La exposición a altas temperaturas puede afectar el crecimiento de los fetos durante el embarazo y de bebés hasta sus dos años. Así lo informó un nuevo análisis realizado por investigadores de la Unidad del Consejo de Investigación Médica de Gambia (MRCG) de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM) de Reino Unido. Fue publicado en The Lancet Planetary Health.
El estudio
Se trata del primer estudio de su tipo que exhibe que el estrés por calor puede afectar el desarrollo de bebés tras su nacimiento, sumándose a investigaciones anteriores del equipo en donde se muestra el impacto de este mismo fenómeno en el desarrollo fetal.
Se examinaron datos de bebés y sus madres a través de un ensayo clínico en Gambia, y allí se demostró una pequeña disminución en el peso al nacer para la edad gestacional por cada aumento de 1°C en el estrés térmico diario promedio durante el primer trimestre.
En tal sentido, no se observaron efectos sobre el crecimiento en el caso de estrés térmico durante el segundo trimestre. Asimismo, podría haber un aumento de circunferencia de la cabeza en comparación al cuerpo para la edad gestacional en los fetos expuestos a estrés térmico durante el tercer trimestre, lo cual fue menos seguro.
El riesgo en bebés de hasta dos años
Por otra parte, los resultados muestran que los bebés de hasta dos años expuestos a altas temperaturas en su entorno pueden contar con pesos y estaturas inferiores a los de su edad. Las mayores disminuciones fueron observadas en bebés de entre 6 y 18 meses que habían experimentado niveles diarios promedio más elevados de estrés térmico en el período de tres meses anterior.
A los 12 meses, los bebés expuestos a un valor promedio de estrés térmico equivalente a 30°C mostraron más probabilidad de tener un peso reducido para su altura y edad en comparación a quienes experimentaron un estrés térmico equivalente a 25°C. Los resultados no influyeron respecto de tratarse de niños y niñas.
Los datos
Los datos fueron recopilados de un ensayo controlado aleatorio de Desarrollo de la inmunidad y la nutrición temprana (ENID) realizado en West Kiang, Gambia, entre enero de 2010 y febrero de 2015. Se realizó un seguimiento de 668 bebés durante sus primeros 1000 días de vida, de los cuales el 49% eran niñas y el 51% varones.
El ensayo analizó el vínculo entre el estrés térmico y el crecimiento fetal, basándose en puntuaciones clínicamente reconocidas de peso, longitud y perímetro craneal para la edad gestacional. Asimismo, se evaluó el efecto del estrés térmico en el crecimiento infantil, basándose en puntuaciones de peso y altura de 0 a 2 años de edad. Al nacer, el 10% de bebés pesaron menos de 2,5 kg (bajo peso al nacer), 33% fueron pequeños para la edad gestacional y 1% nació prematuramente.
Estrés térmico
El estrés térmico se produce cuando la forma en la que el cuerpo controla su temperatura interna se ve comprometida por factores externos como el clima o la actividad física. En el estudio, el estrés térmico se definió usando el Índice Climático Térmico Universal, el cual considera factores como calor, humedad, velocidad de viento y radiación solar, asignando una temperatura equivalente con un riesgo asociado de desarrollar estrés térmico.
Durante el estudio, el nivel promedio de exposición al estrés térmico fue de 29,6°C. La temperatura máxima diaria fue de 45,7°C y la mínima más alta de 28,9°C.
Las conclusiones
"Nuestro estudio demuestra que las crisis entrelazadas del cambio climático, inseguridad alimentaria y desnutrición están afectando desproporcionadamente a los más vulnerables, incluidos los niños pequeños. Estos hallazgos se basan en evidencia previa que muestra que el primer trimestre es un momento vulnerable a la exposición al calor y es importante que consideremos qué factores pueden contribuir a la relación", explicaron desde el estudio.
Además, según los investigadores, es probable que el estrés por calor afecte al apetito, ingesta y disponibilidad de alimentos. También se está investigando si puede haber efectos directos en las vías celulares e inflamatorias, lo que se suma a la capacidad ya reducida de madres embarazadas y bebés para regular su propia temperatura corporal.
"Necesitamos explorar qué poblaciones se prevé que experimenten más estrés térmico y dónde se pueden estar registrando retrasos en el crecimiento para poder desarrollar medidas de salud pública eficaces", subrayaron. Y añadieron: "En vista de que las tasas globales de emanciación infantil siguen siendo inaceptablemente altas y el calentamiento planetario continúa, estos hallazgos deben impulsar la adopción de medidas para mejorar la salud infantil".
Los investigadores insisten en que los impactos de la exposición al calor deben considerarse urgentemente en intervenciones de salud pública para reducir el impacto del cambio climático en mujeres embarazadas y sus hijos.
Fuente: Europa Press