Noviembre comenzó con el regreso a los cielos del Falcon Heavy, actualmente el cohete más poderoso en operación. Construído y operado por Space X, la empresa aeroespacial fundada en 2002 por Elon Musk, el Falcon Heavy es un vehículo reutilizable capaz trasladar una enorme cantidad de carga útil. Más de 60 toneladas en órbita terrestre baja o más de 15 toneladas a Marte.
Sin embargo, el Falcon Heavy no llevará la corona del cohete más potente durante mucho tiempo más. Esperando pacientemente la ventana de lanzamiento prevista para este miércoles 16, el Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) de la NASA aguarda su momento de gloria erguido en una plataforma de despegue del Centro Espacial Kennedy. Una vez que encienda sus motores y atraviese la atmósfera terrestre, no solo se convertirá en un protagonista de la historia del regreso de la humanidad a la Luna. Su capacidad de poner en órbita terrestre baja entre 70 y 130 toneladas de carga útil lo convertirán en el inmediato poseedor del título de cohete más poderoso en operación.
Así y todo, esta calificación será efímera. Antes de que termine el año se espera que Space X realice la primera prueba orbital de la Starship, la próxima nave espacial totalmente reutilizable de la empresa de Musk. Este cohete gigante tendrá la capacidad de poner en la mencionada órbita terrestre baja entre 100 y 150 toneladas de carga útil, o una tripulación de 100 personas a la Luna, Marte o tal vez más allá.
La Starship jugará un rol fundamental en el programa lunar Artemis. Junto al SLS, es la nave seleccionada por la NASA para llevar de regreso a nuestro satélite natural a la primera tripulación desde 1972. La Starship es, además, la columna vertebral de un ambicioso programa para la colonización de Marte proyectado por Elon Musk, quien busca -al igual que otros científicos- garantizar la continuidad de la especie humana ante un evento destructivo masivo e inevitable en nuestro planeta.
Pero no solo somos testigos del asombroso espiral evolutivo de las naves espaciales contemporáneas. “Definitivamente estamos viviendo una nueva era espacial”, asegura el Lic. Diego Córdova, periodista especializado en vuelos espaciales tripulados y sondas interplanetarias. “Por un lado, la intervención de empresas privadas en actividades espaciales donde antes solo operaban las agencias gubernamentales ha sido toda una revolución, no solo por la baja en los costos que esto representa, sino también porque ha contribuído a que los tiempos se aceleren en todos los ámbitos de la exploración espacial”, cuenta el autor del libro "Huellas en la Luna".
Las empresas aeroespaciales privadas tienen una ventaja inigualable: la capacidad de moverse y reaccionar a una velocidad impensada para la pantagruélica burocracia estatal.
“Sin dudas, la empresa SpaceX marcó una nueva bisagra en la historia de la exploración espacial cuando en 2020 logró llevar a su nave privada Crew Dragon a astronautas de la NASA a la Estación Espacial Internacional. Hoy las naves Crew Dragon no solo hacen viajes de rutina en los relevos de expediciones, llevando y trayendo a astronautas de varias nacionalidades incluso rusos. Además ya ha habido vuelos turísticos con Inspiration 4 y Axiom, y habrá más en 2023. Además de SpaceX, la empresa Boeing se sumará a los vuelos orbitales tripulados aportando variedad y competencia, que este caso deriva en excelencia”, agrega Córdova.
“Este gran avance en reducción de costos ha sido un mérito de los privados gracias a que la NASA les dió ese lugar. Cabe aclarar que NASA no avanzó en la reducción de costes con elementos reutilizables no porque no supiera cómo hacerlo, sino porque históricamente se vió forzada a avanzar sin miramientos en los costos ya que el contexto histórico era otro muy distinto. Durante la Guerra Fría los tiempos apremiaban”, explica el especialista en viajes espaciales.
Eran los años de la carrera espacial entre la URSS y los Estados Unidos, que comenzó el 4 de octubre de 1957 con el lanzamiento exitoso del primer satélite artificial de la historia, el Sputnik 1. En esta contienda los soviéticos fueron los primeros en muchas cosas: el primer hombre en el espacio, la primera mujer, la primera caminata espacial. Sin embargo, nunca lograron poner un pie en la Luna, la meta tácita en esta competencia extraordinaria.
Más de cincuenta años después, el destino lunar sigue vigente, pero ahora como trampolín para la exploración marciana. “No podemos dejar de ver que en esta nueva etapa se apunta al regreso a la Luna y a los viajes interplanetarios. Por un lado, la clave de esta nueva fase de exploración espacial la dieron las empresas privadas. Su fortaleza reside en la reutilización de sus cohetes (caso Falcon 9 y Falcon Heavy de SpaceX) y sus naves (Crew Dragon de SpaceX y Starliner de Boeing)”.
Para Diego Córdova, disertante frecuente en el Complejo Astronómico Municipal sobre temas de astronáutica, el SLS de la NASA tiene los días contados, incluso antes de realizar su vuelo inaugural. “Si bien será la estrella principal de Artemis, es muy probable que después de la cuarta o quinta misión ya sea reemplazado por otro vector donde seguramente habrá intervención privada. El SLS insume tantos costos como aquel Saturno V del programa Apolo”, aclara.
A diferencia de los cohetes de Space X, “el SLS no es reutilizable, y el sobrecosto que eso implica haría que Artemis caiga en la misma trampa del programa Apolo y que sea cancelado por los costos. Pero intuyo que esta vez la historia será muy distinta. Artemis no es solo un regreso a la Luna, es un plan de exploración humana sostenido de nuestro satélite natural que implicará permanencias cada vez más largas e intervención de varias agencias espaciales y empresas privadas para un mismo fin. Sin ir más lejos el alunizaje con Artemis 3 será por medio de una nave Starship de SpaceX”, detalla el periodista.
“Esto representa la amalgama perfecta entre un emprendimiento de agencias espaciales como NASA y ESA (la Agencia Espacial Europea) y empresas privadas. Y obviamente, es el presente que marca el futuro de la exploración espacial. Este es el camino sin dudas si queremos pensar en retomar la senda de la humanidad en el espacio”.
La coyuntura económica y política local nos impide detenernos, aunque sea unos minutos, a reflexionar respecto al momento histórico fascinante que tenemos la suerte de presenciar. Somos contemporáneos de una nueva era de exploración estelar que contempla no solo el regreso a la Luna y la colonización de Marte, sino algo hasta hace poco tan disparatado como el turismo espacial. Lentamente, la ciencia y la tecnología erosionan las barreras de la ficción para llevarnos a una realidad inimaginable solo unas décadas atrás. Disfrutémoslo.