A través de un reciente estudio se descubrió que el cerebro de la mujer modifica su tamaño durante el embarazo y vuelve a su estado normal meses más tarde, sin que eso sea necesariamente malo. La investigación, proveniente del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid (España), documenta los cambios neuro-anatómicos de una mujer antes, durante y después del embarazo. Los resultados se publicaron en Nature Neurology.
Hasta el momento, la ciencia describió cambios fisiólogicos en el cerebro de la mujer durante la gestación, no así los neuronales. Cuatro meses atrás, este grupo de investigadoras detalló los cambios anatómicos en base a escáneres de 110 embarazadas.
Las áreas cerebrales que se modifican en el embarazo
A partir de este estudio se visualizó una disminución generalizada del volumen de materia gris (cuerpos celulares que cumplen importantes funciones mentales y cognitivas) y del espesor cortical en la novena semana de embarazo.
La reducción de volumen afecta, principalmente, a la llamada red neuronal. La misma es un sistema de áreas cerebrales conectadas entre sí que se activan si una persona está en reposo. Por el contrario, se mostró un aumento de materia blanca (fibras nerviosas responsables de facilitar la comunicación entre regiones cerebrales), el volumen ventricular (clave en la evaluación del riesgo cardíaco) y del líquido cefalorraquídeo que actúa como amortiguador para proteger el cerebro y médula espinal de impactos o lesiones repentinas.
El aumento de volumen de la materia blanca mejora la conectividad del cerebro de la embarazada especialmente entre dos áreas: los lóbulos temporal y occipital (el primero regula y coordina el habla y el segundo la vista). Estos cambios se asocian al aumento de los niveles en dos hormonas: el estradiol y la progesterona.
El volumen de materia gris, por ejemplo, disminuye a medida que aumenta la producción de esas dos hormonas durante el embarazo, “sin que sea algo necesariamente malo”, subrayaron. Además, detallaron que algunos de los cambios observados se mantienen en el periodo posparto, como la reducción del volumen y el grosor corticales que se mantienen hasta dos años después; y otros se revierten dos meses después.
Depresión posparto
Muchos de estos cambios anatómicos observados en la mujer pueden suponer una especie de “refinamiento cortical” para un reto como el embarazo y parto, en cierto modo similar al que ocurre en la pubertad cuando el cerebro se especializa. Sin embargo, les sorprendió que se sigan manteniendo unos niveles tan altos de plasticidad en la edad adulta.
La investigación se ha llevado acabo mediante el análisis, apoyado en inteligencia artificial, de 26 resonancias magnéticas y análisis de sangre a una madre primeriza de 38 años desde tres semanas antes de la concepción (cuatro exploraciones), durante los tres trimestres del embarazo (15 exploraciones), hasta dos años después del parto (7 exploraciones) cuando finalizó el periodo de pruebas. Se compararon con los cambios cerebrales observados en esta mujer con los de ocho individuos de control.
Los datos obtenidos serán de libre acceso para que futuros estudios indaguen en si estos cambios en la anatomía del cerebro durante el embarazo influyen de alguna manera en la depresión posparto, una enfermedad que afecta aproximadamente a una de cada cinco mujeres. “Cuanto más sepamos sobre el cerebro materno, más posibilidades tendremos de evitar este tipo de dolencias y aliviarlo”, señalaron.
“Este y otros estudios centrados en caracterizar los cambios cerebrales en embarazadas nos pueden ayudar a comprender, predecir, y prevenir patología mental posparto, entre otros fenómenos; ahora toca evaluar este fenómeno en un grupo mayor de sujetos”, concluyeron.
Fuente: EFE.