Según detalló la Sociedad Española de Reumatología (SER), entre 6 y 7 millones de niños y jóvenes en todo el mundo padecen enfermedades reumáticas. Aun así, se estima que la cifra real podría ser mayor debido a que muchas personas no fueron diagnosticadas por falta de recursos, escasez de especialistas en ciertas regiones o la dificultad de reconocer estos trastornos en la población infantil.
Síntomas
“A diferencia de las creencias populares, la mayor parte de las enfermedades reumáticas debutan en una edad juvenil e incluso en la etapa pediátrica”, destacaron expertos. Por ello, es importante atender a la presencia de los siguientes síntomas:
-Dolor.
-Inflamación que empeora en reposo.
-Renguera.
-Cansancio atípico.
-Alteración en el comportamiento.
Si existen sospechas, es recomedable consultar al pediatra de cabecera para que evalúe la necesidad de derivar a especialistas.
“Cuando la enfermedad se deriva a tiempo y se pone el tratamiento adecuado, los niños que la sufren pueden desarrollarse plenamente y participar activamente en su vida diaria”, explicaron.
Informarse para actuar a tiempo
Es clave realizar distintas campañas de concientización que permitan garantizar un diagnóstico precoz y un correcto seguimiento de los pacientes. A pesar de los importantes avances terapéuticos del último tiempo, algunos casos requieren continuar con tratamientos con fármacos modificadores o terapias biológicas.
Es clave el seguimiento de la enfermedad desde edades tempranas en pos de empoderar a los jóvenes, que adquieran los conocimientos, habilidades y competencias necesarias para cuidarse y favorecer un seguimiento ininterrumpido.
Un abordaje psicoemocional y hábitos saludables
Las enfermedades pueden afectar al ámbito psicológico, especialmente durante la adolescencia. Esto se puede manifestar en una disminución de la autoestima, aislamiento social o en las relaciones de amistad o pareja.
Expertos indican que este aspecto es imprescindible abordarlo porque se trata de una época de especial vulnerabilidad y riesgos psicológicos: “Es necesario mantener un estrecho seguimiento en este periodo para concientizar a los afectados sobre los beneficios de mantener el tratamiento en ciertos casos, incluso cuando la enfermedad se encuentre inactiva, ya que su suspensión podría favorecer una recaída y la progresión de la misma”.
Asimismo, recomiendan mantener un estilo de vida saludable tanto en infancia como en adolescencia, incluyendo:
-Hábitos alimenticios saludables.
-Realizar ejercicio de forma habitual.
-No fumar.
-Evitar el consumo de alcohol.
Fuente: EFE.