Cada 12 de septiembre se conmemora el Día Internacional de Acción contra la Migraña, una patología caracterizada por fuertes dolores de cabeza y cefaleas que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) constituye una de las 20 enfermedades que más incapacitan a los seres humanos en todo el mundo. Además, según este organismo, el 14% de la población mundial sufre migraña.

Qué es la migraña

Esta patología, que puede ser hereditaria, es capaz de aparecer en cualquier momento de la vida siendo mayormente visible entre los 20 y 50 años de edad. Además, son más las mujeres quienes la padecen.

Se caracteriza por fuertes dolores pulsantes o palpitantes en alguno de los lados de la cabeza, acompañado por náuseas y vómitos. La duración del episodio puede variar desde unas horas hasta días, según cada persona. Puede repetirse con una frecuencia periódica de aproximadamente 15 días.

El surgimiento de las migrañas se da a raíz de que las células nerviosas del cerebro generan actividad eléctrica intensa, lo que afecta a algunas funciones como la vista, el equilibrio, la coordinación muscular, la sensibilidad y el lenguaje.

El dolor de cabeza se produce debido al estímulo del quinto par craneal (nervio trigémino), lo que hace que se liberen sustancias que ocasionan inflamación en los vasos sanguíneos cerebrales y las capas de tejido que cubren el cerebro (meninges).

Factores que pueden influir

-Cambios en los niveles hormonales, debido al uso de píldoras anticonceptivas o al ciclo menstrual en las mujeres.

-Estrés y ansiedad.

-Modificación de los patrones del sueño.

-Ingesta de alcohol.

-Sensibilidad a ruidos fuertes o luces brillantes.

-No ingerir alguna de las comidas del día.

-Sensibilidad a olores fuertes.

-Consumo de tabaco.

-Consumo de ciertos alimentos: productos lácteos, chocolate, productos que contengan glutamato monosódico (GMS), frutas cítricas, alimentos procesados, maní, nueces.

Tratamiento y cura

La migraña no tiene cura, aunque sí es una patología que se puede controlar a través del uso de fármacos prescritos por un médico, principalmente analgésicos y betabloqueantes para aliviar el dolor y disminuir la intensidad de un episodio.

Además, se suele recomendar la práctica de actividad física relajante, como el yoga, debido a que combina posturas físicas que estiran y fortalecen músculos con la respiración profunda, relajación y meditación.