El último miércoles de abril se conmemora el "Día Internacional de la Concientización sobre el Ruido" desde hace 25 años. La fecha se dispuso con la finalidad de promover acciones responsables que contribuyan a crear ambientes sonoros saludables. Por el contrario, los riesgos de la sobreexposición a entornos sonoros desfavorables puede afectar la salud auditiva y condiciona las posibilidades de comunicación interpersonal.
Según detalló la Organización Mundial de la Salud (OMS), un 80% de habitantes de las grandes ciudades sufre un impacto acústico superior al recomendado. El exceso de ruido presenta efectos en la calidad de vida y puede manifestarse en síntomas como dolor de cabeza, estrés, hipertensión, irritabilidad, insomnio, sordera, taquicardia, entre otros.
Vivir con ruido
Son millones las personas que conviven mundialmente a diario con ruidos que sobrepasan los 65 decibeles (dB), que es el umbral diurno establecido por la OMS. Por la noche, se sugieren niveles de ruido menores a 30 dBA al menos por ocho horas para garantizar un sueño pleno. En el estudio realizado se alertó sobre los riesgos de padecer problemas de salud como alteraciones de sueño o pérdida auditiva en casos de que estos niveles se vean sobrepasados.
Además, aparecen otro tipo de trastornos ligados a lo psicoemocional como estrés o ansiedad, y se suman problemáticas cardiovasculares, alteraciones en el sistema inmunológico, falta de memoria y dificultades de aprendizaje.
Por otra parte, la exposición prolongada a altos niveles de ruido puede ocasionar lesiones en el oído que destruyen progresivamente las células del oído interno, responsables de la audición. En el caso de los más jóvenes, experimentar este tipo de trastorno de forma temprana les afecta en la comunicación con los demás, el desarrollo cognitivo, el desarrollo socio-emocional, los resultados académicos o las oportunidades laborales.
A pesar de las medidas individuales que puedan garantizarse, poner fin a la contaminación acústica no es una tarea sencilla. Sin embargo, existen hábitos cotidianos que pueden modificarse:
-Disminuir el volumen de reproductores de audio, televisiones o equipos de música.
-Utilizar protecciones adecuadas ante la exposición en el trabajo.
-Tomar distancia de los parlantes al asistir a conciertos o discotecas.
-Utilizar protecciones ante eventos con sonidos muy fuertes.
Todo ello colabora con garantizar un entorno más silencioso y óptimo para la propia salud.
Fuente: FMC-UNC.