Las elecciones nacionales tuvieron un capítulo aparte en Rosario con la atención concentrada en la disputa presidencial entre Sergio Massa, Javier Milei y Patricia Bullrich. Fue una noche de grandes contrastes en los centros de campaña montados por cada espacio: Unión por la Patria ganó en las urnas, tomó la calle y desató un verdadero festejo popular en el Centro Cultural Atlas, las caras de preocupación dominaron la escena en el búnker de La Libertad Avanza, y la sede de Juntos por el Cambio fue una postal solitaria y elocuente de una dolorosa derrota.
Pasadas las 20 de un domingo húmedo y pegajoso en la ciudad, en Mitre al 600, donde el peronismo alineó su tropa, ya casi no se puede caminar sin esquivar abrazos, banderas, bombos y un grito que no admite dudas. “¡Ganamos, la dimos vuelta!”, se escucha por toda la cuadra, con el calor humano de los cuerpos que festejan elevando aún más la temperatura.
La euforia empieza afuera y se transmite al recinto del Atlas. O al revés. Es la misma marea de gente que entra, se besa, aplaude, grita, canta y vuelve a salir. Massa tomó una ventaja considerable en el escrutinio provisorio, una tendencia que había empezado a manifestar el diputado –nuevamente electo– Germán Martínez un poco más temprano. "Estamos primeros en lugares donde habíamos quedado terceros en las Paso", avisó.
La alegría es multigeneracional. Un taxista de no más de 30 años descarga pasajeros en la esquina de San Lorenzo y Mitre, toca bocina y se suma al festejo. “Hoy era el cumpleños de Milei y nosotros le trajimos las masas”, grita desde el auto con el vidrio bajo, jugando con el apellido de su candidato y gozando al libertario.
Para recorrer los pocos metros que separan la vereda con el escenario hay que armarse de paciencia. Se puede llegar a tardar unos cuantos minutos. Dentro, abriéndose paso entre la multitud, está Dardo, un peronista de 67 años y militante de La Corriente, con la remera hecha sopa y una sonrisa que se notaría a una cuadra de distancia.
“Esto no lo esperaba, lo deseaba”, sintetiza antes de meterse en un análisis visceral de los derechos que Milei quiere cortar y de su negacionismo sobre los desaparecidos en la última dictadura cívico-militar.
Otra vez en la calle, Matías, del Movimiento Evita, hace flamear un banderón sobre cientos de cabezas mientras toma cerveza con sus compañeros y amigos. Bajo techo, Franca, una chica de treinta y pico, recibe saludos de cumpleaños después de escuchar hablar a los principales referentes de Unión por la Patria en el escenario. Cuenta que fue el viernes, pero no puede evitar relacionar su propio festejo con el que, imagina, se le frustró a Milei este domingo de elecciones y natalicio combinado.
El cancionero, siempre apuntalado por los bombos que no dejarán dormir a más de un vecino, pasa de la marcha peronista al “ponga huevo, Massa, ponga huevo, que en noviembre tenemos que ganar” y termina en “el que no salta, es liberal”. Son los hits de una noche que no terminará temprano.
Este domingo también le sirvió al peronismo santafesino para volver a mostrar una foto de relativa unidad, con la ausencia del gobernador Omar Perotti como, quizás, la más saliente. El rafaelino se quedó en la ciudad de Santa Fe.
El resto, estuvieron todos: el senador nacional Marcelo Lewandowski, los diputados nacionales electos Martínez, Diego Giuliano y Florencia Carignano, Lisandro Cavatorta, la vicegobernadora Alejandra Rodenas, el referente de Ciudad Futura Juan Monteverde, y los del Movimiento Evita Lucila Deponti y Eduardo Toniolli, entre otros.
La Libertad preocupada
En simultáneo a la celebración que empieza a explotar en el Atlas, a poco más de 20 cuadras hay un lugar armado para una fiesta que no se sabe si, al final, comenzará como estaba planeada. Es en Queens, sobre la avenida De la Libertad en barrio Martin, donde los libertarios rosarinos, con la candidata a diputada Romina Diez a la cabeza, hicieron base esta noche. El coqueto y lujoso salón, con luces tenues y sillones de cuero repartidos de una punta a otra y enfrentados a la barra, está coronado con un modesto escenario con la imagen ilustrada de la dirigente de LLA y Milei, y la frase “hagamos historia”. Por varias horas, desde que se habilitó el ingreso una vez que cerraron los comicios, la Diez virtual es la única que se puede ver en el lugar. Es que en el espacio libertario hay mucha cautela por los números que llegan de las mesas testigo e indican que su candidato a presidente corre de atrás a Massa. Mientras suena una canción de Harry Styles, señalan que van a esperar un poco más para hacer declaraciones públicas. Recién cerca de las 21.30 la ahora diputada nacional electa cruza la puerta vidriada y recibe un aluvión de abrazos y felicitaciones. En el búnker rosarino de Milei hay sensaciones encontradas porque están perdiendo en las presidenciales, contrariamente a lo esperado, pero al mismo tiempo hay buenas noticias locales: Diez es la postulante a Diputados más votada de la provincia. En los parlantes ahora se escucha AC/DC. Bajo esa dualidad, el lugar se fue poblando con unos 100 militantes, en su gran mayoría muy jóvenes y varones, vistiendo remeras blancas con inscripciones de Milei en violeta. En uno de los sillones descansan algunas banderas negras y amarillas de LLA que nunca toman vuelo. Con todo, las caras expresan más preocupación que otra cosa. Dos pantallas laterales reflejan la transmisión de El Tres, pero como por arte de magia se corta cuando desde la Cámara Nacional Electoral empiezan a dar los primeros resultados oficiales. Por unos segundos vuelve a mostrarse un video de Milei sin sonido y subtitulado. La playlist ahora reproduce “Yo soy el león” de La Renga, el tema que el líder de LLA se apropió y transformó en un símbolo. Los pibes libertarios siguen mirando los televisores, cruzan miradas y ensayan explicaciones sobre lo que está pasando. Es el caso de Lucas, Giani y Manuel, tres militantes del espacio. Están bajoneados por un resultado presidencial que, según dicen, no estaba en sus planes. Pero ya piensan en la segunda vuelta y en cómo leer a los votantes de Bullrich y Juan Schiaretti, dos que no competirán. “Ahí tenemos que sacar. Son votos antikirchneristas. Pero es cierto que Massa no es kirchnerista de pura cepa”, analizan en voz alta. El contraste más grande en la noche rosarina electoral respecto a UxP y LLA lo configura el centro de cómputos de Juntos por el Cambio en las oficinas de Córdoba 2478. Una casona antigua en la que no hay militantes y solo unos pocos referentes políticos, como el candidato a diputado Ricardo Núñez, Carlos Cardozo y Renata Ghilotti. El resto, solo periodistas y fotógrafos que matan la espera intercalando sándwiches de miga con gaseosa y café. Mientras van llegando algunos fiscales, alrededor de las 20 habló Núñez y proyectó un escenario parejo y de tercios en la contienda para entrar al Congreso. Rodeado de cuatro banners con la imagen de Bullrich, otro con su cara, una pantalla sintonizada en un canal porteño y una boleta pegada en la pared, lo que más llama la atención es un enorme pato de peluche verde y con el pico amarillo. Tiene puesto un saco beige como los que suele usar Patricia, la banda presidencial y un sticker de la candidata a la altura del corazón. Está en el suelo, al costado de un sillón, como olvidado. Aunque, curiosamente, es el pato –o los votos de Pato– que ahora tanto Milei como Massa necesitan para ganar en segunda vuelta.El pato de peluche