que salvó el arquero granate a puro reflejo.
La apatía de Central abrió paso al momento histórico de la noche, cuando a los 23 del complemento Russo mandó a la cancha a Ruben, el ídolo y goleador eterno del club que volvió por cuarta vez. La última carta del técnico para tratar de modificar el resultado.
El reloj se consumía y los canallas chocaban una y otra vez contra la pared que edificó Lanús. Pero la noche tenía reservado un desenlace de película para Ruben, el nueve de oro que se cansó de pelear contra los defensores y tuvo su premio a los 48 minutos: pase filtrado de Giaccone y una sutileza del ídolo con la zurda para empatar el encuentro.
Central merecía al menos la igualdad y la encontró gracias a su goleador histórico. Marco salvó al equipo de la derrota en el Gigante, aunque de igual manera los rendimientos más recientes alimentan la incertidumbre en relación a para qué está el Canalla en la temporada, tras la eliminación de la Libertadores y con la Sudamericana en el horizonte.
Sin embargo, esta noche, la del regreso de Marco, los canallas sólo encuentran esperanza en su ídolo.
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