Para el fin de esta década la manera en la que nos comunicamos cambiará radicalmente. No solo la comunicación entre personas, sino también de personas a máquinas y de máquinas a máquinas. Esta transformación estará edificada sobre un sinnúmero de constelaciones de pequeños satélites, que ya se encuentran orbitando la tierra y configurando un nuevo ecosistema de telecomunicaciones con aplicaciones de lo más diversas, desde Internet de las Cosas, telemedicina o tecnología de blockchain. Estos nanosatélites tienen una única manera para llegar a su destino en el espacio: montados en un cohete. Y justamente eso es lo que está fabricando la startup argentina Tlon Space.
En el mundo existen muy pocas empresas privadas nacidas con el único fin de poner en órbita pequeños satélites comerciales, como Space X, Rocket Lab, Virgin Orbit y Firefly. Esta nueva industria espacial, llamada también New Space o Espacio 2.0, se desarrolló gracias a una evolución tecnológica y un abaratamiento de costos que permite acceder a desarrollos y herramientas que antes estaban reservados solo para los abultados presupuestos de las agencias espaciales. Allí es donde Tlon Space se posiciona como líder de la industria espacial latinoamericana con su cohete Aventura I, el vehículo lanzador orbital más liviano del mundo.
“El vehículo es muy vanguardista”, cuenta Pablo Vic, cofundador y CEO de Tlon Space. Los cohetes actuales más pequeños pesan entre 10 y 15 toneladas, mientras que el Aventura I “es 20 veces más pequeño que los vehículos que hoy pueden acceder al espacio, es revolucionario en ese sentido.” Actualmente, poner en el espacio un nanosatélite de 1 kilo de peso cuesta entre US $50.000 y US $70.000, Tlon Space apunta a reducir esos valores a través de la miniaturización de sistemas, el adelgazamiento de las paredes de la estructura, el alivianamiento de masa y el aumento de rendimiento del motor. “Esto abre mucho el juego, porque con un vehículo de una tonelada vas a poder alcanzar el espacio, pero también los costos son terriblemente bajos frente a los que están manejando las otras aeroespaciales. Es un cambio de juego en el sector”, agrega el ejecutivo.
El Aventura I es un cohete de dos etapas, 10 metros de alto y apenas 35 centímetros de diámetro, con capacidad de poner 25 kg de carga en una órbita terrestre baja de hasta 800 km sobre la superficie de la Tierra. La primera etapa es reutilizable y se recupera a través de u. paracaídas, maniobra que fueron probando en todos los ensayos realizados durante el año pasado; pero no descartan que en un futuro esta primera etapa aterrice verticalmente como lo hace de manera espectacular el Falcon 9 de Space X.
Para este 2022 tienen previsto realizar cuatro intentos orbitales, y una vez consolidado el sistema, comenzar con las operaciones comerciales con una frecuencia de lanzamientos semanales. Lo harán desde el puerto espacial que la empresa está construyendo en la provincia de Buenos Aires, en una zona situada entre Miramar y Necochea. “Desde esos puntos tenés la costa bonaerense inclinada en un sentido Noreste-Sureste, que es ideal para poder hacer múltiples perfiles de lanzamiento y múltiples perfiles de órbita. Es muy interesante la plataforma oceánica argentina para todo esto, Argentina tiene un excelente recurso natural para poder practicar los lanzamientos a órbita”, precisa Vic.
-¿Del 1 al 10, cuánta fe se tienen para lograr la órbita ahora en los primeros lanzamientos?
-11.
-Ah, estás confiado...
-Sí, porque es un producto finalmente industrial. Es una cuestión -obviamente- de tener la suficiente espalda financiera para poder hacer todos los intentos hasta tener el producto refinado. Es un sistema muy matemático y muy mecánico, no hay mucha vuelta. Lo que sí, tenés que tener todos los subsistemas trabajando bien, y esa es una cuestión de calidad del producto. Calidad de ejecución tanto en desarrollo como luego en la producción.
Pablo está enamorado de los sistemas de lanzamiento desde la infancia. A los ocho años ya tenía su mente puesta en las estrellas y armaba maquetas de cohetes y vehículos espaciales que sus familiares le traían del exterior. Luego, como hobby, empezó a fabricarlos él mismo y en la adolescenci. llegó a construir un cohete antigranizo que fue llevado a la práctica. “Hubo un corte en medio de esta pasión que tuvo que ver con mi carrera universitaria, estudié economía”, relata Pablo. Estuvo trabajando en diferentes compañías tecnológicas en latinoamérica hasta que en una de ellas conoció a otro fanático del espacio, Gerardo Natale, ahora su socio en Tlon Space.
“En el año 2005 me crucé con un paper de un científico norteamericano, John Whitehead, que trabajaba en el Livermore National Laboratory. Él hacía un análisis teórico sobre qué tan probable era poder fabricar un vehículo lanzador de satélites miniaturizado, si era posible desde el punto de vista de la mecánica celeste o newtoniana y cuestiones relativas a la fricción, que es muy importante cuando los vehículos se miniaturizan. Y la conclusión era que sí, que no había ningún impedimento. Ese paper me voló la cabeza y ahí enganché y retomé con las inquietudes que tenía durante la niñez y la adolescencia”, relata.
El innovador cohete de Tlon es posible gracias a que la tecnología evolucionó al punto de permitir la miniaturización necesaria para un proyecto de estas características. “Es la idea de Whitehead llevada a la realidad, y para mi es una emoción muy grande. Él no lo va a poder ver porque falleció, pero nosotros vamos a poder realizar lo que él también soñó, concluye el CEO.
El Aventura I es inédito. No solo se trata del primer NLV (nanovehículo de lanzamiento) en la historia de la industria espacial, sino que su impulsor -de desarrollo propio- también cuenta con características extraordinarias que van más allá de su reducido tamaño. “El motor EcoStar es a combustible líquido, y es una hibridación de dos conceptos heredados. Uno del motor Viking de Arianespace, con características del oxidante que utiliza y de las temperaturas que maneja. Otro, del motor Rutherford de Rocket Lab, que hace uso de electrobombas”, detalla Vic. La combinación de ambos conceptos resulta en un motor confiable, económico y eficiente, que además convierte al EcoStar en el segundo propulsor de este tipo en el mundo.
De continuar todo según lo previsto, cuando este año Tlon Space logre la órbita, marcará un hito en la historia aeroespacial mundial poniendo en el espacio el cohete orbital más liviano jamás construído. No solo llevará de la teoría a la práctica la innovadora visión de Whitehead, imposible en su época, sino que hará realidad el sueño de aquel chico de ocho años que jugaba a construir cohetes para llegar a las estrellas.