Los días más fríos del año invitan a pensar en aquellas comidas y bebidas que otorguen algo de calidez al organismo. Entre las distintas opciones, desde Europa sugieren una muy particular: el vino especiado y tibio/caliente.
Si bien se convirtió en tendencia, la tradición viene de larga data. En la Roma Antigua, la acción antiinflamatoria y medicinal de las especias popularizaron masivamente esta bebida, a la vez que el mismo Hipócrates, "padre de la medicina", creó una versión propia con clavo de olor, jengibre y canela. De hecho, se denomina "vino hipocrás".
Las especias varían según la zona en donde se consuma, pero todos coinciden en la siguiente combinación: vino, calor, especias y endulzante. Para este último fin, azúcar, almibar y miel son las grandes opciones a elegir.
Actualmente, la bebida se conoce como mulled wine (Inglaterra), vin chaud (Francia), glühwein (Austria y Alemania) o glögg (Escandinavia), según el lugar donde se fabrique. Esos son los más populares, pero también están el forralt bor de Hungría y el grazniec de Polonia.
- Crearlo en casa:
En primer lugar, cabe destacar que puede usarse cualquier cepa, tinta (al igual que en casi toda Europa) o blanca (como en el norte de Italia y Austria). Suele utilizarse, sí, el vino seco, evitando que se oxide el color.
Para la preparación, se necesita una olla o cacerola con fondo grueso. En la misma se coloca el vino, se agrega el endulzante y las especias elegidas (una de las combinaciones más utilizadas es la de laurel, cardamomo, clavo de olor, canela, nuez moscada y anís estrellado). Se puede colar o servirse con alguna cáscara de naranja o canela para decorar.
Tip: no hervirlo. El vino se evapora a los 87,7° por lo que hay que prestar atención. Sí es importante destacar que, a mayor cantidad de tiempo, más dulce y licoroso será, perdiendo el alcohol.