Quizás por su propia génesis multicultural, Argentina es un país de puertas abiertas para extranjeros que llegan a buscar servicios esenciales como salud o educación. Prestaciones que, a diferencia de lo que ocurre en su tierra de origen, aquí se prestan de manera gratuita. Y es algo por lo que los argentinos debemos estar orgullosos.

Pero ¿qué pasa cuando esas mismas prestaciones, fundamentales para el devenir de la vida de los habitantes de este suelo, crujen por la falta de presupuesto de los gobiernos encargados de sostenerlas? Porque aunque para nosotros sean "gratuitas" (si no las pensamos como un retorno del pago de impuestos), la prestación del médico o docente sí tiene un costo y alguien (el Estado) se hace cargo del mismo.

Esta última semana se conoció la novedad de que el gobierno de Salta empezará a cobrarles a los extranjeros las prestaciones sanitarias que obtengan en sus hospitales o sanatorios. La razón que esgrimen es económica: con un presupuesto provincial acotado por la “motosierra” de la administración nacional a cargo de Javier Milei, a la provincia no le alcanza para atender de manera correcta a todos.

El secretario de Salud salteño, Martín Monarres, lo explicó de este modo: “Nosotros tenemos como eje que los ciudadanos salteños tengan en cuestiones de salud la mejor atención posible. Eso conlleva la puesta en práctica de un presupuesto, que contempla al millón cuatrocientos mil ciudadanos de la provincia. Y el presupuesto está calculado para esos pacientes”.

“El tema es que nosotros limitamos con Chile, Bolivia y Paraguay y también tenemos afluencia de personas de esos países que vienen a buscar atención médica acá. Ahora, con este brutal ajuste monetario para las arcas de nuestra provincia que hizo la administración central, nos quedamos bastante justos y no podemos atender a todos de la mejor manera. Así que decidimos priorizar a los salteños”, dijo en Punto Medio, por Radio 2.

Según el funcionario, algunos ciudadanos de países limítrofes hasta organizan “tours sanitarios” para aprovechar las ventajas del sistema de salud gratuito que ofrece Salta: “Vienen acá a hacerse electrocardiogramas, tomografías, resonancias, o a operarse de cosas que significan un costo alto y que ahora decidimos arancelar".

"Por supuesto que no incluimos situaciones de emergencia o cuestiones de salud que pongan en peligro la vida del paciente: a esos pacientes se los va a atender de forma solidaria y después veremos si les cobramos o no. Pero a los que vienen por patologías banales, que nos significan de un 5 a un 10% de nuestro presupuesto en salud, sí les vamos a cobrar”, aclaró.

Y consultado acerca del criterio que aplicarán para calcular el costo de las prestaciones que realicen a extranjeros, el secretario informó: “Nosotros tenemos aquí la obra social provincial que se llama IPSS. Si yo me atiendo en un hospital público, será IPSS la que pague mi estadía o mis estudios. Y nosotros vamos a usar ese valor para cobrarles a los pacientes extranjeros. Por ejemplo, si una consulta médica sale 5.000 pesos a valores de IPSS, al extranjero le saldrá eso”.

El gobernador salteño, Sáenz, dio la orden de cobrar la atención médica a extranjeros.

La reciprocidad

Muchos argentinos que no están de acuerdo con abrirles las puertas a ciudadanos de otras latitudes en temas como salud o educación invocan el principio de falta de reciprocidad. Es decir, se preguntan: ¿Por qué deberíamos nosotros hacernos cargo de su atención médica o su formación académica, cuando a nosotros en esos países nos cobrarían una fortuna por esos servicios?”.

A mediados de 2022, un profesor salteño falleció en la ciudad boliviana de Ivirgarzama, a 224 kilómetros al noreste de Cochabamba, tras sufrir un siniestro vial con su motocicleta. Según aseguraron sus familiares y testigos, la atención médica se demoró porque el hombre no tenía pesos bolivianos (sí tenía pesos argentinos) y esa dilación resultó mortal. Aquel episodio generó una fuerte tensión entre el gobierno de Salta y el por entonces presidente boliviano Evo Morales.

Monerris asegura que esta decisión “no es ninguna vendetta ni mucho menos. Eso sucedió, el profesor no fue asistido porque no tenía dinero boliviano, pero esto no se trata de venganza, sino de que ahora nosotros tenemos que recuperar el costo de la atención al paciente extranjero para poder brindárselo al paciente local. Quiero aclarar que aquel extranjero residente y con documentación de ciudadanía, que aporta sus impuestos, por supuesto que seguirá recibiendo atención gratuita”.

En Salta, la presencia de pacientes de países limítrofes es alta: “Les doy un ejemplo: cuando tuvimos el brote de dengue, aquí en el norte el 80% de las camas estaban ocupadas por pacientes extranjeros”. Y cerró con una pregunta: “¿Una cirugía de extirpación de muela pone en riesgo su vida? Claramente no. ¿Y por qué no se atiende en su país? Nosotros ahora estamos ajustando nuestro presupuesto a los salteños. Y el único motivo es la falta de dinero en relación a lo que veníamos recibiendo antes”.

La comparación con la educación: ¿es apropiada?

En la provincia de Santa Fe y puntualmente en Rosario no recibimos “tours sanitarios” de pacientes extranjeros porque no lindamos con países limítrofes. Pero sí puede observarse la presencia de estudiantes foráneos en algunas facultades de la UNR, como ocurre con la participación de alumnos brasileños en la carrera de Medicina.

A raíz del corte feroz de la motosierra Milei al presupuesto educativo, las universidades públicas se ven obligadas a asumir sus responsabilidades con el mismo monto que utilizaron en 2023 sin contemplar devaluación e inflación. Y uno puede hacerse, entre otras, estas dos preguntas: ¿Es posible brindarles educación de calidad y excelencia a todos, locales y extranjeros con permiso de residencia para cursar estudios, con partidas económicas inmensamente menores a las de años atrás? Y más profundamente, ¿es apropiada la comparación con la situación de la salud salteña?

Los especialistas en educación y actores del mundo universitario local tienen una misma respuesta para ambas: no. Ni se puede atender a todos con la misma plata que en 2023, aún si no hubiera extranjeros (que como se verá más adelante, no son muchos), ni se puede comparar con lo que pasa en Salta en otra temática absolutamente diferente.

Los alumnos extranjeros deben obtener un permiso temporario de residencia.

“La educación es reconocida como un derecho en nuestro país y el Estado, tanto nacional como provincial, deben asegurar la igualdad, gratuidad, laicidad y el acceso a todos los niveles del sistema educativo en el ejercicio de este derecho para toda la población que vive en el país, incluidas las personas migrantes y refugiadas que viven en Argentina”, afirma el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Nación a modo de declaración de principios.

Los estudiantes brasileños que cursan Medicina (así como todos los de otros países en todas las facultades de la UNR o cualquier otra del país) han obtenido para llegar aquí primero un permiso de ingreso y permanencia transitoria en Argentina como estudiantes formales, algo que ya los habilita a inscribirse como alumnos regulares en un establecimiento educativo público o privado perteneciente al sistema de enseñanza oficial, para el que han debido presentar numerosa documentación. Por ende, pueden formarse en una facultad nacional porque es un derecho consagrado por ley.

Lo que Milei proponía en su (por ahora) fallida Ley Ómnibus era arancelar a los estudiantes extranjeros con residencia temporaria (o sea, sin residencia permanente, algo que puede alcanzarse con ser familiar de un argentino o de un extranjero con esta condición o, en su defecto, tras vivir con una residencia temporaria durante dos o tres años, según sea o no del Mercosur). Si bien naufragó en el Congreso, desde la rectoría de la mayoría de las universidades públicas nacionales se habían opuesto férreamente (incluida la UNR), aclarando además que la cantidad de alumnos foráneos sin habilitación para residencia permanente representa apenas el 1% de ese total, dentro de los cuales hay muchos que cursan posgrados por los cuales pagan un costo económico.

Un impacto cualitativo

"La realidad de los datos cuantitativos reales demuestra desde hace décadas poca presencia migratoria en Argentina y también en sus universidades. La presencia migratoria en el país en las últimas décadas es inferior al 5 o 6%. Y la presencia de inmigrantes en universidades, incluidas las carreras de pregrado, grado y posgrado, también tienen una presencia inferior al 5%. Por lo tanto, desde el punto de vista cuantitativo no tiene ningún impacto”, dijo Mariana García, profesora investigadora del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencia Política.

"No es un porcentaje significativo, no lo ha sido nunca. Aunque sí lo es desde lo cualitativo. Nuestra universidad, la UNR, tiene prestigio internacional y está en un proceso de internacionalización, en el que se desenvuelven distintas fuerzas de carácter académico y científico, de intercambio entre profesores argentinos y migrantes extranjeros, que sí tiene una incidencia en el desarrollo científico, tecnológico y económico de nuestro país. Y ni hablar de la presencia cultural que generan estas idas y vueltas”, valoró la también coordinadora de estudios sobre Migraciones.

“Nosotros como universidad creemos en las ventajas del proceso de internacionalización y que los argentinos estudiantes y graduados circulen con su conocimiento y se enriquezcan con el conocimiento en otros lugares”, añadió. Y puso ejemplos de esas ventajas obtenidas a lo largo de los años: “Es imposible pensar el desarrollo de la matemática en Argentina sin la presencia de migrantes de Europa o de la sociología sin Gino Germani (N. de la R: sociólogo italiano radicado en el país en 1934) y así podríamos seguir”, concluyó