El 7 de octubre de 2023 será recordado por el pueblo judío como uno de los días más trágicos desde su creación como nación en 1948. Es la fecha en que el grupo terrorista pro iraní Hamas cruzó la frontera desde Franja de Gaza y mató a 1.200 ciudadanos judíos en sus kibutzim del sur de Israel. También secuestró, aproximadamente, a 250 israelíes y extranjeros. El Gobierno exhibió uno de los peores fallos de seguridad en su historia en la que era “supuestamente” la valla fronteriza más vigilada del mundo. Un año después, el conflicto se ha amplificado en la región y abre las puertas a un futuro impredecible.
Luego de esa fecha trágica, preocupado por su supervivencia política, el primer ministro Benjamin Netanyahu jamás pidió disculpas. Aunque sea el máximo responsable de lo ocurrido. El mandatario maneja los hilos de Israel desde hace décadas siendo el hombre que más tiempo ha liderado el gobierno en la historia del país. Fue electo seis veces en el cargo, siendo la primera en 1996. En tanto, la última ocurrió en diciembre de 2022. Fue gracias a una coalición de partidos de extrema derecha que lo hacen parecer un “moderado”.
La reacción del gobierno después del ataque de Hamas fue ir por todo sobre la Franja de Gaza. Un año después, el número de muertos supera los cuarenta mil y la situación humanitaria es desesperante hace muchos meses. En realidad, hace décadas. Desde 2007, cuando el grupo terrorista llegó al poder en el enclave, el conflicto con Israel ha recrudecido. Ha sido tan grande la presión israelí sobre este pequeño territorio que las organizaciones humanitarias lo pasaron a llamar “cárcel a cielo abierto”. Actualmente, se estima que, aproximadamente, 9 de cada 10 habitantes de Gaza han sido desplazados, más de la mitad son niños.
Prácticamente, hoy no hay lugar habitable en la Franja de Gaza. La población carece de agua, alimentos, combustible y medicinas. Sus hogares han sido destruidos y sus familias destrozadas. Un año después los bombardeos y muertes no cesan. Esta semana el gobierno de Netanyahu anunció que hace tres meses mataron a Rawhi Mushtaha, a quien describieron como “jefe del gobierno de Hamas”, junto con otros dos altos mandos del grupo islamista. De acuerdo con funcionarios del ministerio de salud palestino, esta semana en 24 horas, los ataques israelíes han matado al menos 99 personas a lo largo del territorio gazatí.
Hace quince días, el conflicto se amplió hacia Líbano. Un país que es aliado de Irán y donde Hezbolá -socio de Hamas- tiene afincada dos patas: una política y otra militar. Es luego del planificado ataque israelí a los dispositivos móviles de integrantes del movimiento que esta contienda se intensifica. Y toca su punto máximo luego del asesinato del líder de Hezbolá desde 1992, Hassan Nasralá. Los bombardeos de Israel sobre Beirut y territorio libanés no han cesado en las últimas semanas. Hay éxodos masivos de población. El ejército ha declarado que el objetivo es su nuevo líder Hashim Safi Al Din.
El gran temor es que Líbano se convierta en una segunda Franja de Gaza. Al igual que el enclave, es un Estado con un gobierno muy frágil regido por delicados equilibrios políticos y religiosos. Su ejército está muy poco equipado y no hay manera de que pueda competir con Israel. De todas maneras, aunque limitado, éste desempeña un papel vital en la preservación de la unidad nacional y la paz interna, particularmente, en las circunstancias actuales. Es una entidad muy respetada por la mayoría de los libaneses y también por las principales fuerzas políticas, incluido Hezbollah.
El otro actor que, en el marco de este conflicto, esta semana entró en acción es Irán, que salió en defensa de Líbano y Hezbolá. Con cerca de 200 misiles balísticos, el país persa lanzó un ataque masivo contra Israel. A pesar de la dimensión del bombardeo, no hubo heridos de gravedad ni daños considerables. La famosa cúpula de hierro logró interceptar “un gran número” de misiles, más allá de algunos impactos en el centro y sur del territorio, que no dañaron sus capacidades militares. Podría interpretarse que Irán lanzó este ataque con el fin de proyectar su fuerza probablemente buscando frenar el conflicto. Aunque también le podría brindar a Israel la justificación para una represalia.
Luego del despliegue Netanyahu ha expresado: “Estamos en medio de una dura guerra contra el eje del mal de Irán, que busca destruirnos”. También agregó que Israel decidirá cómo y cuándo responder al ataque iraní. En la región, la alianza respaldada por Irán o "eje de la resistencia" incluye a grupos no estatales: el Hamas palestino, el Hezbollah libanés, los rebeldes hutíes de Yemen y grupos shiítas armados en Irak y Siria. Otros Estados de la región, como Jordania, Egipto o Arabia Saudita transitan una fina línea de equilibrio para no ser arrastrados a un conflicto de consecuencias imprevisibles.
La decisión de extender o frenar la confrontación se encuentra hoy en manos de Benjamin Netanyahu y su gobierno. Irán y sus aliados actuales no podrán resistir una guerra prolongada. Es primordial el apoyo de Estados Unidos a Israel, que en la última semana ha reforzado su presencia militar en la región sumando 43 mil soldados. En tiempos normales son 34 mil. El gobierno de Joe Biden está intentando persuadir al líder israelí de no atacar bases militares, nucleares o instalaciones petroleras del país persa. Pero la sentencia final la tiene el seis veces Primer Ministro. Es posible que la mayor amenaza para Israel no provenga de Irán, sino del propio Netanyahu.