Si todo sale como está previsto, este lunes a las 9.33 (hora argentina) el SLS, el nuevo cohete lunar de la NASA, encenderá sus poderosos motores para transportar a la nave espacial Orión a su vuelo inicial. Se trata de la primera de una serie de misiones de complejidad creciente, que tiene como objetivo principal posar en el polo sur de nuestro satélite natural a la primera mujer y al primer hombre negro en el año 2025.
El conjunto Orión-SLS (Sistema de Lanzamiento Espacial según sus siglas), de 98 metros de alto, se encuentra ubicado desde la semana pasada en la histórica plataforma de lanzamiento 39B del Centro Espacial Kennedy. Diseñada y construida en la década del 60 para los lanzamientos del cohete Saturno V, desde allí despegó el Apolo 10 en mayo de 1969, segunda misión tripulada en orbitar la Luna, y ensayo final antes del famoso descenso de Armstrong y Aldrin.
Artemis I es el primer vuelo de prueba de ambas naves, el Sistema de Lanzamiento Espacial y la nave espacial Orión. Este test integrado no tripulado evaluará todas las capacidades del conjunto, desde el estrés aerodinámico del despegue hasta la candente reentrada a la atmósfera terrestre. Desde el centro de Control de Misión los ingenieros examinarán todos los sistemas de la nave y -de ser necesario- corregirán la trayectoria, monitoreando los diferentes aspectos de la misión a lo largo de los 42 días de duración.
“Las misiones de Artemis tienen el propósito de poder enviar a seres humanos de regreso a la Luna, pero no solo eso”, cuenta Sasha Sims, Jefa de Staff de Sistemas Terrestres de Exploración del Centro Espacial Kennedy de la NASA. “También pensamos establecer una presencia permanente en la Luna para entonces poder completar misiones de más largo tiempo en dirección a Marte. Artemis 1 es el primer vuelo y es una prueba. Es una misión no tripulada y lo que queremos hacer es asegurarnos que exponemos al sistema del cohete y el sistema de la cápsula a unos ambientes bien severos para entonces poder validar que todos los sistemas están funcionando como se debe y que la cápsula está operando de una manera segura para entonces ya en la próxima misión Artemis II poder llevar astronautas en dirección a la Luna”, precisa esta ingeniera industrial con más de veinte años de experiencia en la NASA.
Orión tardará alrededor de una semana en llegar a la Luna, volando a unos 100 kilómetros sobre la superficie en su aproximación más cercana. Luego utilizará la fuerza gravitatoria para impulsarse a una órbita retrógrada distante (DRO) a unos 70.000 kilómetros de la Luna, un récord de distancia para una nave espacial diseñada para ser tripulada por astronautas. “Retrógrada” indica que la nave dará la vuelta a la Luna en dirección opuesta a la órbita de la Luna alrededor de la Tierra.
“Artemis I tiene tres objetivos”, explica Sims. “El primer objetivo es asegurarnos que el escudo térmico de la cápsula puede sostener las temperaturas sumamente calientes que la cápsula va a experimentar cuando esté retornando a través de la atmósfera de la Tierra. El segundo objetivo es asegurarnos que el cohete, el Sistema de Lanzamiento Espacial, puede llevar a la cápsula exactamente a la trayectoria deseada, y el tercer objetivo es que tengamos todos los procesos y todo nuestro equipo listo para cuando la cápsula caiga en el océano Pacífico, poder recuperarla y traerla de regreso al centro espacial Kennedy. Si podemos concretar estos tres objetivos, entonces ya para la misión Artemis II estaremos listos para enviar astronautas en dirección a la Luna”, indica la ingeniera.
El asiento del comandante de Orión estará ocupado por un maniquí llamado Moonikin Campos, nombrado en honor a Arturo Campos, el ingeniero de la NASA que salvó la vida de los astronautas de la misión Apolo 13. Moonikin Campos vestirá el nuevo traje espacial del Sistema de Supervivencia de la Tripulación, equipado con sensores que registrarán la radiación, aceleración y vibraciones. Lo acompañarán otros dos maniquíes, Helga y Zohar, fabricados con materiales que imitan a los huesos y órganos humanos. Mientras uno de ellos vestirá un chaleco antirradiación, otro no llevará nada; de esta manera se analizará el impacto de la radiación en el espacio profundo que podrían sufrir los astronautas de las futuras misiones tripuladas.
Luego de recorrer más de dos millones de kilómetros, durante el viaje de regreso se probará uno de los elementos más decisivos para el futuro de las misiones Artemis: el escudo térmico de la cápsula. La nave entrará a nuestro planeta a unos 40.000 kilómetros por hora, produciendo temperaturas de aproximadamente 2.760 grados Celsius, la mitad de la temperatura exterior del Sol. La atmósfera terrestre actuará como freno, reduciendo la velocidad de Orión a 520 km/h. Luego se desplegará un sistema de 11 paracaídas en una secuencia precisa, que reducirán aún más la velocidad de la cápsula hasta unos 32 km/h, permitiéndole amerizar suavemente en el Océano Pacífico frente a la costa de San Diego, California.
Si bien la iniciativa Artemis comenzó oficialmente en diciembre de 2017, incorpora varios componentes importantes de programas y misiones cancelados por la NASA en los últimos veinte años. Uno de ellos es el programa Constellation, que pretendía volver a la Luna a más tardar en 2020 pero fue cancelado por la administración de Barack Obama a comienzos de 2010. De este programa se heredó la cápsula tripulada Orión, apta para llevar a una tripulación de cuatro personas. Pensada para misiones de larga duración, fue rediseñada considerablemente en 2014 y está equipada con la tecnología y sistemas más avanzados para proteger a sus ocupantes.
La nave espacial Orión está compuesta por tres partes principales:
Un Sistema de Escape de Lanzamiento que se sitúa por encima de la cápsula de la tripulación. Está diseñado para alejar el módulo de la tripulación del cohete y ponerla a salvo en caso de que algo falle durante el lanzamiento.
El Módulo de la Tripulación. Transporta y brinda alojamiento a una tripulación de cuatro personas.
El Módulo de Servicio, construido por la Agencia Espacial Europea, sirve de apoyo al módulo de la tripulación. Proporciona propulsión, sistemas de soporte vital, energía, control de la temperatura y espacio de almacenamiento para carga.
En los últimos años Orión ha sido sometida a numerosos ensayos y evaluaciones, pero su prueba más importante comenzará en apenas unas horas con el lanzamiento de Artemis I. Será entonces cuando años de trabajo de ingenieros y científicos se enfrenten a un implacable exámen final. Si tienen éxito, la Luna -y después Marte- los espera. Y el SLS será el vehículo que los lleve hasta allí.