Una de las peores enemigas de los viajeros frecuentes en avión es, sin dudas, la inflamación estomacal. Sobre todo en aquellos vuelos que duran más de ocho horas. Si bien las cabinas de los aviones cuentan con lo necesario para sostener los niveles de oxígeno saludables, hay una presión inferior a la que los cuerpos acostumbran cuando viven a nivel del mar.
Este descenso de presión genera que el nitrógeno de los gases digestivos (sobre todo, del aire ingerido o de la digestión) se expanda y cree una incómoda presión en el intestino. Quienes, además, suelen ser sensibles a nivel estomacal, pueden sentir más firmes sus síntomas como el reflujo ácido u otros problemas digestivos.
Asimismo, el hecho de permanecer sentados en espacios reducidos limitando el movimiento, hace que la digestión se ralentice y se favorezca la acumulación de gases. Sin embargo, existen algunos tips a tener en cuenta para combatir la inflamación estomacal:
-Mantener una buena hidratación: La deshidratación es una gran culpable de la inflamación en pleno vuelo y, por el contrario, el agua es clave para descomponer alimentos, absorber nutrientes y ayudar a la fibra a añadir volumen a las heces. Una buena hidratación antes y durante el vuelo es fundamental. Infusiones de hierbas como la menta, el jengibre o la manzanilla y el jugo de fruta natural sin azúcares añadidos sirven para calmar el estómago y aliviar la indigestión, sobre todo si se sienten náuseas.
-Evitar alimentos que irritan el intestino: Los snacks salados, como las papas fritas o carnes procesadas, ayudan a retener líquidos generando más hinchazón. En tal sentido, la comida de los aviones suele duplicar la sal así que es clave evitar estos alimentos sobre todo antes de volar. Asimismo, las verduras crucíferas como el brócoli y los coles contienen azúcares difíciles de digerir. Lo mismo sucede con el alcohol, productos lácteos y alimentos ricos en fibras como frijoles, lentejas y cereales integrales.
-Comer sano en vuelos largos: Las bananas, ricas en potasio, ayudan a equilibrar los líquidos del cuerpo reduciendo la hinchazón por exceso de sal o retención de líquidos. Por su parte, los carbohidratos simples y suaves como el arroz blanco o el pan tostado, suelen ser ligeros para el estómago y fáciles de digerir. Si no hay intolerancia a la lactosa, otro alimento recomendable es el yogurt natural sin azúcar con probióticos. Lo mismo sucede con verduras bajas en fibra y ricas en agua, como el pepino, o bien un puñado pequeño de almendras o nueces que aporta grasas saludables y proteínas sin sobrecargar el estómago.
-Programar y racionar la comida: Comer una comida ligera o un snack entre una hora y dos horas antes de volar para que el sistema digestivo pueda procesar los alimentos antes de la presión de la cabina. Una pequeña ensalada con proteínas magras es una gran opción, al igual que un sándwich integral o una banana. Evitar comidas abundantes dos horas antes de volar. En caso de comer durante el vuelo, evitar ingerir alimentos cerca del aterrizaje. En vuelos con escalas, realizar una comida adecuada durante la parada, sobre todo si se cambia la zona horaria para realinear la digestión.
-Evitar el estrés: El estrés y la ansiedad suelen generar una respuesta de "luchar o huir" en el organismo, lo cual influye directamente en la digestión generando malestar. La energía se desvía de la digestión a respuestas inmediatas de supervivencia, como el aumento de la frecuencia cardiaca, que provoca la acumulación de comida y gases. Asimismo, la ansiedad también hace que se trague más aire, lo que incrementa los gases en el tubo digestivo. Intenta meditar o hacer ejercicios sencillos de respiración para calmar los nervios.
-Realizar ejercicios durante el vuelo largo: Unos ejercicios simples en posición sentada aliviarán la inflamación estomacal en un vuelo largo y facilitarán la digestión mientras se está en el asiento o se camina por el pasillo. Los giros de torso sentado, que consisten en sentarse erguido con los pies apoyados en el suelo y la espalda sobre el respaldo, son una gran opción: Colocar la mano derecha en el reposabrazos o en el respaldo del asiento, y llevar la mano izquierda a la rodilla derecha. Girar suavemente hacia la derecha, mantener la posición durante 5-10 segundos, luego volver al centro y repetir del otro lado. Este movimiento estimula la digestión y ayuda a mover los gases por los intestinos, reduciendo la inflamación. Otra opción es practicar la respiración abdominal sentado: sentarse cómodamente con los pies planos y las manos apoyadas en el abdomen. Respirar profundamente por la nariz, expandiendo el vientre, y luego exhalar lentamente por la boca. Repetir la operación durante 5-10 respiraciones. Esto activa el diafragma, favoreciendo la digestión y la relajación, además de reducir el estrés que empeora la inflamación.
Fuente: GQ.