María Eugenia Schmuck forma parte de una generación de dirigentes que surgió a principios de los 90, fundamentalmente en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario. Se formó bajo la influencia de Raúl Alfonsín y fue parte de las luchas por la defensa de la universidad pública contra los intentos privatistas del gobierno de Carlos Menem. Fue presidenta del centro de estudiantes de esa casa de estudios y una referente del brazo universitario del radicalismo incluso a nivel nacional.
De su vínculo con la dirigencia estudiantil viene el amor de su vida, Franco Bartolacci, hoy rector de la UNR y dos veces decano en Ciencia Política, con quien tiene dos hijos y vive en una casa de Fisherton. Su grupo de amigos y de parejas cercanas (se autodefinen Morada 40, pese a que están más cerca de los 50) con quienes comparten vacaciones y descansos viene también de aquellos años de militancia en la Franja Morada. Algunos están en la función pública como el secretario de Desarrollo Productivo municipal Sebastián Chale o el segundo de Planeamiento, Gervasio Solari, o Gonzalo García en Prensa de la universidad.
“La amistad con Pablo (Javkin) también viene de la universidad. Hemos transitado muchos caminos juntos. Hemos perdido varias elecciones pero acá estamos -rememora Schumck- somos reparecidos, nos conocemos de memoria, nos obligamos a juntarnos a definir la agenda política y de gestión, es natural que pensemos de la misma manera. Formamos parte de organizaciones políticas que requieren espacios de discusión y hace más serio la construcción”, describió la presidenta del Concejo.
Con Javkin somos reparecidos, nos conocemos de memoria, nos obligamos a juntarnos a definir la agenda política y de gestión
Es feliz dando clases en la Cátedra de Teoría Política II como así también en diferentes maestrías y un título de doctorado a punto de terminar.
Confiesa haberle costado el perfil legislativo por eso se reinventó trabajando en causas como la lucha contra la trata en Rosario, el cierre de cabarets y whiskerías, la explosión de Salta 2141 y las inundaciones en Fisherton, entre otras. Transmite su pasión por la gestión ejecutiva.
Pese a que se desconecta los fines de semana para estar más cerca de sus hijos, vive y respira política las 24 horas. Algo que viene de sangre y que también se construye.