La agenda del gobernador electo, Omar Perotti, es frenética por estas horas. Reuniones, viajes, llamados telefónicos, nada de entrevistas periodísticas y mucha adrenalina. Su obsesión son los números y la situación económica-financiera con que recibirá la provincia el próximo 10 de diciembre. “Es mucho más seria y grave de lo que vemos”, se le escucha decir a diario, según cuentan sus colaboradores más cercanos. Y ocupa buena parte de sus argumentos en descargar su enojo para con la actual administración. La transición es solo la etapa que transcurre entre las elecciones y el día de la asunción, no parece ser un trayecto de intercambio y acuerdos entre un gobierno que se va y otro que viene.
La desconfianza y la falta de diálogo entre el gobernador entrante y el saliente es lo que sobresale. Más allá de las reuniones que trascendieron entre ambos –hubo al menos dos, una en la casa del ingeniero Miguel Lifschitz y la otra en su despacho rosarino–, no hubo más. Todo quedó sujeto a una mesa de transición de funcionarios puestos por cada uno de los mandatarios y que avanzó muy poco, salvo algunos encuentros entre emisarios de la administración entrante en cada ministerio.
En el entorno del rafaelino creen que hay “doble discurso” en el socialismo. Primero, sostienen, “siguieron con las designaciones”, o los amagues como los pliegos para ocupar las defensorías del Pueblo adjuntas en Rosario y Santa Fe. Segundo, “las obras que el Ejecutivo salió a licitar por un total de $7.900 millones, a lo que tuvimos salir a decirles a las empresas que no había fondos para ejecutarlas”. Y ahora, “el plan de salvataje a municipios y comunas por un total de $1.200 millones cuya mayor parte es para Rosario (más de 900 millones) que significa en devolver los adelantos de coparticipación de noviembre y diciembre a seis meses y en doce cuotas” y que “afecta de lleno” a la próxima gestión.
“La verdad es que se quedaron sin dinero y encima Santa Fe es la peor provincia en cuanto al mayor deterioro de la relación ingreso y gasto”, argumentan los laderos del todavía senador nacional frente dos hechos tangibles como es la falta de pago a proveedores o la imposibilidad de garantizar hoy el pago de la cláusula gatillo para los salarios de noviembre.
Por eso la carta de esta semana que le envió el diputado provincial Roberto Mirabella al ministro de Gobierno, Pablo Farías, pidiéndole que le informe sobre el flujo de caja de este año, el cronograma de pago de sueldos, el monto y composición de la deuda flotante de este año y la ejecución presupuestaria de la administración provincial, entre otros puntos.
Perotti no va a confirmar los integrantes de su gabinete porque, entre otras razones, quiere evitar que “los proveedores vayan a reclamarle las deudas a los futuros ministros antes que asuman”. Pero ya tiene casi definido su equipo. Hará públicos los nombres unos 10 días antes de asumir.
Los únicos que ya están confirmados son Walter Agosto para el Ministerio de Hacienda y Danilo Capitani para Desarrollo Social. Sobre el resto de los nombres que circularon, el perottismo considera que son “operaciones del socialismo” para desgastarlos, pero no confirmaron ni desmintieron a ninguno de los que andan dando vueltas.
“Hay áreas como Seguridad o Salud que requerirán de la coordinación con Nación”, sostienen. Sin embargo, eso no significa que Alberto Fernández vaya a poner a nadie en ningún cargo.
Lo que ya es un hecho es que el futuro gobierno va a reestructurar el organigrama de la administración reduciendo la cantidad de ministerios y unificando funciones. El objetivo es la austeridad y reducir el gasto.
La polémica por el presupuesto 2020 es otro de los factores que irrita a Perotti. Quiere sí o sí definirlo él una vez que haya una pauta de lo que será el de Nación o cuando tengan todos los números provinciales sobre la mesa. Reconoce que hubo un ruido con algunos senadores del PJ que pidieron que el actual gobierno lo envíe antes, pero no quiere hacer demasiadas olas y evitar un desgaste interno antes de asumir.
El mandatario a asumir el 10 de diciembre pretende, según sus propias palabras, al menos que el actual gobierno garantice el pago de sueldos de diciembre, enero, febrero y marzo y el medio aguinaldo. Y quiere recibir los hospitales y el Iapos, la obra social de los empleados estatales, funcionando.
Más allá de que la transición no sea tal, creen que habrá foto entre Lifschitz y Perotti, entrega de mando y un protocolo acordado.