"Hicimos una mala elección". A las 22.18, sin que se difundieran aún datos oficiales, Mauricio Macri le puso su título a las Paso de este domingo. La derrota del presidente que pretende la reelección fue aplastante. De hecho, unos minutos después de que hablara el jefe del Estado, se hicieron públicas las cifras que ya no tenía sentido esconder: 47 por ciento para la fórmula Fernández-Fernández, 32 por ciento para Macri Pichetto. Una paliza que nadie previó, ni el más optimista de los kirchneristas, que pone al mandatario a las puertas del fin de su gobierno y a Alberto Fernández casi en la Casa Rosada. "Argentina empezó a parir otro país", celebró el candidato peronista.
"No hemos tenido el apoyo que esperábamos", lanzó Macri, con rostro abatido al igual que su candidato a vice, Miguel Angel Pichetto, y rodeado de María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, el único que tenía algo para festejar por su triunfo en Ciudad de Buenos Aires, aunque si se repiten estos números en octubre debería ir al balotaje.
El gobierno había anunciado que a las 21 se conocerían los primeros datos oficiales, pero eso no ocurrió y desde la oposición denunciaron caídas del sistema de la empresa a cargo de la transmisión de los números, SmartMatic, y denuncias porque los fiscales informáticos no podían acceder para ver cómo se realizaba la cargaba. Otro papelón del gobierno, que había prometido el escrutinio más rápido de la historia. Cuando a las 22.30 se difundieron los primeros números oficiales, se vio la magnitud del aplastante triunfo del Frente de Todos.
Alberto Fernández, de todos modos, esperó casi hasta las doce de la noche para salir a hablar, eufórico, en medio de la fiesta kirchnerista, y con un discurso ya de campaña hacia octubre. Dijo que "Argentina empezó a parir otro país" y envió un mensaje a los mercados: "Los que están intranquilos que se tranquilicen. Una vez más vamos a arreglar los problemas que otros generaron".
El jefe de Gabinete de ministros, Marcos Peña, uno de los estrategas electorales del oficialismo y por tanto uno de los padres de la derrota, había agitado de manera irresponsable el temor de los mercados un rato antes. Acaso una carta desesperada de los que ahora están en la puerta de salida y que Fernández quiso desactivar de inmediato. Habrá que ver qué dicen este lunes los que el viernes festejaron con alzas brusátiles las encuestas que hablaban de una paridad que no existía.
Sin amarillos
La contundencia del triunfo de los Fernández fue tal que apenas la ciudad de Buenos Aires y Córdoba quedan pintadas de amarillo en el mapa electoral nacional. En ambos lugares la ventaja para Macri era importante, pero acaso el presidente esperaba más.
Como sea, el margen para cambiar el resultado en octubre es tan estrecho que entra en el terreno de lo imposible. Primero, porque la ilusión de que la economía no pesara en la elección era solo un producto de un vendedor de ilusiones: Jaime Durán Barba. Y segundo porque no hay muchos votos para rascar de la olla: la polarización fue tan fuerte que la tercera fuerza, Consenso Federal de Robero Lavagna, apenas superaba los 8 puntos (cuarto estaba la izquierda con menos del tres).
El Frente Todos arrasó en provincia de Buenos Aires, donde no sólo arrasaron los Fernández, con una diferencia de 20 puntos, sino que también Axel Kicilliof le sacaba 17 puntos a la estrella del oficialismo, María Eugenia Vidal, y quedaba a las puertas de la Gobernación. También en Santa Fe la diferencia era amplia, de diez puntos, llegando a los 20 puntos en Rosario.
En el esto del país se repetía la amplia ventaja del Frente de Todos, incluyendo a Jujuy, donde gobierna Cambiemos. En Mendoza, otro distrito en el que se esperaba una victoria oficialista, el peronismo ganaba por tres puntos.
Así, se construyó un resultado amplio, de una contundencia inesperada, que deja al gobierno nocaut en el primer round y al kirchnerismo de cara a un regreso al poder impensado apenas un par de años atrás. Un resultado que construyó el propio Macri con su fracaso económico. Pero que se viabilizó con la acertada estrategia acertada Cristina Kirchner de correrse de la candidatura presidencial, apostar a correr a centro a su fuerza política con la postulación de Alberto Fernández, y abrir así la puerta a una unidad del peronismo –con Sergio Massa, tercera fuerza con cerca de 20 puntos en 2015, incluido– que también es una de las claves de este resultado electoral prácticamente irreversible.
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