Los dos accidentes de tránsito que sacudieron en los últimos días a la región, uno de ellos con trágicas consecuencias, pusieron sobre la mesa de la manera más trágica posible el fuerte déficit de infraestructura vial y ferroviario que existe en la región, cuyos accesos no pueden hacer frente al masivo arribo de la cosecha gruesa a los puertos cerealeros. Y para peor: la crisis logística no es por falta de fondos. Todo lo contrario. Dinero sobra. Sólo en retenciones, la provincia aporta anualmente unos 2.500 millones de dólares en retenciones al agro. ¿Que escasea? Justicia en el reparto, voluntad política y lobby regional.
Esa crónica falta de inversión en nuevas obras provoca que los 10 mil camiones que llegan diariamente entre abril y junio generen tal caos logístico, con pueblos y ciudades casi aisladas, que -al fin de cuentas- una buena noticia para la economía se convierte en una mala noticia para la población. Todo un contrasentido.
El colapso del puente ferroviario a la altura de Pérez, que provocó la caída de una formación de Trenes Argentinos y los dos muertos en un auto que se incendió al ser aplastado entre dos camiones en la ruta 91 a la altura de Serodino dejaron expuestos de la peor manera la vetusta infraestructura del transporte.
Que haya una ruta como la 91 en la que hay pequeños puentes, como el de la Ribera, en las que dos camiones no pueden pasar enfrentados al mismo tiempo o que haya un centenerio puente, como el de La Virginia, que todavía esté operativo y mal mantenido son tan sólo dos de los cientos de ejemplos que exponen el histórico fracaso de los gobiernos (municipal, provincial y nacional) en concretar las inversiones ferroviarias y viales que necesita la región, que es el segundo cluster portuario cerealero del mundo, sólo superado por el de Nueva Orleans.
Y así como pasa en la compracion entre precios (que suben por el ascensor) y salarios (que lo hacen por la escalera), el ritmo de la inversión en infraestructura que se vienen haciendo en los últimos 30 años en la región es substancialmente menor al crecimiento de los volumenes de cosecha transportada que arriba a las terminales. Y es por eso que si bien hay obras que significaron mejoras puntuales, el escenario se repite anualmente entre marzo y julio, que es el período en el que arriba la mayor cantidad de soja y maíz a los puertos y plantas.
“Se necesita un shock de inversiones. Los planes de infraestructura están. Hay proyectos, por ejemplo en la Bolsa de Comercio, de grandes obras y de pequeñas obras. Y tampoco es un problema de plata. No faltan obras por ausencia de financiamiento. Los recursos sí están. La economía de región genera los fondos", señala Estéban Hernández, presidente de la Fundación Apertura.
¿Qué falta? Para el empresario, "lo que falta es la de decisión política del gobierno nacional de invetir en Santa Fe". Y agrega: "También hay carencia de un fuerte lobby público y privado provincial que así se lo exiga al gobierno nacional de turno, sobre todo de los legisladores nacionales -tanto diputados y senadores- vinculados al gobierno de turno que convalidan la inequidad en el reparto que históricamente”, enfatiza.
Y Rosario3 lo consulta a Hernández porque esa entidad -que es parte del Consejo de Entidades Empresarias y de la Producción de Santa Fe- tiene como uno de sus temas principales el análisis al detalle de los presupuesos públicos y el reparto de fondos públicos entre las provincias. Y de cruzar los datos del aporte que hace la economía provincial con la inversión recibida surge que los fondos están.
“En el caso de Santa Fe para el año 2020 sólo por retenciones la provincia de Santa Fe aportó 2.250 millones de dólares que al cambio promedio estimamos en 300.000 millones de pesos”, señaló Hernández. Dicho simple: el agro de la provincia aporta unos 2,000 millones de dólares al año pero tiene que transitar en rutas de la década del 70/80", señala.
Y eso que en esta cuenta Hernández sólo calcula las retenciones que pagó el agro santafesino cuando, en rigor, a los puertos de la región confluyen en camiones y trenes granos de todo el país, con lo que la injusticia en el reparto es aún mayor.
“Y si, para el caso del 2020, le sumamos a la contribucion por retenciones que hace Santa Fe (300,000 millones de pesos), el aporte que hace el PBI provincial al nacional (que es de 616.128,31 millones) y le restamos los gastos nacionales directos desde el Estado Nacional (266 mil millones de pesos) y las transferencias por coparticipación (188.000 millones de pesos), nuestra provincia aporto 461.525,31 millones más de los que recibió", resaltó.
“Y eso que en el cálculo no se analizan las deudas acumuladas que tiene el Estado Nacional con nuestra provincia por distintas cuestiones, como el fallo de la Corte Suprema por coparticipación mal retenida, devolución de aportes por presos federales, los gastos pagados por nuestra provincia para construir la Ruta Nacional 19, devolución de aportes por obras hídricas de cuencas interprovinciales hechas por nuestra provincia”, aclara el presidente de la Fundación Apertura.
Claramente, Santa Fe necesita que sus gobiernos provinciales (con sus legisladores nacionales) hagan valer el peso económico de la región para que la distribución del gasto nacional sea más equitativa con el nivel de aporte y contribución. La produdción lo necesita para seguir siendo competitiva y, sobre todo, la gente para no matarse en la ruta.