La Asociación Leucemia Mieloide Argentina (Alma), junto a referentes de oncohematoligía, advirtió sobre la necesida. de acortar tiempos de detección de esta enfermedad e iniciar lo antes posible el tratamiento médico indicado, en el Día Mundial de la Concientización sobre este tipo de leucemia, la más frecuente en adultos, que se conmemora cada 21 de abril.
Fatiga, fiebre que no baja, infecciones a repetición, moretones o sangrado sin causa son síntomas inespecíficos que podrían (eventualmente) ser manifestaciones de leucemia y, más específicamente, de la mieloide aguda (LMA) que es una patología propia del adulto o adulto mayor dado que la edad promedio de aparición es de 68 años.
"La LMA se inicia con estos síntomas inespecíficos que se van incrementando y haciendo más concretos progresivamente, precipitándose en cuestión de pocos días la producción defectuosa y descontrolada de glóbulos blancos", explicó María Marta Rivas, médica hematóloga, jefa del Servicio de Hematología del Hospital Universitario Austral y coordinadora de la Subcomisión de Leucemias agudas de la Sociedad Argentina de Hematología (SAH).
"En última instancia, sin el tratamiento adecuado, la sangre de estos pacientes posee tan pocas células normales que la vida corre peligro, por eso es crítico que se tomen medidas al respecto", agregó.
Fernando Piotrowski, paciente con leucemia y director ejecutivo de Alma, explicó que la particularidad de esta leucemia es que "no da tiempo", por lo cual "cada día cuenta desde el inicio de los síntomas, pasando por la visita de la guardia, la internación, el testeo genético y el inicio del tratamiento más conveniente". Todo esto, dice, debería hacerse "idealmente" en un plazo de "10 o 15 días".
Algunas causas de la LMA se desconocen, aunque se sabe que incrementan el riesgo la exposición a determinados agentes como la radiación, determinados químicos, antecedentes de cáncer o presentar otras enfermedades hematológicas.
La enfermedad es levemente más frecuente en hombres que en mujeres y su incidencia a nivel global está creciendo, con un incremento estimado de un tercio en las últimas dos décadas.
El tratamiento estándar consiste en ciclos intensivos de quimioterapia y otros más breves, posteriores, de consolidación. El trasplante de médula ósea en determinadas ocasiones también puede ser una opción.