El consumo excesivo de las pantallas y redes sociales en las y los más jóvenes genera un incremento en problemas de autoestima, ansiedad y algunos trastornos de salud mental que pueden manifestarse con autolesiones e incluso ideas autodestructivas. Esta situación constituye una generalidad que se extiende a distintos sectores del mundo.
Un equipo de salud mental español decidió implementar charlas dirigidas a madres, padres y cuidadores, orientadas a brindar herramientas para detectar la diferencia entre uso y abuso de los dispositivos, así como también qué hacer frente a los casos más severos.
En este aspecto, se realizó una serie de alertas en torno a las conductas de las y los jóvenes para saber cómo actuar frente a las mismas:
-Cambios drásticos:
Los cambios propios de la infancia y, especialmente, de la adolescencia pueden confundirse con conductas potencialmente peligrosas. Por tal motivo, resulta necesario prestar atención a los cambios, especialmente si son drásticos o van “más allá” de lo que habría sido normal en el entorno familiar.
En este sentido, se recomienda que los adultos aprovechen los momentos de encuentro para comenzar a comunicarse sin pantallas de por medio.
-Las palabras:
Los expertos aluden que no es menor lo que se exprese con palabras, sobre todo cuando las mismas están dirigidas a ellos mismos. Si utilizan frases como "no me siento bien", "siento que no valgo nada", "mi vida no tiene sentido", "creo que mi cuerpo es horrible", entre otras, no minimizarlas.
Las y los jóvenes deben saber que en casa se los cuidará y escuchará, y, si su sentir no se revierte, solicitar ayuda a un profesional de salud mental.
-Redes sociales:
Las manifestaciones de los jóvenes y su entorno también pueden ser un indicador de una situación en la que convenga estar alerta, especialmente en las redes sociales, que en ocasiones contienen algunos mensajes escritos por los propios jóvenes dando cuenta de que no se sienten bien. Nuevamente, se recomienda no minimizar estas situaciones y ofrecer escucha o consulta con profesionales.
-Aislamiento físico y emocional:
Los casos de abuso o adicción a las redes pueden ser un indicador de que hay una situación de riesgo, sobre todo “si empieza a dedicar más tiempo online que fuera de línea”, abandona actividades de ocio o muestra mucha “irritabilidad” si se lo castiga sin su teléfono móvil o sin internet, en no salir de su cuarto o del baño durante largos períodos.
-Contenidos inadecuados:
Relacionado con el aspecto anterior, es muy importante que los padres estén atentos a los contenidos que consumen sus hijos en las redes sociales, ya que pueden acceder a publicaciones directamente inadecuadas, incluso peligrosas, que el algoritmo repite de manera constante en su "feed" -su contenido habitual-.
“El algoritmo se retroalimenta a través de contenidos rápidos y tratar de prohibir estas páginas es como poner vallas al campo”, explican los expertos, para recordar que la tecnología –como se ha visto con algunos usos de la Inteligencia Artificial– “va tan rápido que la ley no la sigue”.
En este aspecto es fundamental dejar en claro que, si se permite contar con un dispositivo, el mismo será controlado cada vez que los adultos deseen hacerlo, incluso utilizando apps de control parental en sus propios smartphones.
-Autolesiones:
Las lesiones autoinfligidas son una clara señal de riesgo, que a menudo los jóvenes ocultan con ropa más ancha, con complementos como pulseras o pañuelos o evitando ponerse mallas en el verano.
Muchos jóvenes suelen referir a este tipo de lesiones como “una liberación emocional”, por lo que los psicólogos trabajan en terapia para darles herramientas de gestión ajenas a hacerse daño porque la “autolesión nunca es un recurso”.
-Ideas “intrusivas”:
Otra señal son la ideas “intrusivas”, pensamientos obsesivos muchas veces relacionados con el aspecto físico o las habilidades, pero que también pueden estar relacionados con la muerte o la violencia. En sesiones de psicoterapia se brindan herramientas dirigidas a “aumentar esa autoestima”, a poner en marcha procesos de “reestructuración cognitiva” o “a practicar la relajación y la respiración”.
Herramientas para los adultos
-Educación digital:
Para afrontar el impacto del uso de las nuevas tecnologías en los más jóvenes, es fundamental la educación digital de los adultos, para ser capaces de detectar la “huella digital” y vincularla con la “parte penal”, porque antes de dar un dispositivo a un niño los padres “se tienen que informar de los riesgos de uso y abuso”.
-Contrato parental:
Otra herramienta a utilizar es el denominado “contrato parental”: un acuerdo entre la familia y el menor sobre el tiempo, el uso y el control que puedan tener los progenitores sobre los contenidos que, con el paso del tiempo y con la adquisición de más responsabilidad, se reducirá hasta desaparecer.
-Comunicación emocional:
La tercera de las herramientas es la comunicación y la educación emocional, para gestionar de forma adecuada estas situaciones de crisis. Existen algunos recursos online y también, para casos más extremos, realizar consultas con profesionales para recibir la orientación adecuada.
Fuente: EFE Salud.