A raíz del aumento de las temperaturas en todo el mundo, un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Monash (Australia) analizó el vínculo de este fenómeno con los partos prematuros encontrando una fuerte asociación. Los resultados se publicaron en la revista JAMA Pediatrics.
El trabajo, realizado entre 2000 y 2020 sobre 1,2 millones de nacimientos en Sidney; pone de manifiesto una fuerte asociación entre el riesgo dar a luz antes de completar 37 semanas de embarazo y la exposición a calor extremo en el tercer trimestre. Asimismo, los datos sugieren que las gestantes que residen en zonas con abundantes espacios verdes y una amplia cubierta arbórea podrían mitigar estas amenazas.
El impacto del calor extremo
En este aspecto, las y los investigadores destacaron el significativo aumento de la frecuencia de días de calor extremo como efecto del cambio climático, que a su vez cuenta con una tendencia a empeorar en el futuro.
Por otra parte, destacaron que nacer prematuramente puede "afectar profundamente al desarrollo cerebral y aumentar la susceptibilidad a ciertos trastornos psiquiátricos”, por lo que decidieron ahondar en la investigación en cuestión.
El estudio
Como principal objetivo, los científicos buscan proporcionar pruebas convincentes a gobiernos, comunidades, servicios de salud pública y particulares para que apliquen medidas destinadas a reducir los riesgos asociados a los partos prematuros causados por la exposición al calor.
En este aspecto, sostuvieron que los servicios sanitarios deberían considerar la posibilidad de prepararse para un aumento de los partos entre la semana 21 y la 37 a medida que se calienta el clima.
Reducir la exposición al calor en el embarazo
La investigación concluyó que la exposición al calor extremo diurno y nocturno en el tercer trimestre estaba estrechamente relacionada con un mayor riesgo de parto prematuro, a diferencia de la misma exposición en el primer o segundo trimestre.
Esta asociación existía para todos los niveles de vegetación de la zona, aunque la fuerza de la asociación disminuía ligeramente para las mujeres que vivían en zonas con más árboles. Según los autores, esto plantea la posibilidad de que dicho verdor pueda mejorar parte del riesgo excesivo de la exposición al calor extremo en el tercer trimestre, aunque no se conocen del todo los posibles efectos paliativos de los espacios verdes o los árboles en los partos prematuros inducidos por el calor.
“Los resultados subrayan el papel fundamental de los profesionales sanitarios a la hora de aconsejar a las embarazadas que reduzcan al mínimo su exposición al calor excesivo, sobre todo durante ese tercer trimestre, como medida para mitigar el riesgo de parto prematuro”, apuntaron.
Además, se pone de relieve la urgente necesidad de que los gobiernos y las comunidades, tanto a escala local como mundial, den prioridad a la ampliación de los espacios verdes mediante iniciativas como la plantación de más árboles y el establecimiento de praderas.
La importancia de las temperaturas prenatales
Cada vez existen más pruebas epidemiológicas, aunque todavía limitadas, que relacionan las temperaturas ambientales prenatales con los resultados del parto. “La temperatura nocturna del aire, en particular el calor extremo durante la noche, afecta significativamente a la salud, incluido el sueño y el descanso. La calidad y la duración del sueño afectan a diversos aspectos de la salud, y las alteraciones de estos factores pueden tener consecuencias en los resultados del embarazo”, señalaron.
Las altas temperaturas nocturnas pueden alterar los ritmos circadianos e influir potencialmente en la presión arterial, lo que puede ser un problema para las embarazadas. Dado el aumento previsto de los grados a medida que se calienta el planeta, resulta crucial comprender sus repercusiones en los resultados del parto y desarrollar estrategias para mitigar los riesgos.
Fuente: SINC.