Según cuenta la leyenda, en el México precolombino, existieron dos dioses relacionados al cacao, uno fue Ek-Chuah, “Dios del cacao, de la guerra y benefactor de los mercaderes”, de origen maya. El otro,  el dios Quetzacoatl, de origen azteca, quien regaló a los hombres el árbol de cacao, un árbol que, años más tarde, se bautizaría con el nombre científico Theobroma Cacao, que en griego significa "alimento de los dioses".

Aquella materia prima fue utilizada, en primera medida, para crear una bebida amarga exclusiva para reyes y nobles que, con el correr de los años, fue trascendiendo incluso con distintas variaciones hasta llegar a agregar, por ejemplo, chile picante.

Quetzalcóatl, de origen azteca, es uno de los dioses del cacao, representado como “Serpiente de plumas preciosas” (bonae.net)

Con la llegada de los colonizadores españoles, se implementó una nueva temperatura para disfrutar de esta bebida, ya que empezó a servirse caliente, con azúcar de caña y con vainilla. De esta manera fue, también, asumiéndose en otros países y culturas del mundo.

Hoy, un clásico chocolate está servido con leche (tanto de origen animal como vegetal) y azúcar, pudiendo añadirse alguna especia como clavo de olor, piel de naranja o canela.

Otras variaciones como el suizo, contienen crema de leche batida. A su vez, el vienés cuenta con un shot de espresso.

Cómo preparar un chocolate tradicional

Si se realiza a base de chocolate, debe utilizarse cobertura de chocolate amargo o semiamargo (no baño de repostería ya que la calidad es menor) y, si se usa cacao, garantizar que el mismo no contenga azúcar. La opción más clásica opta por la cobertura o chocolate puro en tableta y el agregado de leche.

Utilizar una tableta de chocolate sin agregado de azúcar
Un clásico chocolate caliente