Juan está parado este jueves sobre la banquina de la ruta nacional 11 en el paraje La Ribera, a metros de donde se inicia el puente sobre el río Carcarañá, una estructura precaria y angosta por la que pasa cerca del 40% de la cosecha argentina. Miles de camiones, entre tres mil y cuatro mil por día, con picos de seis mil, se abren paso por ese desfiladero tembloroso. Cada tanto, el tránsito queda saturado y nadie avanza: ni los que van hacia los puertos con los cereales de los campos, ni los que vuelven descargados, ni los 400 vecinos que viven en la zona y quedan atrapados.
Eso le pasó a Juan ayer. Como no podía cruzar el puente, después de dejar a su mujer docente en Timbúes, tuvo que abandonar el auto del otro lado, que es villa Elvira, y caminar. La Ribera forma parte del departamento Iriondo mientras que Elvira, al sur, corresponde a San Lorenzo. El auto pasó la noche en otra jurisdicción y al otro día fue a buscarlo. La anécdota sirve para graficar una de las complejidades que atraviesan los pobladores de la zona.
Pero eso no es lo más grave. Juan marca que los vehículos que vienen desde la ruta 91 al tomar la 11 lo hacen a contramano y sin ver quiénes vienen de frente porque hay camiones en la banquina.
Él no lo sabe pero dentro de unas horas, por la 91 y hacia al oeste desde este punto, esa dinámica frágil de estas rutas será trágicamente clara. En una zona que se conoce como "puente angosto", hacia Serodino, un auto quedará en medio de dos camiones, será aplastado y se prenderá fuego. Después de controlar las llamas, los bomberos encontrarán dos cuerpos en el vehículo que cayó en esa trampa.
Promesas incumplidas
El conflicto se repite y agrava año a año con la cosecha gruesa, sobre todo en marzo, abril y mayo. Nadie les da respuestas. La Ribera está a 30 kilómetros al norte de Rosario en una suerte de triple frontera entre Timbúes, Andino y Oliveros. Desde Timbúes, el intendente les dice que como están del otro lado del Carcarañá el caos de tránsito no es su problema. En Andino y Oliveros aseguran que los camioneros pagan mil pesos de “tasa” para circular por Timbúes (donde están los puertos) y entonces esa comuna debería hacerse cargo con esos fondos.
El reclamo sube al gobierno de Santa Fe pero la provincia lo elude: la ruta 11 es nacional, argumenta. Nación cuenta los dólares de la cosecha y promete, gestión tras gestión, soluciones genéricas que no llegan.
El último anuncio lo hizo en febrero el actual secretario de Transporte Diego Giuliano: “Es un problema histórico que no se ha resuelto adecuadamente y que nosotros hoy estamos aportando respuestas”. Antes, el ministro del macrismo Guillermo Dietrich llegó a decir en El Tres: “Vamos a hacer una megaobra: la A012 en autopista va conectar con una variante de la ruta 11 que va a ser una nueva autopista sobre campo travieso. Nunca más esas colas de 20 kilómetros de camiones”. Su programa PPP fue una estafa y no se concretó ni un kilómetro en esta zona.
Todavía está el cartel del Ministerio de Transporte que anuncia el “reacondicionamiento” de ese tramo de la ruta 11. El inicio era en febrero 2017, aclara despintado. Aunque hubo diversos arreglos y parches sobre ese paso, cruzar el puente a pie aún mete miedo.
A un costado, se ve que el río Carcarañá corre entre los escombros de material y vigas de hierro de la vieja estructura que nadie se molestó en retirar. Y del otro lado, emerge el temblor por el incesante ir y venir de los acoplados con soja y maíz. "Fé", reza la inscripción en uno de ellos.
Tras las obras de “recuperación” concretadas los dos últimos veranos, Vialidad Nacional aseguró que el puente “se encuentra en óptimas condiciones estructurales”. Pero reacondicionar esa ruta de dos manos (una por carril), aunque necesario, no parece la salida al embudo de la cosecha gruesa. Ajenas a esos conflictos, las multinacionales hacen su negocio y aguardan el aluvión de camiones para quedarse con sus tesoros. Son dos millones de vehículos que se mueven cada año. Entre 350 mil y 380 mil surcan “la triple frontera” de La Ribera. Solo con soja, llegarán este año al Gran Rosario 900 mil camiones. Juan es Juan Nóbile y vive en La Ribera hace 22 años. “Esto era una hermosura, una paz”, recuerda en el triángulo donde se cruzan la ruta 11 y la 91. “Había un solo puerto, ahora hay siete en la zona. Es el polo agroexportador más importante del mundo (saldrá el 80% de los 41 mil millones de dólares de esta campaña). Está fenómeno todo ese crecimiento y el trabajo que genera pero no hicieron nada de infraestructura. Es una locura que la cosecha, casi todo lo que viene del norte y el oeste, pase por este puente que tiene 70 años”, afirma el además integrante del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). A su lado están Ariel, Roberto y Juan Carlos, el más “nuevo” en el barrio, desde hace 12 años. Por momentos deben gritar para hablar con Rosario3 porque el ruido de los motores de crea una sinfonía despareja: deben frenar y arrancar para esquivar los baches más grandes de la traza. Los arreglos que realizaron sobre la 91 llegaron hasta 100 metros antes de ese punto, justamente el más afectado. “El tema es si estos pozos son la banquina de la 11 que es nacional o de la 91 que es provincial”, dice irónico sobre la burocracia de los estados que conocen de memoria. Ellos tienen dos planes. El ideal es que se invierta parte de la millonaria exportación en una camino alternativo. Por ejemplo, el puente Giardino que conecta un camino rural y que en caso de pavimentarse podría ser una ruta de acceso directo a los puertos (con nuevos puentes sobre la 11 y el Carcarañá). El segundo plan es menos paciente. Amenazan con un piquete la semana que viene. Los transportistas ya lanzaron un paro por tiempo indeterminado el próximo lunes. Además de los reclamos por el acceso al gasoil y mejores tarifas en los viajes, los dueños de camiones exigen infraestructura adecuada. Si la medida de fuerza no genera una respuesta a ese pedido, entonces los vecinos de La Ribera cortarán el puente el martes. Este jueves en que Rosario3 recorre la zona, hay una cola de camiones que suele generarse sobre la autopista Rosario Santa Fe en la salida San Lorenzo norte. Pero el tránsito fluye y no está cortado. De noche, como ya ocurrió en la última semana, ese hilera puede estirarse por kilómetros y policías de Seguridad Vial deben bloquear el acceso para regular el flujo de vehículos pesados. Además de los colectivos que se desvían y dejan a los trabajadores varados, el caos normalizado en La Ribera tiene agravantes: no ingresan ambulancias o bomberos en caso de emergencias. Ir y venir por las banquinas, incluso a contramano, ya forma parte de lo habitual hasta que ocurre un siniestro vial y todos se alarman pero la solución de fondo no aparece. Más tarde, cerca de las 18.30 de este jueves, un camión frena y otro impacta desde atrás a un auto sobre la ya mecionada vía provincial 91. Es en el "puente angosto", entre Andino y Serodino, unos kilómetros al oeste de La Ribera, donde dos camiones cargados no pasan a la vez. El vehículo más chico se prende fuego y dos ocupantes pierden la vida. Más información
Paro y piquete: sube la tensión
Estuvieron a punto de tomar esa medida el miércoles de esta semana, con un nuevo colapso del tránsito y después de un choque sobre la ruta 91, cerca de Totoras, protagonizado por un camionero y en donde murió un joven. “Para el martes que viene ya tenemos las gomas guardadas. Los autos, colectivos y ambulancias podrán pasar”, avisan. El objetivo es simple: frenar el flujo multimillonario del agronegocio para ser escuchados.El más normal de los caos
Más al norte, al desviar por la 91 hacia el este, la circulación es a paso de hombre entre una leve neblina que pasadas las 9 se empieza a disipar. Es más rápido dejar el vehículo y caminar.
En La Ribera, la villa de tres comunas, Roberto espera en la parada de colectivos donde se juntan la 91 y la 11. Es un hombre de 50 años que tiene que volver a Granadero Baigorria. Vino a hacer un trabajo. Hace dos horas que mira hacia el horizonte y no hay ni rastros del Expreso amarillo que lo debe llevar de regreso. Solo camiones.Dos muertos sobre la 91
Gisela Signorelli, primero como vicejefa comunal de Pueblo Andino y ahora como una vecina más, no se cansa de reclamar. "Los muertos los ponemos nosotros y a ellos solo les importan los granos. ¡Obras viales ya!", insiste cuando cae la noche.
El viernes renacerá la misma maquinaria denominada "cosecha gruesa", como si nada hubiese pasado en las rutas y puertos del Gran Rosario.