Un reciente estudio realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y publicado en la revista científica Nature Communications, sugirió que la hora en la que las personas comen podría afectar al desarrollo de enfermedades de riesgo cardiovascular. Especialmente, la investigación se centró en el desayuno y la cena y en la importancia de realizar ambas comidas de forma más temprana.
El estudio
El estudio contó con una muestra de 103.389 participantes de la cohorte francesa NutriNet-Santé, 79% de los cuales eran mujeres, con una edad media de 42 años, y a las que se realizó seguimiento entre 2009 y 2022 para estudiar las asociaciones entre los patrones de ingesta de alimentos y las enfermedades cardiovasculares.
Los resultados reflejaron, según informó el ISGlobal, que realizar la primera comida del día más tarde (como cuando se salta el desayuno), se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, con un aumento del 6% del riesgo por hora de retraso.
En cuanto a la cena, hacerlo tarde (después de las 9 de la noche) se asocia a un aumento del 28% del riesgo de padecer enfermedades cerebrovasculares, como el ictus, en comparación con comer antes de las 8 de la noche, sobre todo en las mujeres.
Por otra parte, una mayor duración del ayuno nocturno -el tiempo transcurrido entre la última comida del día y la primera del día siguiente- se asocia a un menor riesgo de enfermedad cerebrovascular, lo que respalda la idea de realizar la primera y la última comida del día más temprano.
Enfermedades cardiovasculares en el mundo
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo, según el estudio Global Burden of Disease, con 18,6 millones de muertes anuales en 2019, de las cuales alrededor de 7,9 son atribuibles a la dieta.
El estilo de vida moderno de las sociedades occidentales ha dado lugar a hábitos alimentarios específicos, como cenar tarde o saltarse el desayuno. Además de la luz, el ciclo diario de ingesta de alimentos alternado con periodos de ayuno sincroniza los relojes periféricos, o ritmos circadianos, de los distintos órganos del cuerpo, influyendo así en funciones cardiometabólicas como la regulación de la presión arterial, explicó el ISGlobal.
En la muestra, para reducir el riesgo de posibles sesgos, tuvieron en cuenta un gran número de factores de confusión, especialmente sociodemográficos (edad, sexo, situación familiar, etc.), la calidad nutricional de la dieta, el estilo de vida y el ciclo de sueño.
Fuente: EFE.