A principios de este mes, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación anunció el relanzamiento del programa de Acceso al Espacio que lleva adelante la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), proyectando para 2022 una inversión de $4.500 millones destinados al desarrollo de los vehículos lanzadores Tronador II y Tronador III. Una primera etapa buscará consolidar las tecnologías necesarias para esta empresa a través de vehículos experimentales, cohetes de menor tamaño donde se irán afianzando los sistemas estructurales, de propulsión y aviónica necesarios para el proyecto Tronador II/III. En esta fase, también se comenzará a recuperar y ampliar infraestructura indispensable, las bases de lanzamiento y los edificios asociados. Es parte fundamental de un viejo sueño espacial argentino: completar el círculo virtuoso del dominio de la tecnología que permite no solo diseñar y fabricar satélites propios, sino además ponerlos en órbita y ofrecer este servicio a otros países. En la actualidad, menos de una docena de naciones dominan el ciclo espacial completo. Argentina busca ser uno de ellos.
Un viejo anhelo
Los años sesenta vieron nacer al programa espacial argentino. En ese momento, nuestro país era una de las seis naciones del mundo empecinadas en la exploración del cosmos a través del desarrollo de sus propios cohetes, llegando incluso a lanzar al primer “astronauta” argentino, el ratón Belisario, en abril de 1967. Tras un corto viaje, Belisario volvió a tierra sano y salvo -aunque algo nervioso- y desde entonces, Argentina estuvo desarrollando vehículos espaciales de mayor potencia y alcance que le dieran la posibilidad de colocar en órbita sus propios satélites.
En esta búsqueda de la autosuficiencia espacial se enmarca el proyecto Tronador II, que busca poner en órbita cargas útiles de 500 kilos a 600 km de altura, y alcanzar los 750 kilos con el Tronador III. “El proyecto nunca se detuvo del todo -cuenta Raúl Kulichevsky, director ejecutivo y técnico de la CONAE-. Si bien no teníamos presupuesto suficiente para poder avanzar en la medida que queríamos, hubo un núcleo de gente que siguió desarrollando ingeniería. Hoy sabemos qué es lo que queremos probar como desarrollo tecnológico en el próximo VEx [NdR: vehículo experimental], tenemos el plan y por eso creemos que lo que estamos planteando es factible".
-¿No es poco 4.500 millones de pesos para un plan tan ambicioso?
-Esto es parte de un plan de desarrollo que hemos planteado de entre 5 y 6 años. Esa es la inversión que tenemos prevista desde las disponibilidades presupuestarias que tenemos en CONAE para el año que viene. Alrededor del 40% del presupuesto asignado va a estar destinado a acceso al espacio. Vamos a estar invirtiendo en volver a poner en valor parte de la infraestructura a la que no le pudimos hacer un mantenimiento adecuado durante otros años y completar inversiones en infraestructura que necesitamos y quedaron a mitad de camino. Nuevos contratos con las empresas que trabajan para nosotros -llámese VENG como contratista principal, INVAP para el desarrollo de bancos de ensayos de motores en el segmento terreno- empezar a invertir nuevamente en contratos con la UNLP para desarrollos de la parte estructural, con una PyME de Córdoba en lo que tiene que ver con el desarrollo de propulsión... Es volver a poner toda una maquinaria en funcionamiento, digamos que tampoco es mágico, es un proceso de reconstrucción.
Kulichevsky es optimista respecto a tener un vehículo experimental en plataforma listo para ser lanzado de acá a dos años. Es un esfuerzo conjunto entre la CONAE y variedad de PyMES tecnológicas que tienen que volver a tomar y formar capital humano. “Estamos hablando de empresas que en algún momento apostaron a ese proyecto -agrega Kulichevsky. y que luego se dedicaron a otra cosa. Imaginate que una PyME no puede estar esperándonos a nosotros y mantener a lo mejor 20 personas a ver cuándo... La formación de recursos humanos necesitás retomarla, no solo nosotros sino también las empresas que trabajan para nosotros. Pero claramente los próximos años requieren todavía de una inversión importante que tenemos contemplado que sea un poco más alta que la que tenemos proyectada para el año que viene”.
La carrera espacial argentina puede estar corta de dinero, pero si hay algo que sobra son ganas y capacidad intelectual. “Es un desafío enorme y la verdad es que a veces la responsabilidad abruma un poco, pero uno lo toma con ese espíritu, de saber que está acompañado de un equipo de gente capaz, que ha demostrado su valía en muchas otras cosas y sabemos que esto también lo podemos hacer” -destaca Kulichevsky.
“Hoy hay un entramado de empresas asociadas a lo que podemos llamar un sector espacial en argentina, que no solo tiene capacidad sino que tiene ganas, tiene entusiasmo. A veces es raro encontrar PyMES que con todas estas vueltas, subas y bajas, sigan apostando y se sigan involucrando, y eso a uno también lo moviliza y le genera confianza. El desafío es enorme, pero definitivamente lo podemos encarar”, amplió.
Acariciando las fronteras del espacio
El Tronador III es un cohete de dos etapas, de 34 metros de alto por dos metros y medio de diámetro y casi siete toneladas de peso en vacío, esto es sin combustible ni carga. Fabricado de materiales compuestos basados en fibras de carbono, mucho más fuertes que los metales y diez veces más livianos, su construcción representa un desafío enorme de investigación y desarrollo. “Estimamos que para un primer Tronador necesitaremos alrededor de 5 o 6 años. La planificación sería tener varios VEx en los próximos años donde podamos ir evolutivamente agregando cada vez más complejidad a cada uno de esos vehículos experimentales, que nos permitan llegar con la suficiente confianza y sobre todo con toda la infraestructura necesaria en tierra” -detalla Kulichevsky.
“No es solamente el desarrollo de un vehículo lanzador, tenemos que tener una base de lanzamiento con todo lo que eso implica en inversión de infraestructura”. El director de la CONAE se refiere al Centro Espacial Manuel Belgrano, en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires. Allí es donde estará la plataforma de lanzamiento del Tronador II/III junto con el área de integración, un enorme edificio donde se incorpora el vehículo lanzador con el satélite que llevará a bordo. “Es prácticamente armar una base de lanzamiento que hoy tiene poco y nada, entonces es mucho esfuerzo no solo para poder tener el segmento de vuelo -el vehículo lanzador propiamente dicho- sino para tener una base de lanzamiento. Por cuestiones de seguridad y optimización de trayectorias no podemos lanzar al Tronador desde La Capetina [NdR: Centro Espacial Punta Indio, Buenos Aires]. Necesitamos la base de lanzamiento Manuel Belgrano y cuando mirás todo ese conjunto, entre vehículos lanzadores y base de lanzamiento son entre 5 y 6 años".
-Más de uno dirá que no estamos en un momento económico como para ocuparnos en lanzar cohetes...
-Claramente somos conscientes de las tremendas dificultades que vive gran parte de nuestro país y de las carencias en cuestiones básicas que vive una parte muy importante de la población. Uno espera que en algún momento Argentina pueda salir de la coyuntura y pueda efectivamente generar las condiciones para que esas necesidades básicas estén satisfechas en un porcentaje muy importante de la gente, que claramente no es lo que hoy sucede. Pero al mismo tiempo los países que crecen, hoy crecen apostando a la ciencia y tecnología. No alcanza solamente con ser un país agroexportador, eso era suficiente hace 50, 60 años atrás. Hoy las naciones definen su poder a partir del conocimiento, hoy lo que prevalece y hace que un país pueda crecer de manera sostenible es a través del desarrollo de ciencia y tecnología. No estamos inventando nada, no estoy diciendo nada revolucionario, es lo que se comprueba, es lo que sucede. El siglo XXI es el siglo del conocimiento, entonces aún entendiendo las enormes carencias y dificultades que tenemos, también entendemos que es necesario apostar por una mirada estratégica del crecimiento del país y que esa mirada estratégica implica inversión en ciencia y tecnología.
Argentina es actualmente un referente regional e internacional en el sector espacial, con demostradas capacidades en el desarrollo y fabricación de satélites científicos y de telecomunicaciones, con sólidos lazos de cooperación con agencias espaciales del mundo a través de estaciones de trabajo del espacio profundo y la formación de recursos humanos. Encontrarse en la frontera del sector espacial le da la posibilidad de colaborar en futuras misiones para volver a la Luna, en proyectos de gran despliegue y mucha preparación internacional. Asimismo, CONAE tiene planeadas futuras misiones espaciales de satélites chicos y medianos que atiendan las necesidades propias del país y la región. Tener nuestras propias capacidades de acceso al espacio permitirá -finalmente- cerrar ese círculo.